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Pasión sin fin por el Camino de Santiago

28 septiembre 2017 / Mundicamino

El crevillentino Salvador Espinosa acaba de completar el recorrido por octava vez a sus 68 años – Desde su jubilación no ha faltado nunca a la cita.

Peregrinación. En 2002 cumplió por primera vez una de las ilusiones de su vida, hacer el Camino de Santiago, y, desde entonces, no ha parado de repetir. Esta semana ha completado por octava vez el recorrido y ya piensa en su aventura del próximo año. El crevillentino Salvador Espinosa relata su idilio con una de las rutas más famosas.

Una de las ilusiones de su vida era hacer el Camino de Santiago, pero sus obligaciones laborales no le permitían disfrutar de la experiencia como deseaba. Así que la primera vez que lo hizo tuvo que emplear cuatro años para ello. Entre 2002 y 2005 cogió una semana de vacaciones en agosto hasta que completó las etapas del mítico recorrido. Poco después llegó su prejubilación y, a partir de ahí, no hay un año en el que no se escape 25 días a completar la ruta, ya sea en junio o en septiembre. Salvador Espinosa, vecino de Crevillent de 68 años, acaba de regresar esta semana tras finalizar, por octava vez, el Camino de Santiago.

Tantos viajes le han permitido hacer la ruta desde prácticamente todos sus recorridos, algo que también le permite mantenerse en una gran condición física a su edad. Asegura que durante su peregrinación completa cada día etapas de 30 a 40 kilómetros sin problemas. «Las de 20 kilómetros se me hacen cortas», bromea un Espinosa que explica que siempre opta por los meses de junio o septiembre para hacerlo porque en julio y agosto hace demasiado calor. Especialmente le gusta el mes de junio porque en él puede disfrutar de las mejores castañas y nueces, con las que repone fuerzas para seguir caminando. Este año, en cambio, le ha tocado hacerlo en septiembre.

Para este vecino de Crevillent, hacer el Camino de Santiago supone «una gran relajación». «Como una vez me dijeron, es una gran inversión en salud. Este año me fui pesando 83 kilos y a la vuelta, peso 77. Estar unos días en silencio, en permanente contacto con el mar y la naturaleza, es algo que no tiene precio para mí. Me permite estar alejado de todas las cosas que me ponen nervioso y no tener que pensar en nada que no sea en caminar», asegura con satisfacción.

Según la opinión de este veterano del recorrido, la ruta más bonita es el llamado Camino del Norte, el que atraviesa, desde la localidad vasca de Irún hasta la gallega de Ribadeo, la costa cantábrica. Lo que menos le gusta a Espinosa son los últimos 100 kilómetros hasta llegar a Santiago, en los que, en su opinión, «se agolpan demasiados turistas y parece más una romería». Por este motivo, en ocasión ha cambiado su hoja de ruta y ha preferido desviarse para seguir caminando hasta llegar a Finisterre.

En tantos años de experiencias y vivencias, el crevillentino afirma haber hecho muchos amigos, de todas las latitudes del planeta y, también, del entorno local, como un gallego que esta vez le acogió en su casa y le invitó a comer. Espinosa acaba de dejar la mochila en su casa, pero ya está pensado en el recorrido que realizará el año que viene, posiblemente en un mes que pueda disfrutar de las mejores castañas y nueces.