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Arquitectura de vanguardia en un camino milenario

27 mayo 2010 / Mundicamino

El santuario de la Virgen del Camino (León), construido a mediados del siglo XX con una combinación de hormigón, piedra, vidrio y bronce, es una isla en una ruta en la que predominan el románico, el gótico y el mudéjar

Muchos peregrinos pasan a su lado sin prestarle atención pero otros se paran a hacer una fotografía y algunos entran a la iglesia para rezar una oración. Es el santuario de la Virgen del Camino de León, ubicado en la localidad del mismo nombre a unos siete kilómetros de la capital leonesa, que conmemora el lugar donde María se apareció al pastor Alvar Simón en 1505 y que es una de las escasas muestras de la arquitectura religiosa de vanguardia que los caminantes que recorren los ochocientos kilómetros que separan Roncesvalles (Navarra) de Santiago de Compostela se encuentran a su paso.

Tras haber observado innumerables monumentos románicos, góticos y mudéjares, el santuario construido a mediados del siglo XX con hormigón, piedra, vidrio y bronce como materiales principales sorprende a todos los que lo ven por primera vez. La mayoría asegura con rapidez que no les gusta, aunque también surgen voces que defienden la belleza de un templo muy diferente al resto de los construidos a lo largo de la Ruta Jacobea.

Al margen del aspecto artístico, la importancia religiosa del santuario atrae a muchos peregrinos, visitantes y habitantes de la comarca. No en vano, la iglesia acoge la imagen de la patrona de León, la Virgen del Camino, situada en el centro del retablo de la cabecera, con Cristo muerto entre sus brazos, y que cuenta con numerosos devotos. Esta escultura es de comienzos del siglo XVI y, al parecer, fue el propio pastor al que se le apareció la Virgen el que asesoró a su autor, cuyo nombre se desconoce.

En esa misma época se edificó una pequeña ermita para celebrar el milagro, sustituida años más tarde por otra ermita más grande y lujosa, ubicada junto al Camino Francés. El actual santuario se construyó entre 1957 y 1961 impulsado por los dominicos y financiado íntegramente por Pablo Díez Fernández, un leonés que emigró a comienzos del siglo XX a México, donde fundó el Grupo Modelo, uno de los mayores productores de cerveza del mundo.

El templo, diseñado por el arquitecto dominico Francisco Coello de Portugal, es un gran edificio rectangular de 50 metros de longitud y 16 de anchura, con líneas severas que conjugan el hormigón, la madera, la piedra y el vidrio. Los dos elementos más llamativos son el campanario de hormigón, de 53 metros de altura, y las grandes esculturas de bronce que presiden la fachada, realizadas por el escultor catalán José María Subirachs en estilo expresionista.

El autor de la fachada de la Pasión de la Sagrada Familia de Barcelona realizó para el santuario leonés trece alargadas tallas de seis metros de altura y un peso de 700 kilos cada una, que representan la llegada del Espíritu Santo a la Última Cena, con la Virgen María en el centro y seis apóstoles a cada lado. Asimismo, son obra del escultor catalán las cuatro puertas de acceso al templo, también esculpidas en bronce y que escenifican distintos pasajes del Evangelio y la aparición de la Virgen al pastor Alvar Simón.