Apostol

Camino Francés

Etapa

9

Cultura

Nájera

El nombre de Nájera, en árabe «lugar entre peñas» revela el origen y carácter de esta ciudad, que fue conquistada en el 923 conjuntamente por leoneses y navarros.
Después de que los musulmanes destruyeran Pamplona, Sancho «el mayor» la convierte, en el siglo XI en la capital del reino de Navarra y, a partir de entonces, por ella va a pasar el trazado del Camino de Santiago.
Fue la primera ciudad donde se acuñó moneda cristiana en la reconquista.
En 1052 Don García, el gran rey najerense hijo de Sancho «el mayor», fundó el monasterio y la iglesia de Santa María La Real, donde se puede contemplar los elementos de la leyenda de la «Orden de la Terraza» que cuenta que estando Don García de caza, su halcón se adentró en una cueva y descubrió una imagen de la virgen iluminada por una lámpara y con una terraza de azucenas en sus pies, hecho que explica el nombre de la primera orden de caballería hispana, fundada a raíz de este acontecimiento. Bajo la iglesia se encuentra el Panteón Real, donde descansan los reyes y reinas del antiguo reino de Navarra.
Antes de cruzar el río Najerilla por un puente de siete ojos, cuya construcción se atribuye al santo arquitecto Juan de Ortega, el peregrino pasaba por el barrio de San Fernando, donde se ubico uno de sus varios hospitales de peregrinos, concretamente el «Hospital de la Cadena», que primero fue la leprosería de San Lázaro.
Al otro lado del puente, fue famoso el Hospital de la Abadía, también llamado del Emperador, por el apoyo que le prestó el Rey Alfonso VII.

Azofra

La documentación y el arte nos revelan el pasado jacobeo de Azofra, por lo que se sabe tuvo un hospital de peregrinos con su propia iglesia y cementerio, bajo la advocación de San Pedro. En su iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, aparte de una imagen de Santiago Peregrino, hay otra de San Martín de Tours.
Acredita la tradición jacobea de Azofra, la fuente de los romeros, sugestiva y antigua, como revela su estructura por debajo del nivel actual del terreno. Muy cerca, a unos 5 kilómetros, está el monasterio cisterciense de Cañas, fundado en 1170. En el pueblo del mismo nombre fue donde vio la luz Santo Domingo de Silos.
También los monasterios de Suso y Yuso en San Millán de la Cogolla, merecen una mención especial, pues, aun cuando se encuentran fuera de la ruta, fueron muy visitados por los peregrinos, que no dudaban en dedicarles unas jornadas. De Suso, que es un eremitorio mozárabe construido en plena ladera de la montaña, fue de donde salieron, en el siglo X, las primeras palabras escritas en castellano «Las Glosas Emilianenses».

Cirueña

Según la crónica de Alfonso X el Sabio, en el año 959 cayo prisionero en Cirueña el rey de Pamplona García Sánchez I, por el conde Fernán González.
Su iglesia parroquial dedicada a San Andrés, es un edificio de reciente creación (1965), sobre otro anterior del siglo X, destaca en su interior el retablo mayor barroco del siglo XVIII.
Ermita de la Virgen de los Remedios.

Santo Domingo de la Calzada

La Compostela riojana, como algunos la denominan, debe su existencia a un vecino de la cercana localidad de Viloria, este hombre se llamaba Domingo pero paso a la historia como Santo Domingo de la Calzada, el mayor benefactor del camino, al que dedicó buena parte de sus 90 años de existencia, aún habiendo sido rechazado como fraile en los monasterios de San Millán y Valvanera. Él sólo desbrozó bosques, trazó el camino desde Nájera hasta Redecilla, levantó un puente sobre el río Oja, construyó iglesias y hospitales y atendió a miles de peregrinos.
Al morir en 1109, fue enterrado en la ruta que tanto contribuyó a mejorar. Sobre su sepulcro se erigiría después la actual Catedral, que luce cabecera románica y su magnífico campanario exhibe un barroco exuberante.
En el interior se conservan en una hornacina dos gallinas en recuerdo al más popular milagro atribuido al Santo De La Calzay que cuenta como una familia de peregrinos se alojo en la posada del Santo, cuya criada se encapricho del hijo, pero despechada por la nula atención que aquel le prestaba, escondió una copa de plata en el zurrón del chico y lo denunció. El joven fue apresado, condenado y ahorcado.
Los padres afligidos, continuaron su peregrinación a Santiago y al regresar encontraron a su hijo aún vivo, colgando de la soga, el Santo lo sujetaba por los pies. Corrieron a contárselo al regidor de la ciudad pero este no los creyó. «Tu hijo esta tan vivo como la gallina que se está asando» les contestó. Acto seguido, la pita se incorporó y cantó, para hacer bueno el refrán: «Santo Domingo de la Calzada, donde cantó la gallina después de asada».
La ciudad se defendía con una muralla, que llegó a tener cerca de 1500 m de longitud, de la que se conservan algunos lienzos y torreones. También destacan la casa gótica del Obispo Juan Pino, donde murió Enrique II, en 1379. El Hospital de Santo Domingo, donde hoy se ubica un espléndido Parador Nacional. El Convento de las Bernardas, que fue construido por Pedro Manso de Zúñiga en el siglo XVIII. Extramuros se encuentra el Convento de San Francisco.