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Otros caminos

10 marzo 2018 / Mundicamino

El MUSAC explora la diversidad de experiencias actuales en torno al Camino de Santiago a través de 88 obras de 46 artistas contemporaneos.

El Camino de Santiago forma parte de la historia de Europa, en torno a él se desarrolló algo más que una vivencia religiosa, se creó una comunidad que, partiendo desde el centro del continente, atravesaba la península ibérica hasta el fin de la tierra conocida, dejando varios territorios ligados para siempre. La ruta en el medievo significó la llegada del cristianismo hasta el último confín del mundo antiguo, «Finis terrae», y asentó la idea de un proyecto europeo frente al mundo musulmán.

El peregrinaje ha sido un fenómeno antropológico común a diferentes religiones y culturas, imbuido de una simetría alegórica con la vida, dotado de un sentido purificador y salvífico. El de Compostela proporcionaba la indulgencia plenaria; es decir, el perdón de los pecados, y fue, junto al de Jerusalén y Roma, uno de los que todo cristiano quiso hacer alguna vez en la vida.

Para facilitar la marcha a pie se promovió la construcción de puentes, hospedajes, hospitales e iglesias. Por ellos pasaron las ideas, la poesía, el arte, la arquitectura o la música. El estilo artístico románico floreció en España a cada lado del Camino desde Roncesvalles, o Jaca, hasta Santiago, salpicando las distintas tierras con sus templos oscuros de muros gruesos, cubiertos por bóvedas de cañón o arista, apropiados para el descanso del caminante y la meditación. Un estilo unitario que desplegó un programa estético que se propagó desde Cluny con vocación universal.

A los conceptos tradicionalmente relacionados con la ruta Jacobea como eran la religiosidad, o la espiritualidad, se les han unido hoy otros, un repertorio de aspectos contemporáneos en alza que han avivado un fenómeno que parecía condenado a ser cosa del pasado. Caminar, la naturaleza, la convivencia, el encuentro o la soledad, eran antes temas secundarios que actualmente se colocan como objetivos centrales para quien se pone a andar hacia la tumba del santo. A ellos se suman otros nuevos como redescubrir el medio rural, escapar al estrés de las ciudades o llenar, simplemente, el ocio con otra opción turística.

La exposición que puede verse en el MUSAC de León hasta el dos de septiembre, «Muchos caminos. Imágenes contemporáneas del Camino de Santiago», reúne un grupo de obras muy dispares vinculadas, por uno u otro motivo, al sendero milenario, que ha pasado de ser transitado por menos de cien personas a principios de los años setenta a ser recorrido por más de doscientas mil al año hoy en día. Hay en ella ochenta y ocho obras de un total de cuarenta y seis artistas, cuyo trabajo evidencia que el arte sigue dando vueltas alrededor de la mítica vía.

Algunas fotografías muestran el paisaje con mirada mística, contemplativa, como si el misterio religioso del pasado pudiera haberse quedado prendido en la naturaleza. Otras tienen carácter documental, como las de Manuel Martín, Amando Casado, Javier Ayarza o Andrés Pinal. Varias obras, resultado de experiencias en torno al territorio y su representación, están visibles a través de la documentación que dejaron, como las desarrolladas en los años noventa en el centro de arte en la naturaleza El Apeadero. Del mismo modo está en las salas del museo la acción multidisciplinar de Pedro Garhel, que tuvo lugar en el claustro de la Catedral de León fusionando acción, música y realidad virtual.

Cabe destacar dentro de esta muestra la película de Val del Omar, una pura creación de lenguaje cinematográfico experimental, o el singular proyecto de Romaní y Sáenz de Oiza con frisos escultóricos de Oteiza, una arquitectura laberíntica fundida en el paisaje que pretendía modernizar el mundo rural poco antes de su despoblación y que no se llegó a edificar.

Todas las obras, en el contexto de una exposición muy extensa y heterogénea, dejan patente que la fragmentación es la característica principal de lo contemporáneo. Ninguna de las piezas actuales aspira a dar una visión total del espíritu de la época como lo hizo el arte del románico, es su conjunto el que muestra el pórtico del presente.