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El Camino, una senda para encontrarse a uno mismo en la que muchos se pierden

20 junio 2010 / Mundicamino

El Camino de Santiago, una red de senderos que atrae anualmente a decenas de miles de personas, especialmente en años xacobeos como éste, representa una ocasión para recorrerlo en busca de uno mismo, aunque muchos caminantes confiesan que acaban perdidos por la deficiente señalización.

Marcel, un francés que caminó durante más de mil kilómetros desde Saint Jean Pied de Port, en los Pirineos franceses, hasta la localidad de Finisterre, en la costa coruñesa, reconoció esta semana haberse confundido en varias ocasiones debido a que «algunas indicaciones conducen a negocios particulares» y a que «en algunos lugares no está bien señalizado, por lo que hay que llevar una guía, como lo hacen muchos alemanes».

Nuria, Jesús y Raúl, tres amigos que pedalearon en bicicleta desde Zaragoza hasta Compostela señalaron que primero se perdieron en Berdún (Aragón) porque «no había señal alguna que indicara qué camino debíamos tomar» y luego en Yesa (Navarra), donde tomaron por error una pista cortafuegos.

Dos ganaderos procedentes de Málaga que recorrieron con asnos la denominada «vía de la Plata» o tramo meridional del Camino de Santiago, se extraviaron por la falta de señalización en una zona de la Sierra de Extremadura.

El conselleiro de Cultura y Turismo, Roberto Varela, reconoció en marzo pasado la deficiente señalización de algunos tramos de las rutas xacobeas al señalar que en ciertos casos son «obsoletas».

Atribuyó el estado de las rutas al anterior Gobierno autonómico que tuvo «cuatro años para dejar los caminos preparados», justificó también esa situación por las «condiciones meteorológicas» y afirmó que la reparación de senderos y la señalización son una «prioridad».

El año pasado Varela ya anunció un plan para corregir las deficiencias de los diferentes senderos del Camino de Santiago que incluía adecuar la señalización, y limpiar y desbrozar los senderos con ayudas a los ayuntamientos de 400 euros por kilómetro.

Directivos de hoteles de Compostela que recorrieron en febrero pasado el tramo más popular del Camino de Santiago, entre la localidad lucense de Sarria y la capital gallega, ya denunciaron la «obsoleta señalización de la ruta».

Uno de los integrantes de la Asociación de Hostelería de Compostela, José Antonio Liñares, observó que las deficiencias en la señalización se prestan en muchos casos a confusión y propician que algunos caminantes se aparten de la ruta y se pierdan, como les ocurrió a ellos.

Liñares también lamentó que haya casos de «chapas viejas dobladas y oxidadas» que sirvan de señalización y otras que utilizan el conocido logotipo amarillo -una flecha- para dirigir equivocadamente a los caminantes hacia «negocios privados».

También la asociación pontevedresa Amigos del Camino Portugués pidió en marzo pasado mejoras en el mantenimiento de las rutas xacobeas ante las expectativas de una elevada afluencia de caminantes, porque consideró que los caminos «no están bien arreglados».

En el último congreso internacional de los Caminos de Santiago celebrado hace un año en Ávila se puso de manifiesto no sólo la deficiente señalización, sino también la necesidad de unificar los criterios de ésta y las denominaciones, para evitar la confusión.

El Camino de Santiago, inscrito en 1993 en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO y proclamado primer itinerario cultural europeo por el Consejo de Europa en 1987, desempeñó un papel fundamental en los intercambios culturales entre la península ibérica y el resto de Europa, y continúa siendo un atractivo para caminantes de diversos puntos de Europa.

Aproximadamente la mitad de los caminantes son de nacionalidad española, que suelen en muchos casos efectuar los últimos cien kilómetros a pie para obtener la «Compostela», el documento acreditativo que entrega la Iglesia católica.

La otra mitad de los caminantes proceden de Alemania, Italia, Francia y otros países, y muchos recorren a pie o en bicicleta cientos y hasta miles de kilómetros, ya que algunos llegan desde diversos horizontes europeos, conducidos por diversos motivos, incluidos los religiosos.

La mayor parte de los caminantes y hasta la Iglesia confiesan que uno de las principales motivaciones de quienes hacen el Camino es «encontrarse con uno mismo», aunque desgraciadamente muchos acaben perdidos por falta de señales, no divinas sino terrenales.