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Cultura

Redondela

Eran muy conocidas, entre los peregrinos antiguos, las murallas de la villa, que ya no existen. Lo que sí existen son documentos y restos arqueológicos de su pasado más remoto. De hecho, en Redondela, se encuentra una de las mayores y más interesantes necrópolis de época megalítica, de todo el territorio gallego :»Chan das Formigas» está situada entre las «parroquias» de Trasmañó y Cabeiro. La forman más de 40 megalitos de diferentes formas y tamaños, en distintos estados de conservación. Son los primeros testimonios de población de la comarca y tienen una datación en torno a los 3000 años a C.
Aunque no tan importantes, Negros, Monte do Castro o Ventosela, en Vilar do Mato, tienen hallazgos arqueológicos destacados, con interesantes grabados rupestres.
En tiempos históricos más cercanos, la historia de este municipio presenta una evolución sostenida a lo largo del pasado siglo XX, creciendo de forma sostenida, a pesar del ligero estancamiento sufrido en los años 80 de este pasado siglo. Este crecimiento se debe, en buena medida, a su cercanía a Vigo y Pontevedra.
Como es lógico, su actividad más importante es la pesca, que ha hecho que el puerto de Redondela se coloque entre los 10 primeros puestos entre los gallegos. La flota pesquera de la villa es fundamentalmente de bajura, dedicada a la pesca de peces de poco precio, mariscos y «choco», producto típico de la gastronomía redondelana.
No sólo la pesca, sino también la horticultura, hacen famosa a la villa gallega. Gran parte de su población se dedica al cultivo de hortalizas y a la producción vinícola. De hecho, los habitantes de la villa fueron los primeros que instalaron invernaderos para el cultivo de frutas como el kiwi y para el cultivo de preciosas flores.
Dentro del apartado industrial, Redondela se ha centrado, como es lógico, en las industrias conserveras y de congelados.
El sector terciario lo engloba una pequeña parte de la población redondelana, que se mantiene con negocios familiares.

Viso

Santa María de Ponte Sampaio

Pontevedra

La leyenda cuenta que Teucro, uno de los participantes en la desdichada guerra de Troya, al volver a su patria, cayó en brazos de una bella sirena, de nombre Leucoiña, un tanto esquiva ella, a la que tuvo que perseguir hasta la Ría de Pontevedra. Despechado, llamó Hellenes a la ciudad.
Su existencia documentada se remonta a la parada de postas romana llamada «Ad Dous Pontes», en la Vía XIX, que ponía en comunicación a las ciudades de Braga y Lugo, más tarde se la conocería como «Ponte Veteri».
Ya en la Edad Media, el monarca Fernando II, en el siglo XII, le otorgó numerosos fueros y privilegios, que la ayudaron a convertirse en un importante centro comercial.