Apostol

Vía Augusta

Etapa

6

Cultura

Ruta principal

Utrera

Dentro del término municipal de Utrera se han encontrado numerosos restos arqueológicos: ídolos, hachas, puntas de flecha, cerámicas, así como diversos utensilios de piedra que reflejan la presencia del hombre desde tiempos prehistóricos. Es destacable el hallazgo de monumentos funerarios de la cultura megalítica, que tuvo lugar entre el Neolítico y el Eneolítico, extendiéndose hasta la Edad del Bronce —circa 2500 a. C.— y la Edad del Hierro —circa 800 a. C.—.
Hay vestigios de un intenso comercio en la zona durante el período prerromano. Los hallazgos más significativos son de origen fenicio, tartésico y turdetano.
De época romana son los primeros datos escritos sobre la existencia de poblaciones importantes en la zona. Estrabón, en el libro III de su Geografía, relata: “La poblaron soldados del César que fueron eméritos y veteranos”.
Su intensa romanización queda confirmada por los diversos monumentos y asentamientos, necrópolis y demás vestigios que dicha cultura dejó en su término municipal.
Por el “Puente de La Alcantarilla”, de época romana, transcurría la “Vía Augusta” camino de Hispalis. En su término hay abundantes asentamientos de dicha cultura. Asimismo, en Torres Alocaz (perteneciente a su municipio), se ha querido localizar la mansio romana Ugia, que formaba parte del trazado de la citada vía de comunicación.
Se han encontrado restos de sepulturas visigóticas de la época paleocristiana, como demuestran las lápidas y terracotas, los anagramas de Cristo presentes en los enterramientos, así como los símbolos del Antiguo Testamento y las leyendas alusivas a la escatología cristiana.
No existen muchos datos en torno a la Utrera islámica, pero la vaga presencia de la población en los libros de repartimiento de Sevilla denota que no existió una presencia árabe importante. Hay que señalar que los restos arqueológicos indican que existía una mezquita en el lugar donde actualmente se levanta la Iglesia de Santa María de la Mesa.
Los primeros datos de Utrera con rigor histórico se encuentran a partir de la Reconquista cristiana. En 1253, Alfonso X lleva a cabo el repartimiento de las tierras conquistadas en la provincia de Sevilla. A lo largo de los siglos XIII, XIV y XV, la ciudad toma un papel destacado como punto militar estratégico en la defensa de la frontera entre el territorio musulmán y el cristiano.
La población de Utrera tiene su origen en las repoblaciones que se llevaron a cabo durante el siglo XIII, cuando se asentó en la zona una importante colonia musulmana y judía. Tras la conquista de las tierras por Fernando III, a muchas de las familias musulmanas de la zona se les permitió permanecer como mudéjares y continuaron habitando el lugar, dedicándose fundamentalmente a la agricultura y a otros oficios manuales. Se tienen noticias de la existencia de asentamientos de gitanos en la localidad desde el siglo XV. Este grupo ha permanecido desde entonces y en la actualidad la comunidad gitana de Utrera constituye un colectivo plenamente integrado en la sociedad utrerana.
El reinado de Felipe II marcó el punto álgido de la bonanza económica de la localidad. En 1570, Utrera era la primera población del reino de Sevilla después de la capital.
En 1649, la peste bubónica afectó con virulencia a la población de la ciudad. Esta epidemia y los problemas generalizados derivados de la política de los Austrias menores marcaron el fin del auge económico vivido por Utrera durante el siglo anterior.
A lo largo del reinado de Carlos III, entre 1759 y 1788, se puso un especial interés en la repoblación de la comarca y se llevaron a cabo importantes trabajos para mejorar las infraestructuras del pueblo.
Durante la Guerra de la Independencia, las tropas francesas ocuparon Utrera. Este hecho causó gran perjuicio tanto a la población como a su arquitectura, dejando a la villa en una difícil situación. Obtuvo la consideración de ciudad en 1877, durante el reinado de Alfonso XII.
Históricamente, la localidad de Utrera ha tenido un papel importante como nudo de comunicaciones. Esto se debe a que, además de estar bien comunicada por carretera, era el enlace ferroviario entre las ciudades de Sevilla, Cádiz y Málaga. Gracias a esto, la ciudad mantuvo un importante número de empleos fijos en el sector ferroviario. Tras la remodelación del trazado viario, este enlace ha sido trasladado a la cercana ciudad de Dos Hermanas.
En cuanto a la agricultura, es el olivar su mayor riqueza, teniendo una variedad de mesa llamada «gordal», de gran fama, y que se recolecta manualmente en otoño. El término municipal de Utrera abarca unas 67.687 hectáreas, de las cuales 8.465 eran de regadío según los datos del año 2007, número que anualmente sigue creciendo. Además, mantiene su producción tradicional de olivar, girasol, cereal, legumbre, tubérculo, hortaliza, cítrico, algodón y remolacha.
Personajes utreranos importantes son: Rodrigo Caro, poeta, historiador, arqueólogo y abogado utrerano, coetáneo del Siglo de Oro; los dramaturgos hermanos Álvarez Quintero; El Abate Marchena, ilustrado afrancesado; los cantaores Fernanda y Bernarda de Utrera, entre otros.

