Apostol

Camino de Madrid

Etapa

3

Cultura

Manzanares el Real

Los territorios del Real de Manzanares fueron objeto de agrias disputas
por los Concejos segoviano y madrileño durante el siglo XIII,
a causa del interés de estos terrenos para la explotación de los bosques y pastos del curso alto del Manzanares.
En el siglo XIV pasa a ser propiedad de la familia noble de los De la Cerda(Leonor de Guzmán) hasta el reinado de Juan II, que se lo arrebata para donárselo al noble D. Diego Hurtado de Mendoza, a la sazón, Almirante de Castilla. A este noble se le atribuye la construcción del castillo viejo y aún la del nuevo, que se terminaría por el hijo primogénito de D.Iñigo. El arquitecto fue el afamado maestro de cantería Juan Guas, francés. La utilización del edificio como residencia de la familia señorial fue muy corta ya que acabó tras el fallecimiento del cuarto Duque del Infantado en 1565. A partir de este momento el lugar quedaría abanadonado por los problemas económicos y legales surgidos entre los herederos.
Un personaje ilustre por el que la villa madrileña siente especial afecto fue el famoso Arcipreste de Hita, conocido por su obra «Libro de Buen Amor», quien paseó por sus calles y dedicó varios versos a la Ermita de La Virgen del Espinar.

Mataelpino

Desde el reinado de Alfonso X El Sabio (1221- 1284), Mataelpino formó parte del territorio denominado «El Real de Manzanares», entidad territorial y jurídica creada por el monarca castellano para poner fin a las luchas protagonizadas entre agricultores y ganaderos en la zona existente entre el Concejo de Madrid y el Concejo de Segovia. De este modo, este territorio pasó a pertenecer a la Corona. Estaba integrado por una villa principal, Manzanares, y los «lugares» de Alpedrete, El Boalo, Becerril, Cercedilla, Chozas, Colmenarejo, Colmenar Viejo, Collado-Mediano, Collado-Villalba, Galapagar (incluidos Navalquejigo, Villanueva del Pardillo y Torrelodones), Guadalix, Guadarrama, Hoyo de Manzanares, Mataelpino y Los Molinos.

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Navacerrada

La Villa de Navacerrada no ha cumplido todavía cuatrocientos años, aunque su aparición se remonta algo más en la historia. Fue Alfonso VII en 1152, el que estableció en las cumbres de la sierra, la linde divisoria entre Madrid y Segovia, iniciándose aquí una polémica entre madrileños y segovianos por la posesión del territorio.
Posteriormente, Fernando III y Alfonso X intentan frenar la expansión pobladora segoviana y definir con más precisión los límites territoriales. De esta manera, Fernando III, crea en la zona una mancomunidad de pastos, mientras que Alfonso X decide que los límites sean custodiados por un Guardia Mayor, con autoridad delegada de la Corona. Así empieza el calificativo de Real, y como propiedad real irá pasando de mano en mano al modo feudal.
Fernando IV la devolvería a Segovia, a quien perteneció hasta 1436, en que fue donada al Marqués de Santillana. Por aquellas fechas, Navacerrada estaba incluida en el Real y Condado de Manzanares, compuesto por una Villa, Manzanares, y diecinueve lugares más.

Cercedilla

El entorno natural de la sierra está poblado por una fauna integrada por la jabalíes y corzos fundamentalmente. La riqueza y variedad de la avifauna es enorme tanto en aves de pequeño tamaño como en animales de gran envergadura como las águilas y los buitres leonados.
En cuanto al núcleo humano hay que señalar su carácter de zona de paso entre Segovia y la submeseta sur, hecho que le llevó a estar ligado hasta el siglo XIII a esta ciudad castellana. Fernando III en 1.247 la tomó bajo su protección formando el «Real de Manzanares» para crear un monte que pudiera ser aprovechado por sus pobladores. Más tarde, quedaría bajo el dominio de la familia Hurtado de Mendoza.
Según los datos que figuran en el Catastro del Marqués de La Ensenada, en el 1751 Cercedilla tenía una población aproximada de170 vecinos, que se dedicaban al campo y bosques. Es curioso que en ese año Cercedilla contaba con un cirujano y un boticario, lo que no era tan frecuente.