Apostol

El Camino de Levante

Etapa

18

Cultura

Torrijos

Parece probado que fueron los vetones quienes primero se asentaron en Torrijos, aunque su nombre parece indicar su origen romano, que vendría de “turris”, torre, lo que supondría la existencia de un punto defensivo en plena llanura castellana desde la antigüedad para proteger el camino que unía Toletum (Toledo) con Avila a través de la Trasierra, es decir la misma ruta que hoy sigue el Camino de Levante. También se han hallado restos de un acueducto, calzada, enterramientos y monedas.
Torrijos ganó importancia en la época visigoda por su proximidad a Toledo, capital de aquel reino, y en esta localidad se asentaron colonizadores que crearon ricas explotaciones, como lo demostrarían topónimos como Las Suertes que recuerdan que los visigodos solían sortear las tierras entre sus gentes. Cercano a Torrijos se encuentra uno de los principales vestigios visigodos de la provincia, la Iglesia de Santa María de Melque.
Más tarde fueron los musulmanes quienes se asentaron en Torrijos, sobre todo en la zona conocida como Puerta de Maqueda (una de las cuatro del desaparecido recinto amurallado), donde aún se aprecia el urbanismo típico de una ciudad árabe, con calles estrechas y tortuosas, o adarves (callejones) sin salida.
Alfonso VI arrebató Torrijos a los musulmanes el mismo año de la reconquista de Toledo (1085). Dos años después de la batalla de Las Navas de Tolosa (1212) Alfonso VIII regaló Torrijos al arzobispo de Toledo, Jiménez de Rada, y éste lo cedió al cabildo.
Alfonso XI organizó grandes celebraciones en esta localidad por la victoria en la batalla del Salado (1340) y por el nacimiento de su hijo, más tarde Pedro I El Cruel. Asimismo inició la construcción de un palacio concluido en tiempos de su hijo.
Restaurado recientemente, San Gil sirve de sede al Ayuntamiento de Torrijos y a otras instituciones.
El palacio reúne una serie de dependencias muy bellas, destacando los dos claustros y el salón de plenos, con un bellísimo artesonado.
En Torrijos, Cárdenas también adquirió la antigua sinagoga para edificar en ella un Hospital de Peregrinos, el de la Santísima Trinidad, del que sólo restan la Capilla y el Claustro, convertidos hoy en Capilla del Cristo de la Sangre. En su interior se encuentra la imagen de Cristo, de procedencia americana y regalo de un capellán torrijeño.
En la misma época se levantaron el Palacio de los Señores de Maqueda, ya desaparecido, y los hospitales de la Consolación y de Afuera (también desaparecido). Cárdenas y Enríquez fueron los responsables de que Torrijos se convirtiese en una pequeña ciudad, que logró categoría de villa en 1482, y tras su muerte se produjo una cierta decadencia de la localidad.
En la Guerra de la Independencia, Torrijos sufrió el saqueo de las fuerzas francesas y la destrucción de edificios históricos, como el monasterio franciscano de Santa María de Jesús, obra de Juan Guas. Posteriormente se inicia una cierta recuperación económica con la llegada de emprendedores, sobre todo vascos. Desaparece el señorío de los duques de Maqueda, pero llega el ferrocarril de Madrid a Portugal.
El siglo XX marcó el renacimiento comercial de Torrijos, sobre todo a partir de los años cincuenta, y más aún desde los ochenta. La población se ha multiplicado espectacularmente, desde los casi 3.000 habitantes censados en 1900, hasta los 12.900 de la actualidad.

Val de Santo Domingo

En el siglo XII ya se documenta la existencia de este pueblo En 1216 se cita el pago de Val de Santo Domingo, en un documento mozárabe. En la jurisdicción de la villa tuvieron sendas propiedades los dominicos de San Pedro Mártir de Toledo, los jerónimos del monasterio de la Sisla, las bernardas de Santo Domingo de Silos. Su situación entre dos cañadas de merinas: La Segoviana y el Camino Real de Madrid, debió ser una causa en el origen de este pueblo. Se plantean dos causas de origen: la localización entre varias cañadas y las propiedades en su término de poderosas órdenes religiosas. * Caudilla, fue tierra repoblada por castellanos viejos en el siglo XII. En la villa se aposentó Enrique IV en su camino hacia Toledo, en el siglo XV. En 1477 contribuía al sostenimiento de la Santa Hermandad de Toledo.

