Apostol

Camino desde Castellón

Etapa

7

Cultura

Aguaviva

De época antigua se conservan diversos yacimientos, que denotan que existía un poblamiento anterior a época romana.
Esta zona fue conquistada por Alfonso I hacia el siglo XII. Se da como fecha de nacimiento de la población el año 1320. La historia de Aguaviva está vinculada a la Encomienda de Castellote, primero fue de la Orden del Santo Redentor, luego en 1196 pertenecía dicha encomienda a la orden del Temple, pero al declararse por decreto Papal la extinción de la orden, las tropas de Jaime II tomaron la población, convirtiéndose a partir de entonces en una encomienda sanjuanista.
A principios del siglo XVII, en 1613 se independiza de La Ginebrosa, ya que era barrio de esta población.
En cuanto a administración, Aguaviva ha formado parte, de forma sucesiva, a la Bailía de Castellote, a la sobrecullida de Alcañiz (1446-1495), a la vereda de Alcañiz (1646) y al corregimiento de Alcañiz (1711-1833). Se constituye como Ayuntamiento en 1834 y forma parte del partido judicial de Castellote, para incorporarse en 1965 al partido judicial de Alcañiz.
Durante la Primera Guerra Carlista se produjo en 1839 la batalla de Aguaviva, en la que se abatió la partida carlista de Luis Badoy.
El casco urbano de Aguaviva durante el siglo XVII formaba un recinto cerrado, sólo se accedía por cuatro portales. A mediados del siglo XIX sólo quedaban en pie el portal de San Miguel y el Portal de los Arcos.

Mas de las Matas

Existen restos arqueológicos en las cercanías de Mas de las Matas que indican un temprano poblamiento de la zona. Los más antiguos corresponden al Paleolítico Inferior y diversos materiales prueban que toda esta parte del valle del Guadalope estuvo habitada desde el Neolítico hasta la Primera Edad del Hierro.
En la colina de Santa Flora quedan vestigios de una población denominada Kamerinus o Kamarón, ocupada por iberos, romanos, visigodos y musulmanes, y conquistada definitivamente en 1169 por las tropas cristianas. Pasó a formar parte en 1291 de la Encomienda de Castellote, de la Orden del Temple, junto con las cercanas Buñol y Vecindell, quedando en propiedad de la Orden de San Juan de Jerusalén en el siglo XIV, ya en pleno despoblamiento.
Hacia 1460 tenemos constancia documental de la existencia de un mas (masada) de dos hermanos llamados Mateu y Jayme La Mata en el lugar en el que se asienta la población actual. En 1545 se instituye como parroquia la iglesia de Villapardo (Mas de las Matas) y en 1611, junto con Aguaviva, se separa de la jurisdicción de La Ginebrosa.
A lo largo del siglo XVII la localidad fue aumentando de habitantes, y en el siglo XVIII, con la construcción de la acequia Mayor se pusieron en regadío nuevas tierras que permitieron el crecimiento del pueblo. A lo largo de esta centuria se construyeron también el actual molino harinero y la iglesia parroquial.
En el siglo XIX, con la Guerra de la Independencia, Mas de las Matas sufrió la ocupación francesa, y durante las Guerras Carlistas fue alternativamente feudo carlista y liberal, estableciendo el General Espartero su cuartel General en el pueblo entre 1839 y 1840.
Con el inicio del nuevo siglo llegó al pueblo la luz eléctrica, y también la filoxera, que arruinó las viñas, uno de los principales cultivos, motivando una fuerte emigración.
Los nuevos movimientos sociales y políticos de los primeros años del siglo XX tuvieron una acusada repercusión en la localidad, constituyéndose en 1911 Unión Republicana y en 1932 el Sindicato Unico de la CNT, de influencia comarcal. En 1933, en un levantamiento cenetetista que tomó el poder, se destruyeron en la hoguera todos los archivos de la población. La Guerra Civil fue terrible para Mas de las Matas y supuso la ruina moral, económica y social del pueblo, que comenzó a recuperarse a partir de la segunda mitad del siglo.

Alcorisa

El poblamiento conocido más antiguo en esta localidad se remonta hasta el Neolítico final o Eneolítico, habiéndose encontrado algunos talleres de sílex como los de Estancos y Cabezo de la Vega. No obstante, el poblamiento más abundante tuvo lugar en época ibérica —cuando esta región estaba habitada por los sedetanos— como lo demuestran el gran número de emplazamientos, destacando entre todos ellos el del Cabezo de La Guardia. De la época romana también hay importantes yacimientos, como el existente al pie del mismo Cabezo de La Guardia.

Durante el dominio musulmán, Alcorisa formó parte de la Marca Superior Musulmana, con centro en Zaragoza. Originalmente el municipio recibió el nombre de Alkol, del árabe Al-Kura, en referencia a «las alquerías». No está tan claro el origen de su actual topónimo, Alcorisa, aunque parece derivar de «alcor», en alusión a los numerosos cerros de la zona. Tras la reconquista, la localidad formó parte de una donación que hizo Alfonso II a la Orden de Calatrava (1179) y estaba incluida, en 1263, en el distrito de Alcañiz.

En la Edad Moderna dos fechas marcan la historia de Alcorisa: el 14 de marzo de 1601, cuando Felipe III concede a la aldea de Alcorisa el título de «Villa Real», y el 23 de mayo de 1738, al otorgarle Felipe V el título de «Fiel y Muy Ilustre», junto con la flor de lis, símbolo que ocupa uno de los cuarteles de su actual escudo. Esta última concesión premió la adhesión de Alcorisa a la causa borbónica durante la Guerra de Sucesión. Dicho apoyo estuvo dirigido por Don Pedro Cebrián Ballester, conocido como «El reyecico de Aragón», que organizó fuerzas populares para la lucha a favor de Felipe V.

El historiador Pascual Madoz quien, en 1845, refirió cómo Alcorisa contaba con 5 calles, 3 travesías y 5 plazas, todas espaciosas y bien empedradas.
El siglo XVIII trajo consigo una etapa de prosperidad para la villa, como atestigua una importante actividad alfarera y un aumento de la población. No obstante, las Guerras Carlistas produjeron grandes estragos en la localidad. En mayo de 1834, partidarios de Carlos María Isidro de Borbón al mando de Quílez no pudieron penetrar en Alcorisa sino a costa de un considerable número de bajas; atacada nuevamente el 29 de junio de 1836, la población opuso tan tenaz resistencia, que no consiguieron rendirla, pero habiéndola incendiado, más de 300 casas fueron quemadas, y muchas entregadas al robo y al pillaje. Años más tarde, Pascual Madoz, en su Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España de 1845, describe a Alcorisa «en un llano al pie de dos enormes masas de piedra de almendrilla… Cuenta 400 casas de mediana elevación y poco gusto en su arquitectura, de las cuales están arruinadas por efecto de la guerra civil cerca de 120… No obstante lo dicho, forman una vistosa población».3

Durante la Guerra Civil Española, los alcorisanos sufrieron el efecto de dos represiones: mientras que al inicio de la guerra, milicias antifascistas libertarias se cobraron la vida de 77 personas afectas al «bando nacional», la posterior ocupación franquista de la población (17 de marzo de 1938) conllevó una represión de signo opuesto encabezada por el jefe de la Falange local.3

A lo largo del siglo XX, Alcorisa se convierte en un punto de comunicación que enlaza el Bajo Aragón con el sur de la provincia de Teruel. Las posibilidades económicas derivadas de la minería en la comarca, convirtieron al municipio en un centro de servicios, lo que propició la transformación sustancial de la economía e impulsó el incremento demográfico.