Alfaro
Palacio Abacial
Construido en época del Abad del Río, en la segunda mitad del siglo XVIII. El Abad vivía en casa alquilada y no disponía de bodegas propias y suficientes donde recoger sus cuantiosos diezmos de vino. En esta época los abades se deciden a construir una morada digna de la primera autoridad eclesiástica. La construcción se realizó con arreglo a los planos de Ventura Rodríguez. En 1781 el Palacio Abacial está ya a punto de ser concluido. Por la ley de desamortización de 1855 pasó a ser propiedad del Estado. El párroco de San Miguel intentó excluirlo de la incautación haciéndolo pasar como casa parroquial pero desistió del empeño por haber varias cantidades contra la Abadía que redituaban anualmente una gran cantidad de dinero.
Colegiata de San Miguel
Templo construido a finales del siglo XVII en ladrillo macizo. Está jalonada por dos torres que se alzan a 50 metros y entre ambas un cuerpo central. La parte baja está dividida por dos grandes pilastras. Entre ellas tres grandes arcadas cobijan las monumentales portadas, correspondientes a la nave mayor y a las laterales. La parte central consiste en una galería con nueve arcos de medio punto.
Las torres están constituidas por cuatro cuerpos elevados en degradación, los tres primeros cuadrados y el cuarto octogonal. En cada cuerpo tres pilastras y ocho, respectivamente, dan lugar a huecos rematados por arcos de medio punto. Las torres están rematadas por chapiteles.
En el interior, de planta rectangular, se alzan tres naves de igual altura, separadas por una serie de pilares de ladrillo. De estos pilares y de los muros surgen los arcos fajones de medio punto que sostienen las bóvedas. Una larga serie de capillas se alojan entre los contrafuertes: Nuestra Señora del Rosario, San José y Santa Ana, los Desposorios de Nuestra Señora, San Joaquín y Santa Ana, Santo Entierro, San Esteban, San Juan Bautista, Dulce Nombre de Jesús, Madre del Amor Hermoso, Benditas Ánimas, San Roque, San Ildefonso y los retablos de San Francisco Javier y de San Nicolás de Bari
Ermita Ntra. Sra. del Pilar
Convento e Iglesia de San Francisco de Asís
Construido en ladrillo con alguna cadena de piedra. Data de la segunda mitad del siglo XVII. Cuatro pilastras dividen el paramento en cinco calles. Las laterales corresponden a las torres, las centrales al triple ingreso en medio punto. En la calle central hay dos hornacinas con imágenes de San Francisco y la Inmaculada. Las torres constan de tres cuerpos, los dos primeros de planta cuadrada y el tercero octogonal.
El interior es de una sola nave con capillas comunicadas mediante arcos entre los contrafuertes. La cabecera es rectangular y el crucero está dividido en cinco tramos, sobre los dos últimos está el coro.
Ermita de San Roque
Fue edificada por el Ayuntamiento de Alfaro en la primera mitad del siglo XVII. Está construida en ladrillo y es de estilo barroco. Tiene una sola nave terminada en cabecera ochavada de tres paños. El acceso se realiza a través de un arco de medio punto que está entre pilastras que soportan frontón triangular.
En el interior aparece un retablo rococó de la segunda mitad del siglo XVIII. A los pies aparece la imagen románica de Cristo Crucificado.
Convento de la Inmaculada Concepción
Construido en ladrillo en el siglo XVII. La fachada es de estilo clasicista. Grandes pilastras la dividen en tres paños. Se eleva tres plantas.
La iglesia es de una sola nave con cabecera rectangular y crucero dividido en tres tramos. Arcos de medio punto sobre pilastras soportan las bóvedas, excepto el crucero, donde se levanta la cúpula.
El retablo mayor es rococó. Consta de banco, cuerpo de tres calles y ático. Lleva imágenes de San Joaquín, Santa Ana, San Miguel, San Luis Obispo de Tolosa y San Francisco de Asís.
