Alija del Infantado
En la provincia de León y a veinte Km., al Sur de la Bañeza se encuentra esta población que perteneció al señorío del Duque del Infantado.
Su patrimonio artístico es interesantísimo. Dentro del arte religioso destacan sus dos iglesias. La iglesia de San Esteban está situada en el Barrio Alto y perteneció a la Orden de lo Templarios. Cuenta con un maravilloso artesonado mudéjar. El segundo templo pertenece al siglo XIII y está bajo la advocación de San Verísimo.
Cuenta también Alija con construcciones civiles como los restos de su castillo palacio, de planta cuadrangular y torre cuadrada del siglo XVI. Dentro de este ámbito está ubicado el Palacio de los Ponces, originario del siglo XIII.
Genestacio de la Vega
Está a tan sólo 5 kms de Álija del Infantado, en la carretera LE-114 en dirección a La Bañeza. Es muy interesante su iglesia parroqial dedicada a Santa Marina; en su interior se puede admirar un retablo, de estilo chinesco, que cuenta con veintidós tablas de estilo gótico. Según parece el pueblo formó parte de la dote nupcial de la condesa Dña. María de Quiñones, con motivo de sus desposorios con el Sr. Conde D. Alonso Pimentel.
Quintana del Marco
Quintana del Marco fue un destacado enclave romano. En 1899, en el llamado «pago de las Villas», a un kilómetro al norte del pueblo, se descubrieron los restos de una imponente villa, con ricos mosaicos, bustos de mármol y otras piezas suntuarias. Un resto romano de lo más curiosos es un busto del emperador Marco Aurelio, colocado en la flecha de la iglesia parroquial, y conocido por sus vecinos como «San Pedro».
Villanueva de Jamuz
Villanueva, fruto de las repoblaciones llevadas a acabo por los Reyes de León en los territorios reconquistados a los musulmanes, está documentada como tal ya en 1081.
Ya en el siglo XII, su nombre es el de Villanueva de Don Gutierre, en referencia don Gutierre Vermúdez, conde de la nobleza leonesa con gran peso específico en la corte, debido, entre otras cosas, a sus propiedades, extendidas por todo el Reino de León.
La historia de Villanueva, que continúa siendo capital de la jurisdicción de Jamuz, se ve ensombrecida, no por la falta de protagonismo en la comarca, sino por la escasa existencia de documentos, destruidos en un incendio que se produjo en la casa de los escribanos de Villanueva.
Santa Elena de Jamuz
El actual Ayuntamiento de Santa Elena de Jamuz, con sus tres poblaciones, nació a finales del siglo XIX, al desgajarse de la primitiva jurisdicción de Villanueva de Valdejamuz, compuesta por Villanueva, Santa Elena, Jiménez, Herreros y Quintana y Congosto.
Esta jurisdicción de Valdejamuz existía ya en el siglo XIII y pervivió hasta finales del siglo XIX. Constituían un pequeño señorío que primero perteneció a la familia de los “Moranes” y desde finales del XV a Los Quiñones-Condes de Luna.
Los tres pueblos del Municipio tendrían su origen en las repoblaciones auspiciadas por los monarcas leoneses durante los siglos X y XI. Unidos por su historia desde el siglo XIII, cada uno de ellos cuenta con su Concejo, forma ancestral de gobierno de la zona y sus Ordenanzas que regulaban la vida de sus moradores.
Bañeza, La
Las primeras referencias históricas al territorio bañezano aluden al carácter astur de sus habitantes. El oro, la abundancia de metales y la riqueza agropecuaria del territorio, motivaron la conquista de Roma entre los años 29 al 19 a. C. que culmina durante el reinado del emperador Augusto.
Su posición en un auténtico cruce de caminos, hizo que fuera una zona de ocupación humana densa y cotizada por diferentes pueblos durante las invasiones germanas que acabaron con Roma.
De la fusión de mozárabes cordobeses y de bercianos nacerá la esencia aperturista y cosmopolita de La Bañeza, así como su primer mercado y dos parroquias. Durante la Edad Moderna, esta ciudad pasó a convertirse en la cabecera del Marquesado de igual nombre en manos de la familia Bazán.
Al igual que otras ciudades, sufrió las consecuencias de la ocupación napoleónica y los padecimientos durante guerras carlistas. A finales del siglo XIX, se inicia la transformación de la base económica y del plano urbano, con un crecimiento periférico que coincide con la concesión real del título de ciudad.
Hoy es una ciudad sabia heredera del carácter franco y cosmopolita de todos sus pobladores desde la antigüedad. Una urbe que recibe con los brazos abiertos, que es festiva y carnavalesca, pero también seria y rigurosa.