Apostol

Camino Sanabrés

Etapa

5

Cultura

Mombuey

Emplazada en el pequeño valle del arroyo Valchano, debe su nombre a una elevación montuosa y próxima que la documentación medieval registra como «Monte ad Boviam», «Monte Bove» o «Monte Boe», topónimo que cabe ya identificar tempranamente en una relación ordenada de límites del territorio diocesano bracarense a mediados del s.VI. Actualmente, y aun siendo accidente geográfico de cierta entidad, solamente recibe denominaciones parciales, perteneciendo en término a distintas poblaciones.
Al contrario de lo que pudiera pensarse, dada la morfología del espacio implicado, existen vestigios de asentamientos castreños en los términos colindantes de Otero de Centenos, Lanseros y Fresno de la Carballeda, destacándose éste último con algunos tramos de muralla, foso colmatado y campo de lajas hincadas, hoy seriamente afectado por el embalse de Valparaiso.
Todo parece indicar que el solar del actual Mombuey fuera ocupado en fecha relativamente tardía. Oscuros orígenes, que los lugareños asocian en modo manifiestamente anacrónico con la «arribada» de los pobladores de una aldea medieval vecina, -S. Martín, 1Km.- despoblado bien localizado, atribuida a razones catastróficas que acabaría por recibir un sobre nombre alusivo a su abandono: San Martin «el yermo», y cuyo término, o al menos una buena parte del mismo, ha perdurado hasta nuestros días como espacio adehesado, algo atípico en la zona (actual Monte de San Martino).
Existen claros indicios que avalan y conceden veracidad a una tradición local que viene de antiguo y que, al margen de relatos legendarios, recoge la pertenencia de Mombuey a la Orden del Temple, presencia y titularidad rubricadas en todo caso con una obra de especial tipología: la esbelta y elegantísima torre románica, una atalaya militar cuya factura parece responder más a la ya consabida ostentación que a razones defensivas, evidentes igualmente, y con la particularidad de haber sido erigida a la vera de un histórico camino.

Valdemerilla

La leyenda de la piedra de San Tirso; es la piedra en la que apareció los pies de dicho santo; antiguamente, se dice que la pretendieron robar unos carreteros y cuando llegaron a la salida del pueblo tuvieron que dar la vuelta porque los caballos se negaron a tirar del carro.

Cernadilla

Cernadilla , es un toponimo ajustado a las características de sus suelos, constituyendo una especie de definición sobre ellos. Procede del bajo latín y ya el romance habia hecho su aparicion con Cernadal, lugar de tierras ligeras, abundantes en humus que las hacen fáciles de trabajar y que, dadas las características y abundancia de su vegetación, son fácilmente explicables.
Su emplazamiento responde a una terraza fluvial decompuesta al cabo de miles de años. Su suelo geológico está situado entre el Ordovícico superior y el Silúrico a base de pizarras de color oscuro con filoncillos de cuarzo e intercalaciones cuarciticas de varios metros de potencia. Los tramos que afloran de edad Silúrica están formados por pizarras negras con intercalaciones de cuarcitas que han aportado graptotites de edad inferior a medio. Su altitud y las características de sus suelos lo convierten en un lugar idóneo para el roble principalmente. El centeno y el trigo “seruendo”, trigo tardío, han sido junto con el lino, las hortalizas y las patatas sus cultivos más destacados y unido a la abundancia de pastos le ha permitido una buena cabaña ganadera de vacuno, lanar y cabrío principalmente.

San Salvador de Palazuelo

Las manifestaciones culturales sanabresas son una de las consecuencias externas de un carácter hecho a si mismo como consecuencia del aislamiento obligado de esta comarca por su situación en el mapa. Su alejamiento facilitó y fomentó que durante siglos se transmitiera de padres a hijos las canciones, danzas, constumbres, historias, … y, en general, tradiciones ancestrales que surgieron de las gentes de esta bella tierra y que solo las necesidades económicas, con la consiguiente emigración masiva de sus hijos en el s. XX, ha ocasionado una desintegración cultural paulatina que sólo podrá ser frenada por los propios sanabreses, recordando y manteniendo las costumbres de sus antepasados.

