Apostol

Camino Francés

Etapa

8

Cultura

Logroño

El peregrino hace su entrada en Logroño por el gran puente de piedra, construido sobre el caudaloso río Ebro. El actual puente, levantado a finales del siglo pasado, sustituyó al medieval, mandado construir, según refiere la crónica de Alfonso VI, por este gran Rey, uno de los mayores impulsores del Camino. De la importancia estratégica de este puente en el camino, nos da idea el hecho de que fue reparado por Santo Domingo de la Calzada y posteriormente por su ayudante y discípulo San Juan de Ortega. Llego a tener 12 arcos y tres torres defensivas Los orígenes históricos de Logroño se pierden en referencias poco fiables, el echo cierto es que fue recuperada del poder musulmán en el siglo X, por Sancho Garcés de Navarra y Ordoño II de León, a partir de cuyo momento no pasó de ser un insignificante asentamiento agrícola.
Logroño comienza a cobrar importancia a finales del siglo XI, cuando Alfonso VI, después de arrasada la población por el Cid en 1092, manda construir el famoso «puente de piedra» con intención de crear un núcleo de población capaz de defender el estratégico paso sobre el Ebro. Por esta razón le concede un ventajoso fuero.
El antiguo trazado de la ciudad constituye un rectángulo alargado y paralelo al río, con dos importantes vías de transito paralelas: la Rúa Vieja y la Rúa Mayor. Entre estas se levantó la iglesia de Santa María de Palacio en el siglo XI-XII. Es un monumento, que conserva un precioso claustro gótico y la peculiar torre piramidal de estilo románico-ojival, que los logroñeses llaman «la aguja».
Siguiendo por la Rúa Vieja se encuentra la barroca y jacobea fuente de los peregrinos y la iglesia parroquial de Santiago el Real. Según la tradición, esta se levanta sobre otra mandada edificar por Ramiro I, tras su legendaria victoria de Clavijo. Todos sus motivos ornamentales están consagrados al Apóstol, empezando por la fachada meridional, barroca, que nos presenta a Santiago en sus dos grandes versiones iconográficas: «El Matamoros», una impresionante estatua del Santo (siglo XVII) a lomos de un brioso semental, y «El Peregrino» situado debajo del anterior. El retablo mayor también está dedicado a Santiago, con una talla del siglo XV, junto a la Virgen de la Esperanza, que es la Patrona de la Ciudad.
Al final de la prolongación de la Rúa Vieja, aún se conserva la puerta muralla por donde salían los peregrinos.
Fuera del itinerario jacobeo, se encuentra la Iglesia Catedral de Santa Maria de la Redonda, gótica del siglo XV con dos esbeltas torres gemelas, que fueron añadidas posteriormente en el siglo XVIII, así como el retablo pétreo de la portada occidental.
Cerca de la catedral se encuentra la iglesia de San Bartolomé (siglos XII-XIV), que posee elementos pertenecientes al románico más puro y finalmente junto al río el convento de San Francisco.

Navarrete

Junto al viejo camino de tierra, un poco antes de llegar a Navarrete, recientes excavaciones arqueológicas han sacado a la luz los restos del hospital de peregrinos de San Juan de Acre, mandado construir a finales del siglo XII por María Ramírez. Sus ventanas y su hermosa portada, se conservan por que fueron desmontadas piedra a piedra, a finales del siglo pasado y reutilizadas como puerta del cementerio de la localidad.
En la parte alta se levanta la iglesia de la Asunción, magnífico edificio del siglo XVI, que merece la pena visitar.
Lugar famoso por sus numerosas batallas entre castellanos y navarros, lo es también por sus numerosos artesanos ceramistas.

Ventosa

Las primeras referencias documentales de Ventosa datan del siglo XI. Sandoval, en su «Historia del Monasterio de San Millán», recoge un diploma por el que el rey de Nájera, Sancho III el Mayor (1000 – 1035) concede el señorío del lugar de Ventosa al Monasterio de San Millán el año de 1020. También se hace mención de esta villa en el fuero de Nájera, fundamento de la organización municipal española, otorgado por el mismo monarca a principios del siglo XI, y en el fuero de Logroño concedido por Alfonso VI en el año 1095.

Nájera

El nombre de Nájera, en árabe «lugar entre peñas» revela el origen y carácter de esta ciudad, que fue conquistada en el 923 conjuntamente por leoneses y navarros.
Después de que los musulmanes destruyeran Pamplona, Sancho «el mayor» la convierte, en el siglo XI en la capital del reino de Navarra y, a partir de entonces, por ella va a pasar el trazado del Camino de Santiago.
Fue la primera ciudad donde se acuñó moneda cristiana en la reconquista.
En 1052 Don García, el gran rey najerense hijo de Sancho «el mayor», fundó el monasterio y la iglesia de Santa María La Real, donde se puede contemplar los elementos de la leyenda de la «Orden de la Terraza» que cuenta que estando Don García de caza, su halcón se adentró en una cueva y descubrió una imagen de la virgen iluminada por una lámpara y con una terraza de azucenas en sus pies, hecho que explica el nombre de la primera orden de caballería hispana, fundada a raíz de este acontecimiento. Bajo la iglesia se encuentra el Panteón Real, donde descansan los reyes y reinas del antiguo reino de Navarra.
Antes de cruzar el río Najerilla por un puente de siete ojos, cuya construcción se atribuye al santo arquitecto Juan de Ortega, el peregrino pasaba por el barrio de San Fernando, donde se ubico uno de sus varios hospitales de peregrinos, concretamente el «Hospital de la Cadena», que primero fue la leprosería de San Lázaro.
Al otro lado del puente, fue famoso el Hospital de la Abadía, también llamado del Emperador, por el apoyo que le prestó el Rey Alfonso VII.