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Santa Brígida de Suecia, mística y peregrina

21 agosto 2019 / elcorreogallego.es

Las Revelaciones extravagantes recogen la visión que tuvo Santa Brígida del alma de su marido en el Purgatorio. Ulf Gudmarsson, fallecido en 1344, le revela a su mujer que una de las seis cosas que le fueron de gran utilidad en su vida fue haber prometido abstinencia de bebida durante toda su peregrinación a Santiago

A Santiago llegaron peregrinos escandinavos durante toda la Edad Media, con un momento de crisis en el siglo XIV, como corresponde a los desarreglos de una época en la que los papas abandonan Roma para establecerse en Aviñón, se inicia en 1339 la larga guerra entre Francia e Inglaterra, y entre 1348-61 la peste negra se adueña de Europa. Pese a todo las naves de la liga hanseática –federación de ciudades comerciales del Báltico, norte de Alemania, Países Bajos, Escandinavia y Polonia- mantienen sus rutas comerciales entre el norte de Europa y la península ibérica, transportando peregrinos desde aquellas tierras.

Otros prefirieron viajar de otro modo, como es el caso de santa Brígida de Suecia, quien en 1342 peregrinó a Compostela acompañada de su marido, Ulf Gudmarsson, junto con un séquito de religiosos y laicos. La comitiva pasó por la ciudad danesa de Slesvig (hoy Schleswig, Alemania), siguió hasta Colonia para venerar las reliquias de los Reyes Magos, después pasó a Aquisgrán, la vieja capital de Carlomagno, y tras cruzar Francia, evitando el área noroccidental devastada por la guerra, llegó a Tarascon-sur-Rhône, localidad próxima a Aviñón, antes de ir a Marsella. No está claro el resto del itinerario. Para algunos el grupo sueco embarcó en el sur de Francia con destino a un puerto gallego. El profesor Vicente Almazán, amparándose en la documentación del proceso de canonización de la religiosa (1391), donde se indica que había visitado “muchos lugares de peregrinación en España”, sugiere que el viaje por mar desde Marsella terminaría en Barcelona, y que desde allí la comitiva sueca continuaría a pie hasta Zaragoza antes de tomar el camino Francés hasta Santiago. A fines de 1342 o inicios de 1343 Brígida concluye con éxito una peregrinación realizada bajo inspiración de su piedad y también por tradición familiar, pues ya su padre, Birger Peterson, había peregrinado en 1321, como antes habían hecho su abuelo, su bisabuelo y su tatarabuelo.

Conocidas son las visiones místicas de la santa, dictadas a su confesor con el nombre de Revelaciones y editadas en ocho libros por el español Alfonso Fernández Pecha, obispo de Jaén y compañero de santa Brígida en su peregrinación a Tierra Santa (1371). A esta obra hay que añadir las Revelaciones extravagantes, recogidas por Pedro de Alvastra, y su Opera minora, que contiene la regla de la Orden del Santísimo Salvador, fundada por la santa.

Pero no era la única del grupo sueco en recibir este tipo de revelaciones. Quizá la más llamativa sea la visión que en Santiago tuvo uno de sus compañeros de peregrinación, el monje cisterciense Svennung: tras caer enfermo entró en éxtasis y pudo ver a Brígida tocada con siete coronas mientras el sol se oscurecía. La visión estaba acompañada de una voz que revelaba que ese sol oscurecido simbolizaba el brillo del príncipe de Suecia, que habría de apagarse para ser despreciado por el mundo, mientras Brígida se aparecía coronada con la estrella septiforma de la Gracia de Dios. Esa era la señal de que el monje sanaría de su enfermedad y de que podría regresar a Suecia. Otro acontecimiento sobrenatural le aconteció en la catedral a una de sus compañeras de viaje, cuando sufrió una visión mientras oraba ante un crucifijo, por medio del cual Cristo le reveló que tendría que emprender un viaje hasta un lugar donde le hablaría otra imagen del Crucificado. La mujer partió hacia Roma y en Montefiascone (Viterbo) vio otro crucifijo semejante al compostelano que le indicó que aquél sería el lugar donde habría de quedarse para llevar una vida santa.

Las Revelaciones también documentan un milagro jacobeo: una mujer sueca que había peregrinado dos veces a Santiago a la que el apóstol ayuda en el momento del Juicio del alma. Y no es el único caso de visiones post mortem en relación con esta peregrinación, pues las Revelaciones extravagantes recogen la visión que tuvo santa Brígida del alma de su marido en el Purgatorio. Ulf Gudmarsson, fallecido en 1344, le revela a su mujer que una de las seis cosas que le fueron de gran utilidad en su vida fue haber prometido abstinencia de bebida durante toda su peregrinación a Santiago.

A su regreso a Suecia, santa Brígida y su esposo se retiraron al monasterio cisterciense de Alvastra (Östergötland, sureste del país), donde Ulf fallece al año siguiente. En 1349 la viuda emprende una peregrinación a Roma en compañía de su confesor Pedro de Skeninge y de otras personas, con la intención de ganar las indulgencias del jubileo romano de 1350 y de obtener la aprobación papal para la orden que se disponía fundar. Tras cruzar una Europa devastada por la peste negra, Brígida llega a una decadente urbe donde residirá hasta su muerte. Aún habría de peregrinar a Jerusalén, y de regreso a la Ciudad Eterna una fiebre se apoderó de su cuerpo y la enfermedad no la abandonó hasta su muerte, el 23 de julio de 1373. Fue sepultada provisionalmente en la iglesia de San Lorenzo in Panisperna, para ser trasladados sus restos, cuatro meses después, a la abadía sueca de Vadstena, fundada por la propia santa. En 1391 fue canonizada y declarada patrona de Suecia. Siglos más tarde Juan Pablo II declararía copatrona de Europa a esta gran peregrina y mística del siglo XIV.