Inscripción romana AVGVSTVS PONTEM en el Puente de Las Alcantarillas

Alcalá de Guadaíra

La villa es también conocida como “Alcalá de los Panaderos”, dado que históricamente ha surtido de dicho producto a la vecina capital, Sevilla. Aún se recuerda el conocido como “Tren de los Panaderos”, línea inaugurada en 1873 y que estuvo operativa para los artesanos de este gremio hasta 1962.
Su pasado prehistórico queda atestiguado en los yacimientos de la zona de Gandul, donde existen restos megalíticos. Su proximidad a Hispalis favoreció la presencia de la cultura romana, especialmente por la gran fertilidad de la zona.
Tras la conquista romana, el área de Alcalá quedaría incluida en la provincia Ulterior Baetica, con capital en Cordvba (actual Córdoba), y capital regional en Hispalis (actual Sevilla). El rasgo más destacado del período romano es la completa reorganización de la economía agrícola, especialmente a partir del s. I a. de C., mediante la introducción del sistema de villae.
Aunque existen algunos restos visigodos, su importancia crece con la llegada de la cultura árabe y musulmana. En los años 711 y 756, Sevilla fue la capital de la provincia islámica (la península era toda una provincia). Época de la cual proviene el actual nombre de la localidad, Alcalá de Guadaíra, que deriva de Qall’at Yâbir (‘Qalat Chabir’), junto con la denominación del río Guadaíra Wadi Ayra (‘Wadi Ira’). Su importancia derivó de encontrarse en un cruce de caminos así como ser parte del cinturón defensivo de Hispalis.
La época de la Reconquista es importantísima en su historia, ya que se produce su consolidación como pueblo, dejando de ser un mero asentamiento militar y lugar de tributo de los campesinos de la comarca. En el año 1280, Alfonso X le otorga la carta de poblamiento, creándose la Villa de Alcalá.
Entre los siglos XIV y XV, Alcalá de Guadaíra desarrolla una importante economía agrícola, centrada en el cultivo de trigo y olivar. La producción de cereales potenció la industria molinera alcalareña, de tal forma que en esta época en el curso del Guadaíra y sus afluentes se construyen numerosos molinos (San Juan, El Algarrobo), además de reaprovecharse algunos ya existentes de época andalusí. La producción de harina permitió también el desarrollo de una importante industria del pan, que hacia el siglo XV abastecía ya a la capital.
Durante las luchas nobiliarias vinculadas a la coronación de Isabel I de Castilla (1474 – 1504), Alcalá es campo de batalla entre las familias enfrentadas de los Ponce de León y los Guzmán. El Castillo sería tomado por los Ponce de León entre 1471 y 1477, siendo usado como base desde la que hostigar a Sevilla (en poder de los Guzmán). Tras las «paces de Marchenilla», el Castillo volvería a la Corona castellana.
A lo largo del siglo XIX, Alcalá de Guadaíra se consolidaría como agrociudad de la periferia sevillana, con un importante papel en el abastecimiento agrícola de la capital. Asimismo se mantuvo la importancia de la industria de transformación, centrada en la producción de harina y pan. Es cuando conoce su gran desarrollo la industria panadera de Alcalá, con un elevado número de tahonas (‘obradores de pan’) censados en el casco urbano. A los numerosos molinos situados en el curso de Guadaíra se añaden otros en los cursos de los arroyos circundantes (molinos de Marchenilla y Gandul, molinos de La Tapada y Oromana, etc.).
A principios del siglo XX, Alcalá de Guadaíra es una ciudad de la periferia sevillana centrada en la explotación agrícola del territorio, la transformación de materias primas y su comercialización hacia el mercado de la capital: cereales, harina, pan, aceite y aceitunas, así como otros productos menores (como el jabón) formaban la base de la economía alcalareña. Como fenómeno singular dentro de la urbanización periférica de Alcalá durante la segunda mitad del siglo XX hay que destacar la repoblación del Cerro del Castillo.
Entre los personajes alcalareños destacados está José María Gutiérrez de Alba (novelista, dramaturgo, periodista y poeta), que da nombre al teatro de la ciudad.

