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Xacobeo, el éxito que nació de una servilleta

23 diciembre 2018 / Mundicamino

Veinticinco años después del primer Año Santo «moderno», el Camino se ha asentado como un fenómeno social, cultural y económico.

La leyenda es conocida. Entre enero y febrero del año 1990, el conselleiro de Relaciones Institucionales del Gobierno de Fraga, Víctor Manuel Vázquez Portomeñe, abrevó con sus colaboradores en el Gato Negro, una conocida taberna del casco histórico de Santiago. A las mesas llegaron algunas tapas y se derramaron algunas cuncas de vino del Ribeiro, como aún recuerda, hasta que uno de los comensales mencionó de pasada la proximidad del 1993 como Año Santo jacobeo. A Portomeñe, hombre fuerte del fraguismo, entonces se le encendió una luz —a la postre una de las más relevantes de la historia moderna de Galicia—: «A esto nos tenemos que agarrar», proclamó ante su círculo. Y el primer asidero que encontraron fue un par de servilletas. En ellas se perfilaron las líneas maestras del primer Xacobeo: una historia social, cultural y económica de éxito.

Como siguiendo los consejos de Santiago Roncagliolo, que dice que toda vida es susceptible de caber en una caja de treinta kilos, Portomeñe aún conserva a día de hoy las servilletas que sobrevivieron a sus mudanzas. En conversación con ABC, rememora una época en la que Galicia corría el riesgo de quedarse «una vez más descolgada» de la pujanza española, en aquel momento representada por los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo de Sevilla. Así que trabajó para modernizar la tradición secular del Camino de Santiago. «Podíamos resucitar algo propio», señala. Sus planes tomaron forma en el Plan Xacobeo 1993, cuyo 25 aniversario coincide con la declaración del Camino Francés como Patrimonio de la Humanidad. «Germinó como elemento distintivo de la personalidad histórica de Galicia», incide, «un elemento para presentarla ante Europa y ante el mundo como una comunidad singular, hospitalaria, culinariamente insuperable».

Previamente tuvo que superar el filtro de filtros en aquella Xunta: el presidente Fraga. Al principio, «se lo tomó con cierta reticencia». «Poca gente se lo tomó con entusiasmo», aclara. Pero Portomeñe insistió en su idea de crear una «comunidad de valores» alrededor de un Camino que él bautiza como «la calle mayor de Europa» y que encaja a la perfección con la frase, atribuida a Goethe, que se encuentran los peregrinos al pisar el empedrado de Santiago: «Europa se hizo peregrinando a Compostela».

En el Parlamento tampoco se encontró grandes obstáculos. Se sentó a la mesa con político antitéticos, como el fallecido Bautista Álvarez, histórico dirigente de la BNG y antiguo líder de la UPG, con el que incluso llegó a entablar amistad. «Fue una negociación muy flexible. No había grandes divisiones como de las que hoy se hacen eco los medios. Dimos un ejemplo de convivencia».

Todo discurrió razonablemente bien. Hasta a la hora de elegir el logo. Luis Carballo, famoso en aquel entonces por los diseños de Galicia Moda, entusiasmó a la Xunta con Pelegrín, en adelante el santo y seña iconográfico del Xacobeo. Pero hubo que remangarse. El Camino, como tal, «estaba destrozado», recuerda Portomeñe, a excepción de aquellos tramos en los que Elías Valiña, o cura do Cebreiro, llegó para pintar la famosa flecha amarilla que orienta a los peregrinos en dirección a Santiago. Estos días, con ocasión del alumbrado navideño, la última se proyecta sobre la Torre de la Berenguela de la Catedral.

En paralelo a la preparación de los senderos, la Xunta construyó una red de veinte albergues, se levantaron instalaciones como el Monte do Gozo o el Palacio de Congresos, se restauraron algunos de los monumentos y comenzó una labor promocional que se mantiene en pie a día de hoy, solo que cambiando aquellas reuniones de Portomeñe con las agencias de viajes por los stands en ferias internacionales y la expansión de la marca jacobea en Internet.

Un fenómeno global

«Se ha pasado de un fenómeno que tenía dimensión nacional a un fenómeno global, que abarca a más de 180 países», ratifica el actual gerente del Xacobeo, Rafael Sánchez. Según datos de Turismo actualizados a día 13 de diciembre, en lo que va de año han llegado a Santiago un total de 326.691 peregrinos –25.000 más que el año pasado—, de los cuales el 55% son extranjeros. En el próximo Xacobeo 2021, el Plan Director estima la llegada de 464.000.

En el pódium de procedencias, al margen de España (143.942), se encuentran Italia (26.973), Alemania (25.285)y Estados Unidos (18.570). Entre los datos de la Oficina del Peregrino a partir de 2003 y diversas fuentes anteriores, se estima que alrededor de 3,4 millones sellaron la compostela desde el 1993.

¿Cuáles son las razones del éxito? Para Sánchez, una de ellas ha sido la capacidad del Camino de adaptarse a las «nuevas necesidades y demandas» de los peregrinos, que se complementan con las nuevas tendencias de turismo autoorganizado y colaborativo. «Puedes comenzar donde quieras y hacerlo los días que quieras. Las nuevas demandas de turismo no quieren tener una programación cerrada, sino algo más personal y abierto. El Camino incide muy bien en esto».

Como tal, la ruta también ha hecho su particular aportación al granero económico de Galicia. De acuerdo con un estudio elaborado en 2017 entre la Xunta y la USC sobre el impacto socioeconómico del Camino, cada euro gastado por un peregrino en Galicia supone un 11% más de valor en la cadena de producción y un 18% más de empleo. Y queda margen de mejora. «Muchísimo», apostilla Sánchez. Con la mira puesta en el Año Santo de 2021, la Xunta seguirá trabajando en «la conservación del Camino», «apostando por la calidad en alojamientos» o «regulando de una forma más efectiva el flujo de peregrinos».

El peligro de la sobreexplotación «siempre estuvo ahí», reconoce el director del Centro del Estudios Turísticos de la USC, Xosé Manuel Santos Solla. Pero bastaría, apunta, con controlar «las excursiones organizadas» y las grandes masas de peregrinos que se concentran en la época estival. En ese sentido, también da otra receta: la promoción. «Más que dirigirse hacía más turistas, el Xacobeo debería ser un escaparate para promocionar todos los elementos positivos que tiene Galicia».

En el 93 se hizo. Aquella idea de la servilleta «fue novedosa a nivel mundial», incide Santos: a posteriori, sin ir más lejos, sirvió de ejemplo para itinerarios como la Ruta de la Seda o el Camino de los Esclavos. Con aquel recuerdo en la retina, el «escaparate» gallego se prepara para 2021.