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Betanzos

Sus favorables condiciones geográficas y de comunicación, así como los numerosos restos encontrados de asentamientos humanos inducen a pensar que fuera poblada ya en el período Paleolítico, aunque la falta de excavaciones arqueológicas hacen que esto no pase de ser una simple hipótesis.
Sí se sabe con certeza que existieron comunidades megalíticas, cuyas construcciones han llegado a nuestros días. Por ejemplo, sus construcciones funerarias: enterramientos colectivos en túmulos monumentales. Los restos más antiguos pertenecen al 3500 a. C. y los más recientes oscilan entre los años 1800 y el 1500 a. C. Se desconocen por completo sus entornos habituales, pero sí se sabe que eran grupos de agricultores-recolectores, en cuya cultura aparece la metalurgia.
No obstante, la cultura por excelencia en Galicia es la cultura castreña. Su característica más conocida es el castro. Al contrario de lo que ocurre con la civilizacion megalítica, se desconocen completamente sus ritos funerarios y enterramientos.
A lo largo de los siglos la ciudad se construye empezando por la cima del castro y se va extendiendo alrededor de la misma. En este punto más alto es donde se encuentra actualmente la plaza de A Constitución, rodeada por los edificios del Ayuntamiento, el Palacio de Bendaña, la Torre, la iglesia de Santiago y una serie de viviendas de madera. Este material en sus edificios provocó la destrucción de estas edificaciones en los incendios ocurridos en 1569 y 1616.
Al principio la ciudad se extendía hasta el primer recinto amurallado; los patios y huertas terminaban en un muro que, con el paso del tiempo, se convertiría en calle. El segundo recinto se abrió en los siglos XIV-XV, aunque los restos pertenecen al siglo XIV; su reconstrucción data del reinado de los Reyes Católicos. De esta muralla, que rodeaba la ciudad, hay pocos restos.

Abegondo

La rica composición de sus suelos y la existencia de algunos pazos dan idea de una antigua importancia del Ayuntamiento de Abegondo. Conserva restos de algunos castros como el de Meangos. Sobre él se edificó la iglesia de esta parroquia.
Abegondo fue tierra y morada de familias ilustres, persistiendo su presencia a lo largo de la geografía municipal en once edificaciones de esta categoría que en tiempos pasados se repartían por la superficie del municipio. Estas casas solariegas, o pazos, y otras edificaciones de carácter histórico, que se encuentran en su demarcación, nos dan una idea de la importancia social que tuvieron algunos de sus vecinos; por estas particularidades, la tradición histórica de Abegondo hay que buscarla en el discurrir de las familias nobles y sus descendientes que ocuparon relevantes cargos en la milicia, en la Iglesia y en la administración.
Un desafortunado incendio producido en el año 1948 destruyó completamente los archivos municipales y, por lo tanto, toda su riqueza documental.

Bruma (Mesía)

Las tierras de este municipio le fueron concedidas a un tal Gómez Pérez das Mariñas por el rey Juan II, en el siglo XIV, en régimen de Señorío y Tenencia. El caballero era, igualmente, Señor de A Coruña y de As Mariñas y poseía una torre en Mesía, heredada tras agrias luchas entre varios nobles y arzobispos de Santiago de Compostela. Durante la tristemente célebre revuelta de los lrmandiños, en 1467, fue derribada. Reconstruida de nuevo, le fue concedida a Gonzalo Díaz.
Sus habitantes ven pasar los siglos sometidos al tradicional régimen feudal. Tendrá que llegar el siglo XIX y el desgraciado episodio de las Guerras Carlistas para que Mesía entre en la Historia con mayúsculas. Don Carlos, pretendiente al trono, proclamó abanderado a Antonio López en Mesía. Era éste un antiguo oficial integrante de los «voluntarios realistas», y primer jefe de las partidas carlistas combinadas.