Ruta alternativa

Utrera

Dentro del término municipal de Utrera se han encontrado numerosos restos arqueológicos: ídolos, hachas, puntas de flecha, cerámicas, así como diversos utensilios de piedra que reflejan la presencia del hombre desde tiempos prehistóricos. Es destacable el hallazgo de monumentos funerarios de la cultura megalítica, que tuvo lugar entre el Neolítico y el Eneolítico, extendiéndose hasta la Edad del Bronce —circa 2500 a. C.— y la Edad del Hierro —circa 800 a. C.—.
Hay vestigios de un intenso comercio en la zona durante el período prerromano. Los hallazgos más significativos son de origen fenicio, tartésico y turdetano.
De época romana son los primeros datos escritos sobre la existencia de poblaciones importantes en la zona. Estrabón, en el libro III de su Geografía, relata: “La poblaron soldados del César que fueron eméritos y veteranos”.
Su intensa romanización queda confirmada por los diversos monumentos y asentamientos, necrópolis y demás vestigios que dicha cultura dejó en su término municipal.
Por el “Puente de La Alcantarilla”, de época romana, transcurría la “Vía Augusta” camino de Hispalis. En su término hay abundantes asentamientos de dicha cultura. Asimismo, en Torres Alocaz (perteneciente a su municipio), se ha querido localizar la mansio romana Ugia, que formaba parte del trazado de la citada vía de comunicación.
Se han encontrado restos de sepulturas visigóticas de la época paleocristiana, como demuestran las lápidas y terracotas, los anagramas de Cristo presentes en los enterramientos, así como los símbolos del Antiguo Testamento y las leyendas alusivas a la escatología cristiana.
No existen muchos datos en torno a la Utrera islámica, pero la vaga presencia de la población en los libros de repartimiento de Sevilla denota que no existió una presencia árabe importante. Hay que señalar que los restos arqueológicos indican que existía una mezquita en el lugar donde actualmente se levanta la Iglesia de Santa María de la Mesa.
Los primeros datos de Utrera con rigor histórico se encuentran a partir de la Reconquista cristiana. En 1253, Alfonso X lleva a cabo el repartimiento de las tierras conquistadas en la provincia de Sevilla. A lo largo de los siglos XIII, XIV y XV, la ciudad toma un papel destacado como punto militar estratégico en la defensa de la frontera entre el territorio musulmán y el cristiano.
La población de Utrera tiene su origen en las repoblaciones que se llevaron a cabo durante el siglo XIII, cuando se asentó en la zona una importante colonia musulmana y judía. Tras la conquista de las tierras por Fernando III, a muchas de las familias musulmanas de la zona se les permitió permanecer como mudéjares y continuaron habitando el lugar, dedicándose fundamentalmente a la agricultura y a otros oficios manuales. Se tienen noticias de la existencia de asentamientos de gitanos en la localidad desde el siglo XV. Este grupo ha permanecido desde entonces y en la actualidad la comunidad gitana de Utrera constituye un colectivo plenamente integrado en la sociedad utrerana.
El reinado de Felipe II marcó el punto álgido de la bonanza económica de la localidad. En 1570, Utrera era la primera población del reino de Sevilla después de la capital.
En 1649, la peste bubónica afectó con virulencia a la población de la ciudad. Esta epidemia y los problemas generalizados derivados de la política de los Austrias menores marcaron el fin del auge económico vivido por Utrera durante el siglo anterior.
A lo largo del reinado de Carlos III, entre 1759 y 1788, se puso un especial interés en la repoblación de la comarca y se llevaron a cabo importantes trabajos para mejorar las infraestructuras del pueblo.
Durante la Guerra de la Independencia, las tropas francesas ocuparon Utrera. Este hecho causó gran perjuicio tanto a la población como a su arquitectura, dejando a la villa en una difícil situación. Obtuvo la consideración de ciudad en 1877, durante el reinado de Alfonso XII.
Históricamente, la localidad de Utrera ha tenido un papel importante como nudo de comunicaciones. Esto se debe a que, además de estar bien comunicada por carretera, era el enlace ferroviario entre las ciudades de Sevilla, Cádiz y Málaga. Gracias a esto, la ciudad mantuvo un importante número de empleos fijos en el sector ferroviario. Tras la remodelación del trazado viario, este enlace ha sido trasladado a la cercana ciudad de Dos Hermanas.
En cuanto a la agricultura, es el olivar su mayor riqueza, teniendo una variedad de mesa llamada «gordal», de gran fama, y que se recolecta manualmente en otoño. El término municipal de Utrera abarca unas 67.687 hectáreas, de las cuales 8.465 eran de regadío según los datos del año 2007, número que anualmente sigue creciendo. Además, mantiene su producción tradicional de olivar, girasol, cereal, legumbre, tubérculo, hortaliza, cítrico, algodón y remolacha.
Personajes utreranos importantes son: Rodrigo Caro, poeta, historiador, arqueólogo y abogado utrerano, coetáneo del Siglo de Oro; los dramaturgos hermanos Álvarez Quintero; El Abate Marchena, ilustrado afrancesado; los cantaores Fernanda y Bernarda de Utrera, entre otros.

