Apostol

Camino Francés

Etapa

18

Cultura

Lédigos

Doña Urraca, en el siglo XI, donó este pueblo de tapiales de adobe a la Iglesia de Compostela.
Sus vecinos se sienten orgullosos de albergar en la parroquia del Apóstol Santiago, iglesia reformada en el siglo XVII, varias de sus imágenes más emblemáticas: Matamoros, peregrino y apóstol

Terradillos de los Templarios

Terradillos de los Templarios fue territorio jurisdiccional del Temple. En el «arroyo de los Templarios» estuvo situada su casa – convento.
Las viejas leyendas del lugar cuentan que en Terradillos, los últimos templarios tenían el gallinero donde guardaban a la famosa «gallina de los huevos de oro» y que al morir, aquí fue enterrada.
Tuvo dos iglesias, la desaparecida de San Esteban y la actual que está dedicada a San Pedro.
Es de ladrillo de una sola nave. Presbiterio con arco triunfal de medio punto. En su interior destaca el retablo mayor del s. XVII y un crucifijo del s. XIV.

Moratinos

Moratinos ya aparece citado en el siglo X, concretamente en el año 955, en la documentación de Sahagún.
En Moratinos aún se conserva el nombre de «calle real» y «Calzada francesa».
No hay noticias de la existencia de un hospital en el pueblo; la asistencia hospitalaria a los peregrinos se prestaba en San Nicolás del Real Camino.
La iglesia parroquial de Santo Tomás, de ladrillo, es sencilla. Conserva una Virgen con Niño, del siglo XVI. y una pila bautismal

San Nicolás del Real Camino

En el siglo XII, cerca del actual cementerio, hubo un hospital de peregrinos que terminó convirtiéndose en una leprosería regentada por los canónigos de San Agustín.
Fernando III (s. XIII) dedicado al santo de Bari, y que fue conocido con el sobrenombre del «Petit Cavalier», en contraposición al del «gran caballero» de las Tiendas. El hospital, posiblemente ubicado en la actual calle de La Esperanza, tenía aneja una capilla en la que se celebraba como festividad principal la Santa Cruz

Sahagún

Un remanso de paz invade el espíritu del peregrino al pasar por la ermita de la Virgen del Puente poco antes de entrar en Sahagún. Se sabe que en este lugar existió un hospital.
La villa de Sahagún cuna de reyes, santos y sabios, ya gozó de gran actividad en la época romana por su excelente emplazamiento en plena Vía Trajana entre la Legio VII e Italia, Vía que conducía a Astorga, Zaragoza y Tarragona.
Su nacimiento acaeció a la sombra de un Monasterio Medieval en honor de los Santos Facundo y Primitivo (de ahí el nombre de La Villa Sanctus Facundus), hace más de nueve siglos. En los siglos II y III tuvo lugar el martirio de dichos santos, quienes murieron decapitados y arrojados al río Cea, en cuya orilla fueron sepultados por grupos de cristianos.
Sahagún nace y crece al calor del monasterio Benedictino de San Benito consagrado a los Santos Facundo y Primitivo, mártires de la época romana, según cuenta la tradición. Fue destruido y reconstruido en varias ocasiones, pero es Alfonso III el Magno, el que le da el primer gran impulso al recoger en él a los monjes, que procedentes de Córdoba vienen huyendo de la invasión árabe. Alcanza su máximo esplendor bajo el reinado de Alfonso VI, al concederle privilegios y favores.
Durante este periodo fijaron su residencia en esta villa: Sabios, ricos, artesanos, burgueses y artistas procedentes de la España musulmana, de ahí que se prodigara tanto el arte mudéjar. Se mezclaron culturas y lenguas, conviviendo moros, judíos, francos y castellanos.
No obstante las muchas luchas del pueblo contra el feudalismo hizo que nuevamente fuera destruido y reconstruido, siendo, finalmente, la desamortización de Mendizábal y nuevos incendios en el siglo XIX lo que acabó con el poderío de aquella Abadía Benedictina.
Un ramillete de joyas arquitectónicas salpica toda la villa: las iglesias de San Tirso (siglo XII) y San Lorenzo (siglo XIII ambas de estilo románico-mudéjar; las de estilo neoclásico de La Trinidad (siglo XVI) y de San Juan de Sahagún (siglo XVII), junto con el santuario de la Virgen Peregrina (antiguo convento franciscano) y el museo de las Madres Benedictinas; forma un conjunto que se llegó a conocer como la capital del románico pobre, por el uso de ladrillo y de barro en vez de piedra.
Se cruza la ciudad y a la salida, un sólido puente (Puente de Canto) sobre el río Cea, construido en 1085 por orden de Alfonso VI, lleva hacia una chopera a la derecha, donde la historia sitúa la batalla entre Carlomagno y el rey moro Aigolando (muchos miles de muertos y la leyenda de las lanzas de los cristianos que florecieron al ser clavadas en el prado).