Palacio de los Sáenz de Heredia
Iglesia de Nuestra Sra. del Burgo
Está construida en ladrillo y es de estilo clasicista y barroco del siglo XVII. La portada es de piedra y está constituida por un arco de medio punto entre pilastras. Encima, en una hornacina, aparece la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles, de alabastro, obra de Francisco de Villanoba (1753). La torre es de cuatro cuerpos, los dos primeros cuadrados y los dos restantes octogonales.
El interior consta de una nave, crucero, cabecera rectangular y capillas entre los contrafuertes de los dos últimos tramos de la nave.
Las capillas están dedicadas a los Pueyo, Nuestra Señora de los Dolores, San José, Santiago, San Jorge, la Cruz y la Virgen del Burgo.
Rincón de Soto
Iglesia parroquial de Rincon de Soto
Calahorra
Palacio Episcopal
Calahorra Romana
El núcleo romano fue fundado de nueva planta en una época comprendida entre los años 74 y el 34-36 a J.C. Los estudios más serios sobre este asentamiento romano los ha llevado a cabo la Universidad de Navarra a través de una excavación realizada por el Seminario de Arqueología. La excavación sacó a la luz abundantes fragmentos de cerámica del S. I., aunque los expertos no descartan la posibilidad de que se tratara de una fortificación tardía, del Bajo Imperio, para frenar la amenaza de los invasores germanos. Aunque se desconoce el trazado exacto de todos los lados de la ciudad romana, los arqueólogos sospechan por el trazado paralelo de las calles y el nombre de algunas de ellas- cavas- en la función militar. La Calahorra romana se cerraría con el Circo, extramuros de la ciudad.
Dentro de estas excavaciones sorprende el descubrimiento de un edificio perteneciente al siglo I d C., al que se ha denominado «La Clínica», construido sobre la ladera norte de la ciudad. Los arqueólogos encargados de las excavaciones creen que sería un edificio privado, que con sucesivas modificaciones, continuó en uso hasta el siglo V d C. De él se han recuperado la cubierta, la decoración de las paredes y el suelo y abundante mobiliario. Igualmente procede de este conjunto un busto femenino apodado «La Dama Calagurritana».
La Matrona
En el año 1878, la ciudad de Calahorra quiso rendir un homenaje a sus antepasados, que resistieron heroicamente el asedio de las tropas del general romano Pompeyo, en el año 72 a C. Las atroces condiciones de vida de los Calacoricos, les llevó a cometer inevitables actos de canibalismo. Este durísimo hecho es el que la ciudad quiso representar, al erigir la estatua, con una figura femenina, símbolo de la llamada «Fames Calagurritana. Es una figura muy bella, sólida, decidida, dispuesta a presentar batalla, con un pie adelantado en posición de defensa. Todo un ejemplo para las mujeres de todos los siglos.
Arco de San Andrés
Catedral de Santa María
El origen de este templo catedralicio, localizado en un lugar tan inusual como los extramuros de una ciudad, es el martirio de dos legionarios romanos: Emeterio y Celedonio, decapitados en el año 300 d C. En este mismo lugar existía ya en el siglo IV un baptisterio y más tarde un templo destruido por los musulmanes; reconquistada la zona por las tropas cristianas, se edifica un templo románico y ya en el siglo XV comienza la construcción de Santa María, cuyas obras iban a durar doscientos años. De su aspecto exterior llama la atención su torre, de seis cuerpos; los cinco primeros de época renacentista y el sexto cuerpo perteneciente al siglo XVII. La portada principal concebida como un retablo barroco formado por tres cuerpos y remate triangular fue realizada por los hermanos Juan Y Santiago Raón en los últimos años del siglo XVII. No tan efectista, pero de alta calidad artística, es la llamada portada de San Jerónimo.
El interior del templo desde los pies hasta el crucero es de estilo gótico realizado entre 1484 y 1526. También gótico pero con claras influencias renacentistas, es el presbiterio construido por el maestro Juan Pérez de Solarte y su hijo.