Ruta alternativa

Betanzos

Sus favorables condiciones geográficas y de comunicación, así como los numerosos restos encontrados de asentamientos humanos inducen a pensar que fuera poblada ya en el período Paleolítico, aunque la falta de excavaciones arqueológicas hacen que esto no pase de ser una simple hipótesis.
Sí se sabe con certeza que existieron comunidades megalíticas, cuyas construcciones han llegado a nuestros días. Por ejemplo, sus construcciones funerarias: enterramientos colectivos en túmulos monumentales. Los restos más antiguos pertenecen al 3500 a. C. y los más recientes oscilan entre los años 1800 y el 1500 a. C. Se desconocen por completo sus entornos habituales, pero sí se sabe que eran grupos de agricultores-recolectores, en cuya cultura aparece la metalurgia.
No obstante, la cultura por excelencia en Galicia es la cultura castreña. Su característica más conocida es el castro. Al contrario de lo que ocurre con la civilizacion megalítica, se desconocen completamente sus ritos funerarios y enterramientos.
A lo largo de los siglos la ciudad se construye empezando por la cima del castro y se va extendiendo alrededor de la misma. En este punto más alto es donde se encuentra actualmente la plaza de A Constitución, rodeada por los edificios del Ayuntamiento, el Palacio de Bendaña, la Torre, la iglesia de Santiago y una serie de viviendas de madera. Este material en sus edificios provocó la destrucción de estas edificaciones en los incendios ocurridos en 1569 y 1616.
Al principio la ciudad se extendía hasta el primer recinto amurallado; los patios y huertas terminaban en un muro que, con el paso del tiempo, se convertiría en calle. El segundo recinto se abrió en los siglos XIV-XV, aunque los restos pertenecen al siglo XIV; su reconstrucción data del reinado de los Reyes Católicos. De esta muralla, que rodeaba la ciudad, hay pocos restos.

A Coruña

Las riquezas minerales de la zona pusieron a estos territorios en el punto de mira de los romanos, quienes arribaron a las costas gallegas en el siglo II a. C. Junto a los intereses militares, tenían un papel fundamental la colonización y el reclutamiento de soldados.
En el año 62 a. C. Julio César llega a Brigantium (La Coruña actual), en busca de la ruta de los metales, para establecer contactos comerciales con Francia, Inglaterra y Portugal.
La colonización de las pobres tribus de pescadores coruñeses fue tan rápida que en muy poco tiempo los romanos convirtieron el primitivo villorrio en una ciudad de cierta importancia en el comercio marítimo (construcción del Faro).
Tras la caída del Imperio Romano, pocos documentos hay de la ciudad. Los historiadores suponen que sufriría las invasiones de los pueblos del Norte de Europa, que en el siglo V, penetraron en España.
Los árabes lo tuvieron mucho más difícil que los romanos, dada la brava resistencia presentada por los gallegos.
El acontecimiento más importante fue el desembarco en el Faro Brigantium de los temidos Normandos en el año 846.
Durante el siglo XVII la ciudad experimenta una dura caída en el favor real y es castigada con numerosos impuestos y onerosos servicios. La Hacienda Real no se cansa de solicitar a la ciudad hombres, ganados y avituallamientos para las numerosas contiendas que mantiene con las monarquías vecinas.
En estos momentos el Capitán General y Gobernador Diego das Mariñas mejorará las fortificaciones de la plaza; se construye la Puerta de San Miguel y se amplía la muralla.
La Coruña vivirá sus particulares experiencias durante el siglo XVIII, el llamado Siglo de Las Luces,traerá a España un cambio de dinastía, poca Ilustración, frenada por los ministros de Felipe V y muchos problemas de distinta índole.
En el siglo XIX, La Coruña participará activamente en toda la agitación política de la muerte del rey Fernando VII sin sucesión, las contiendas entre los isabelinos y los carlistas, las Guerras Carlistas subsiguientes, la expulsión de la Reina Isabel II, el pronunciamiento de Riego y otros hechos políticos que marcarán la historia del país.
Destacada será también la intervención de esta ciudad en los períodos históricos que siguen como la Restauración Monárquica, la República, la Guerra Civil y la Transición Democrática.

Bruma (Mesía)

Las tierras de este municipio le fueron concedidas a un tal Gómez Pérez das Mariñas por el rey Juan II, en el siglo XIV, en régimen de Señorío y Tenencia. El caballero era, igualmente, Señor de A Coruña y de As Mariñas y poseía una torre en Mesía, heredada tras agrias luchas entre varios nobles y arzobispos de Santiago de Compostela. Durante la tristemente célebre revuelta de los lrmandiños, en 1467, fue derribada. Reconstruida de nuevo, le fue concedida a Gonzalo Díaz.
Sus habitantes ven pasar los siglos sometidos al tradicional régimen feudal. Tendrá que llegar el siglo XIX y el desgraciado episodio de las Guerras Carlistas para que Mesía entre en la Historia con mayúsculas. Don Carlos, pretendiente al trono, proclamó abanderado a Antonio López en Mesía. Era éste un antiguo oficial integrante de los «voluntarios realistas», y primer jefe de las partidas carlistas combinadas.