Maqueda

Texto: Juan Frisuelos
El nombre de esta localidad es de origen árabe. Para unos procede de “maqqada”, que significa estable o firme, y para otros, como Corominas, de “maquida”, con el significado de plaza fuerte o estratégica o astutamente construida.
Existen indicios de la presencia romana, que usaron Maqueda como punto fuerte de vigilancia, como los sepulcros con inscripciones hallados en el prado de Martín de Zulema. En uno de lee “DMS CAYO VALERIO POMPEYANO PATRIS CAYUS VALERIUS LEVINUS FILIUS”. También lo demuestra un capitel de orden corintio de medio metro de altura que sirve de pila de agua bendita en la iglesia parroquial.
Hacia 981, el arquitecto musulmán Fathoben Ibrahim al Omeya, constructor de grandes mezquitas de Toledo y célebre por su saber y sus viajes a Oriente, aumentó y perfeccionó la fortaleza de Maqueda, que fue arrebatada a los árabes por Alfonso VI en 1085, el mismo año de la toma de Toledo por ese monarca.
En 1177 fue donada por Alfonso VII a la Orden de Calatrava. Más tarde perteneció a los Estados de don Álvaro de Luna y está documentada la estancia y residencia en el castillo de Maqueda de la futura Isabel la Católica, durante el reinado de su hermano, Enrique IV, y en compañía de su amiga, Isabel de Bobadilla.
Muy bien restaurado y en la actualidad casa-cuartel de la Guardia Civil, es de planta cuadrilonga, y se forma por cuatro enormes paramentos que a modo de altos muros rematados por almenas le confieren un clásico aspecto. Dado lo irregular del terreno en que se asienta, las cuatro cortinas de este alcázar son de diferente altura. Los muros son de mampostería y buen sillar. En cada esquina hay fuertes torres de planta circular.
El detalle que más ha llamado siempre la atención en este castillo es el coronamiento de sus muros, con un adarve en el que lucen elegantes almenas o merlones de disposición muy particular.
El Emperador Carlos I creó en 1530 el Ducado de Maqueda y lo otorgó a Diego de Cárdenas, Caballero de la Orden de Santiago y descendiente de Gutierre de Cárdenas, comendador mayor de León y contador mayor con los Reyes Católicos, y de su esposa, Teresa Enríquez, más conocida como La Loca del Sacramento.
La Iglesia de San Juan Bautista de Maqueda guardaba los sepulcros vistosamente decorados con estatuas orantes que se atribuyen a Pompeyo Leoni de Juan de Cardenas, sobrino de Diego de Cárdenas, y de su esposa, Juana de Ludeña. Los sepulcros fueron llevados primero a la iglesia de Santa María de los Alcázares, luego a París y por fin a un museo de Buffalo (EEUU).
Hacia 1500, Diego Sánchez de Cortinas, bisabuelo materno de Miguel de Cervantes, fue Alcalde del Castillo de Maqueda.
Maqueda, como Escalona, aparecen en la primera novela picaresca española: El Lazarillo de Tormes. En concreto, en Maqueda se une Lázaro al mísero cura local.

Escalona

Según los historiadores, el nombre de Escalona puede derivarse de su situación geográfica, como un escalón o una escala que es preciso superar para salvar el talud de 30 metros tallado a sus pies por el río Alberche y empezar a ascender la cordillera Carpetana. Otros creen que es de origen judío, al haber sido poblada por hebreos llegados desde Ascalón después de la dispersión por Nabucodonosor.
Se han hallado restos iberos, celtas, romanos y visigodos, pero se atribuye a los musulmanes la construcción de la primera alcazaba amurallada para aprovechar la estratégica situación de Escalona.
Alfonso VI, uno de los principales reyes de la Reconquista, fue quien la arrebató a los musulmanes en 1083 y desde allí se dice que preparó el asalto final a Toledo, dos años después.
Alfonso VII le concedió su fuero en 1118. El 5 de mayo de 1282 nació en el castillo-palacio escalonero Don Juan Manuel, considerado el primer prosista de la lengua castellana, sobrino de Alfonso X el Sabio y nieto de San Fernando, además de uno de los hombres más poderosos de su tiempo.
En 1423 Juan II la cedió a su valido, Álvaro de Luna, que edificó un nuevo alcázar (uno de los mayores por perímetro y más lujosamente decorados de Castilla), gobernó desde Escalona sus Estados y fue Maestre de la poderosa Orden de Santiago. En 1453 sufrió el asedió de las tropas reales cuando Luna cayó en desgracia y su esposa, Juana Pimentel, se atrincheró en la fortaleza.
Fue brevemente propiedad de la princesa Isabel, luego Reina Católica, hasta que en 1470 Enrique IV la entregó a su valido, Juan Pacheco, marqués de Villena e igualmente Maestre de Santiago, cuya dinastía conservó el señorío durante algunos años.
En el siglo XVI también visitaron Escalona y caminaron por el actual Camino de Levante dos santos peregrinos, Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz.
En la Guerra de la Independencia, los soldados franceses del Mariscal Soult causaron la ruina del castillo de Escalona al usar la madera de sus ricos artesonados para hacer un puente de tablas para el paso de sus fuerzas durante la Batalla de Talavera, la primera victoria histórica del célebre Wellington.