Entrepeñas

Durante la Edad Media Entrepeñas quedó integrado en el Reino de León, cuyos monarcas habrían acometido la repoblación de la localidad dentro del proceso repoblador llevado a cabo en Sanabria. Tras la independencia de Portugal del reino leonés en 1143 Entrepeñas habría sufrido por su situación geográfica los conflictos entre los reinos leonés y portugués por el control de la frontera, quedando estabilizada la situación a inicios del siglo XIII.
Posteriormente, en la Edad Moderna, Entrepeñas fue una de las localidades que se integraron en la provincia de las Tierras del Conde de Benavente y dentro de esta en la receptoría de Sanabria.5 No obstante, al reestructurarse las provincias y crearse las actuales en 1833, Entrepeñas pasó a formar parte de la provincia de Zamora, dentro de la Región Leonesa,6 quedando integrado en 1834 en el partido judicial de Puebla de Sanabria.
Finalmente, en torno a 1850, el antiguo municipio de Entrepeñas se integró en el de Asturianos
Se compartían los bailes en las numerosas romerías que se celebraban por toda la comarca, acompañados todos ellos por las notas musicales de la gaita de fole, autóctona de Sanabria, el tambor y el pandero, instrumentos tradicionales que no podían faltar para interpretar las jotas, corridos y agarrados que son las danzas populares de esta tierra.
También es celebración popular la «Magosta» o recogida de castaña que en Sanabria se celebra entorno al día de Todos los Santos, momento en el que este fruto se suele degustar asado con miel o cocido con leche.

Asturianos

Las condiciones naturales, económicas y sociales de este territorio, caracterizado basicamente por el aislamiento, dispersión y pobreza de sus villas, fueron caldo de cultivo de la imaginación popular, que ante la falta de explicaciones lógicas para determinados fenómenos y hechos se les daba respuesta mediante narraciones a mitad de camino entre el mito y la tradición, entre el cuento y la realidad, aliminentando la existencia de leyendas, creencias populares y supersticiones donde juegan un importante papel las «meigas», los conjuros, el mal de ojo y el «llobu». De entre las leyendas de este territorio quizás la más extendidas y popular sea la leyenda del lago, con la que los habitantes de esta comarca intentan justificar el origen de este hermoso paraje natual.

Remesal

La Comarca de Sanabria, primero señorío del Reino de León con fueros propios concedidos en 1220 por el rey Alfonso IX de León y luego dependiente de los conde-duques de Benavente (a partir de 1476), se encuentra en el Noroeste de la provincia de Zamora, en una zona limítrofe con Portugal, Galicia y León. Es una zona montañosa, enclavada entre las Sierras de la Culebra, la Segundera y la Cabrera. Rica en hermosos paisajes y en una cultura tradicional que pervive. Persisten a su vez, valores geográficos de gran interés, huellas que han dejado los glaciares, como el lago y las numerosas lagunas de la sierra, así como una flora y fauna muy especial y excepcionalmente variada. Junto a esta belleza y variedad natural, encontramos también una profunda cultura popular, claramente diferenciada del resto de las zonas limítrofes y del resto de la provincia, crecida al amparo de éste enclave natural único, y respaldada por una amplia historia de la cual podemos encontrar también, abundantes muestras a lo largo y ancho de la comarca.

Triufé

Sanabria, es uno de los pocos lugares de la Península ibérica, en el cual podemos encontrar el esplendor natural de vegetación milenaria de robles, castaños, alisos, chopos, fresnos, abedules, tejos, acebos y frutos de todo tipo. Esta comarca, vive apegada a sus cultivos y a su ganadería en medio de lobos, corzos, ciervos, jabalís, zorros, tejones, gatos monteses, nutrias, jinetas y garduñas. Sobre todos los valles de Sanabria, vuela la esquiva águila real, junto con todas las aves que se puedan imaginar.

Puebla de Sanabria

Sanabria aparece documentada desde el siglo VII como parroquia sueva y ceca visigoda bajo el nombre de «Senapria». En el siglo X la «Urbs Senabrie» es citada como referente territorial en los primeros diplomas del monasterio de San Martín de Castañeda. La consolidación de este núcleo urbano como cabeza de toda la comarca sanabresa debió producirse a partir del reinado de Alfonso VII, posteriormente Alfonso IX fomentó su desarrollo mediante el otorgamiento de una carta puebla el 1 de septiembre de 1220, inspirada en el Fuero de Benavente. El texto de dicho fuero es conocido a través de un privilegio de Alfonso X (Sevilla, 19 de mayo de 1263) por el que confirma y modifica parcialmente la carta foral de Alfonso IX. Durante el siglo XVII sufrirá la Guerra de Separación de Portugal al estar enclavada en pleno frente de batalla. De igual manera, durante la Guerra de Sucesión ocurrida en España entre los partidarios de Felipe de Anjou y el Archiduque Carlos, la villa será ocupada por tropas portuguesas siendo recuperada por la Monarquía Hispánica el 24 de diciembre de 1715, de acuerdo a lo acordado en la Paz de Utrecht.