Apostol

El Camino de Santiago pasa por Jaén

13 abril 2010 / Mundicamino

Los peregrinos jienenses se han multiplicado este año con motivo del Xacobeo.

No hace falta ni preguntarle. Lo primero que hace Jacinto Fuentes cuando traspasas el umbral de su despacho es enseñar la vara que tiene apoyada en una esquina, bien visible a todo el que entra. «Tiene miles de kilómetros», dice orgulloso. De la vara cuelga una calabaza que llenó de agua de Jaén antes de partir por primera vez al Camino de Santiago. Junto a ella, un estandarte de la Virgen de la Cabeza y una ‘T’ griega, representación medieval de la cruz cristiana. Sobre la vara, colgando en la pared, está la peregrina (vieira) y una foto del propio Jacinto en uno de los mojones que señalan el camino en Galicia, justo a cien kilómetros de Santiago. En la otra pared del despacho, tal y como él mismo cuenta, cuelga un cuadro pintado por su mujer de la fuente de Barbadelo, una de las aldeas del Camino de Santiago, de la que beben los peregrinos.

No hay duda. Jacinto Fuentes es peregrino de los pies a la cabeza, que no ‘turigrino’, tal y como el denomina a los turistas que recorren el camino sin vivirlo de verdad y, lo cierto es que en buena parte gracias a él, Jaén está cada vez más cerca de Santiago.

Es el fundador y hasta el momento único presidente de la Asociación Peregrinos en Camino de Jaén, que funciona desde 2001. Al mismo tiempo que trabaja, atiende a todas las personas que quieran hacer alguna consulta sobre el camino. A los principiantes les da las credenciales donde tendrán que sellarles cada etapa, les dice los lugares donde pueden dormir, les proporciona teléfonos y les da consejos muy valiosos. Incluso ha elaborado un listado con todas las cosas que el peregrino debe de llevar al camino. No puede faltar ni sobrar nada. Hay que llevar lo imprescindible. «Allí tu casa la llevas a cuestas», explica Jacinto, que recomienda llevar la menor ropa posible y como elementos imprescindibles un pequeño botiquín, pensado sobre todo para los pies. «Te puede doler la cabeza o pasarte lo que sea, pero si el daño lo tienes en los pies, no puedes hacer nada». «A los que van a ir por primera vez les aconsejo que se lleven vaselina para evitar las ampollas en los pies, que lleven zapatos muy viejos y un par de recambio o que lleven pinzas de la ropa para lavar y tender».

Nueve veces

Jacinto ha hecho el camino nueve veces y aún así no lo ha completado. «Es lo que tenemos los autónomos, no podemos cogernos muchos días de vacaciones». Normalmente va con familia, algo más de una semana y recorre en torno a 250 kilómetros. «Al camino se puede ir solo o acompañado, depende de cada uno. Aún así, si vas solo hay muchos momentos que te sientes acompañado y si vas acompañado hay muchos momentos que estas solo».

Cualquier motivo es bueno para hacer el camino: religión, naturaleza, deporte, ecologismo… Según Jacinto, él no tiene preferencia por ninguna, todas le llaman la atención. «La primera vez que fui fue porque pesaba 170 kilos y me prometí a mi mismo que si bajaba de los cien hacía el camino, fue una mala promesa porque al final me hice ‘peregriadicto’», bromea Jacinto. En los nueve años que ha hecho el camino ha ido tanto con la familia justa como en un grupo bien grande, pero los momentos que recuerda con más cariño son los tramos que hizo con su sobrino de cinco años a caballo o con una niña con parálisis cerebral. «Era la hija de unos amigos e hizo el camino con silla de ruedas. Aunque hubo momentos en que la silla la tuvimos que coger por un lado y a ella por otro, fue una experiencia única».

El doble de peregrinos

La Asociación Peregrinos en Camino de Jaén ha llegado a tener 60 socios, aunque ahora son menos. Sólo el año pasado entregó 410 credenciales a jienenses que iban a hacer el camino y la previsión es que «este año la cifra se duplique».

Pablo Rueda es uno de los que hará el camino por primera vez este año. Lo hará con su mujer. «Hace más de 20 años estuve por Santiago y vi como la gente de las aldeas trataba a los peregrinos, como les daban todo lo que tenían a cambio de muy poco. Entonces me dije que algún día yo haría el camino. Han pasado muchos años y por una cosa o por otra no he podido, pero este año ya está decidido». Su mujer tiene una enfermedad de riñón y por eso no podrá coger peso, de ahí que hayan contratado un servicio para que les lleve en coche las mochilas. «Quiero vivir la experiencia de hace veinte años. Encontrarme con gente de todos los sitios, que hablen todos los idiomas y estar en contacto con la naturaleza».

Custodio Cano, taxista de profesión como Pablo, no podrá ir este año, pero ya ha pateado el camino dos veces y está dispuesto a seguir subiendo. «La primera vez que fui tenía las caderas hechas polvo y creí que no sería capaz, pero completé 120 kilómetros». Si tiene que elegir un momento de los muchos que ha vivido en el camino, «me quedo con la vez en la que una chica valenciana y yo conseguimos reunir a más de 30 personas que no nos conocíamos de nada para comernos dos cochinillos».

Y es que la gastronomía es otro de los atractivos. «El buen peregrino vuelve con tres kilos de más», dice Jacinto, que defiende que para andar hay que comer bien. «Allí todo es auténtico, desde la leche hasta las verduras del huerto o la carne, recién matada». En total, un peregrino medio gasta al día entre 30 y 50 euros. Entre cinco y ocho euros el alojamiento, y el resto en comida.