Apostol

El Camino de Santiago: la preparación física que necesita el peregrino

03 agosto 2019 / periodistadigital.com

Hagas un tramo o decidas ir a por todas, es esencial que te prepares físicamente, para no sufrir como un desesperado o lo que es peor, fracasar en el intento.

Para quien no esté al tanto, vaya por delante que el llamado Camino Francés tiene la friolera de 940 kilómetros, que se dividen idealmente en 37 etapas, pero que los ‘creyentes’ bajan a 30.

Recorrer cerca de 1.000 kilómetros durante un mes, día tras día, a priori parece un reto sólo alcanzable por un gran atleta pero, como subrayan los expertos de Consumer, lo puede superar con éxito cualquier persona.

Primero hace falta voluntad y ahí vale el viejo refrán, según el cual ‘querer es poder’.

Después debes preparar tu cuerpo serrano para el indudable esfuerzo que te requerirá el Camino.

Si realizas deporte con regularidad tienes mucho ganado, pero es aconsejable, al menos un par de meses antes, hacer senderismo con el calzado y la mochila que vayas a llevar al Camino.

Los que no practiquen deporte deberán comenzar tres meses antes un entrenamiento progresivo en duración e intensidad:

Conviene que realices una prueba de esfuerzo. El Camino de Santiago no es un paseo dominical a 5 o 6 km/hora.
Si puedes ir caminando al trabajo, hazlo, ya habrás comenzado tu preparación. Si prescindes del ascensor y te animas a subir las escaleras también habrás dado un paso de gigante.
Los primeros quince días, cuatro veces por semana, realiza paseos sin mochila y por lugares llanos. Comienza con una hora y aumenta la duración de forma gradual hasta las dos horas o más. No te obsesiones por la velocidad, en el Camino no la vas a necesitar. Se trata de adquirir fondo y de fortalecer los músculos.
Durante los siguientes quince días continúa con estos paseos pero varía el itinerario y aumenta algún día la duración. Escoge trazados que alternen llano con subidas y bajadas. Pasado el primer mes ya podrás caminar fácilmente tres horas por cualquier terreno. Antes de las caminatas no olvides hacer ejercicios de movilidad articular incidiendo en el cuello, los hombros, la cintura, las rodillas y los tobillos. A su vez realiza estiramientos suaves antes de cada salida y más profundos tras el esfuerzo. Relajan, aportan flexibilidad y son eficaces para evitar lesiones.
El segundo mes realiza al menos tres paseos largos entre semana y aprovecha el fin de semana para hacer rutas de senderismo asequibles. Es muy conveniente hacerlas con el calzado y la mochila que vayas a llevar al Camino. Comienza con rutas de un par de horas y termina con recorridos de entre 3 y 4 horas.
El tercer mes mantén la carga del anterior y atrévete las últimas dos semanas, sin forzar, a subir algunas montañas que tengan un desnivel de entre 500 y 800 metros. En estos 90 días habrás fortalecido tu corazón, tus músculos y tendones, y ya estarás a punto para disfrutar de la peregrinación.
Es importante hidratarse durante el ejercicio y también alimentarse en las excursiones de mayor duración.
Hay que mantener una postura adecuada, caminar erguido mirando al frente o al camino principalmente.
Llevar las manos libres para que el andar sea natural. Si la salida es larga, se puede ayudar de un bastón o, mejor aún, de dos. En terrenos inclinados reducen hasta un 20 o un 30% de sobrecarga a las piernas.