Inscripción romana AVGVSTVS PONTEM en el Puente de Las Alcantarillas

Dos Hermanas

Desde la antigüedad han existido asentamientos humanos en el término municipal, como Orippo, ciudad romana en la Vía Augusta de Roma a Cádiz, probablemente ya poblada anteriormente por turdetanos. De ella quedan la Torre de los Herberos y distintos restos que en la actualidad están siendo excavados, que incluyen varios hornos de alfar, algunos perfectamente conservados. Orippo aparece en los «Vasos de Vicarello» y es citada en el Itinerario de Antonino como la Quinta Mansión de la VII vía militar, que iba de Gades a Cordvba, a 24 millas de Ugia (Torre Alocaz, Utrera) y a 9 millas de Hispalis (Sevilla).
En la época árabe no se tiene constancia de ningún núcleo de población. Los terrenos que actualmente la conforman formaban parte de la Kora de Sevilla, y contaban con varias alquerías que formaban unidades de producción, que han llegado casi hasta nuestros días en forma de los cortijos que poblaban -y algunos aún pueblan- la zona.
El origen del actual asentamiento es el reparto de tierras que se hizo tras la conquista de Sevilla por el rey castellano Fernando III (1248). Su hijo Alfonso X el Sabio repartió las tierras conquistadas entre los caballeros que habían participado en ella.
El actual término municipal fue repartido entre varios, pero el que a la larga dio origen a la actual ciudad, fue el trozo que le correspondió a un adalid o jefe de “partida” llamado Gonzalo Nazareno, al que según el libro «Repartimento de Sevilla» le correspondió:
[…] tres yugadas de heredad allende de Guadayra e aquende del Guadalquivir, es contra Xeres e es contra Lebrixa
De la Edad Moderna se tienen pocos datos, si exceptuamos los distintos censos de población que se hacían en la época, los cuales eran corrientemente falseados para evadir impuestos. Se cree que su economía era eminentemente agropecuaria con la excepción de la producción de cal.
Desde 1631 a 1636 perteneció a la Casa de Arcos y a partir de esta fecha pasó el Señorío y jurisdicción a la familia Pedrosa, que en 1679 obtuvo el Marquesado de Dos Hermanas. Tenía la población aproximadamente 200 familias (unos 1.000 habitantes), en su mayor parte ocupadas en el cultivo de las fincas que poseían en el término las más ilustres familias sevillanas, según Rodrigo Caro. Hacia esa misma fecha se creó el Marquesado de La Serrezuela, que luego se convertiría en Villa independiente de Dos Hermanas hasta principios del siglo XIX.
A finales del siglo XIX comenzó la industrialización del municipio con la fábrica de hilados de yute y los primeros almacenes de aderezo de aceitunas. Esto creó una fuerte necesidad de mano de obra y produjo una fuerte inmigración que generó el primer aumento de población.
En un paraje del término conocido como Los Merinales, en la finca denominada actualmente Charco del Pastor, estuvo funcionando uno de los mayores campos de concentración de prisioneros republicanos al finalizar la Guerra Civil Española en 1939. Estos presos estuvieron sujetos a penas de trabajos forzados, y con su esfuerzo se fue construyendo el canal del Bajo Guadalquivir en el tramo que discurre por el término municipal, denominado “Canal de los Presos”. Entre 1940 y 1962 más de 10.000 pasaron por el lugar, provenientes de toda Andalucía. Actualmente (2009) está proyectado levantar en ese lugar un edificio destinado a guardar toda la documentación y archivos relativos a los presos que construyeron dicho Canal.
La agricultura de Dos Hermanas ha pasado por diferentes etapas de transformación a lo largo de la historia. Hasta mediados del siglo XX, el municipio era eminentemente agrícola y de secano, con grandes extensiones de olivares y siembra de cereales. Destacaban las variedades de aceitunas “gordales y manzanillas” dedicadas para aceituna de mesa, en cuya exportación al extranjero fueron pioneras las empresas envasadoras que había en el municipio.
Su rápido y continuo crecimiento a lo largo del siglo XX lo debe en parte importante al tejido industrial y empresarial que se ubicó en el municipio, fomentado con la creación de varios polígonos industriales. En 2007 existían 596 empresas censadas en actividades industriales.