Como todo templo de peregrinación posee cabecera con girola y capillas radiales para la atención espiritual de las riadas de peregrinos que acudían a la Catedral. En la nave central destaca por encima de cualquier otro elemento su magnífico coro dotado de una maravillosa sillería, obra cumbre del estilo plateresco ejecutada por el maestro Guillén de Holanda entre 1532 y 1538. No menos impresionante es la reja que lo cierra, obra de Pedro Lezcano, ya en el siglo XVII. Muy hermosa es la Pila Bautismal, conocida como Pila de los Santos, obra de estilo renacentista, de 1513, que muestra los conocidos símbolos jacobeos: veneras y calabazas. La Sacristía conocida por el sobrenombre de sacristía de los Espejos, es un ejemplo acabado del estilo rococó. El claustro es de estilo gótico-renacimiento y fue construido por los maestros Juan y Martín de Olave que interrumpieron su trabajo en 1549 y nunca lo llegaron a terminar. El ala este del claustro fue ampliada entre 1970 y 1975 imitando el estilo original. En la actualidad se ha reconvertido en Museo Diocesano y conserva gran número de piezas de arte religioso de distintos estilos.
Convento de Ntra. Sra. del Carmen
Iglesia de Santiago
Iglesia de San Andrés
Comenzada en el s. XVI, destaca su magnífica portada gótica, con un curioso tímpano y un interesante interior. El coro tiene un espléndido cuadro de la inmaculada de Ribera.
Aunque dedicada a San Andrés, posee numerosas muestras del culto a Santiago, como, por ejemplo, la imagen del Apóstol, en indumentaria de peregrino, presidiendo uno de los tornavoces de los púlpitos (desaparecidos); los símbolos de Santiago en un detalle del frontal de altar, en raso rojo bordado con hilos de oro, donado por el Obispo de Badajoz, D. Fco. Javier Rodríguez y un lienzo de considerables proporciones con el tema de «Santiago Matamoros», que se encuentra en la Sala Capitular.
Iglesia de San Francisco
El Humilladero
Es un monumento emblemático en el Camino Jacobeo y el primero que encuentra el peregrino al entrar en la ciudad. En su origen era un punto de reunión levantado en memoria de los romeros que usaban la antigua calzada romana desde el mar Mediterráneo hasta Santiago de Compostela. Fue construido por Pedro de Olave II, en estilo plateresco, entre los años 1541 y 1560. El nombre de humilladero le viene de la costumbre de los peregrinos de postrarse ante su crucifijo, o «humillarse», igual que se hacía ante los «cruceiros» gallegos.
Su estructura está integrada por una planta cuadrada con estribos de sección rectangular en los ángulos, que sirven para contrarrestar el empuje de la bóveda de crucería estrellada, con la que está cubierto. El frontal se abre en arcos apuntados. El aspecto resultante es algo severo.
Monasterio de San José
Fue fundado en 1598 como monasterio femenino de obediencia carmelitana. La edificación de este cenobio fue apoyada moral y financieramente por innumerables ciudadanos, de modo que su templo pudo ser consagrado en 1642. Este templo es la única parte que se puede visitar. Presenta planta de cruz latina, según el modelo carmelitano del primer tercio del siglo XVII.
La fachada se ciñe, igualmente, al patrón carmelita: cuerpo rectangular, coronado por un frontón triangular, cuyo remate se efectúa con el característico motivo de las bolas.
Sobre su vano principal aparece una imagen de San José con el Niño, obra de talleres madrileños, realizada en el año 1649. Flanquean la fachada las armas de la familia González de Uzqueta.
En el interior destacan sus excelentes retablos. El retablo Mayor, es barroco clasicista y sus grupos escultóricos pertenecen a talleres vinculados al excelente escultor Gregorio Fernández.
En la nave central destacan dos retablos de estilo neogótico.
El brazo Sur del crucero acoge en uno de sus brazos un lienzo barroco, 1644, obra de Bartolomé Román, que representa el martirio de San Bartolomé; en el coro bajo, se aloja un maravilloso crucifijo de estilo romanista, de finales del siglo XVI, obra del escultor Manuel Pereira, más conocido por ser el creador de la magnífica representación de San Bruno, fundador de La Cartuja, en La Cartuja Burgalesa.
La joya del Monasterio es la escultura de Cristo atado a la columna,
obra del año 1625, del escultor Gregorio Fernández.