Ana y Christian formalizaron su relación en el Tesón da Cruz, donde además mostraron su deseo de llegar hasta el Apóstol.
Existen golpes de suerte, sí, como ese que le permite a uno llegar con libreta y cámara al lugar apropiado justo en el momento adecuado. Y es que ellos dos, Christian Ponce y Ana Gil, no estaban, ni mucho menos, en mitad de la plaza de O Cebreiro, sino en el llamado Tesón da Cruz, un promontorio algo alejado: vistas espectaculares hacia este majestuoso pueblo y puestas de sol apabullantes a eso de las nueve y algo de la noche (ahora en verano). Habían subido la empinada cuesta, al igual que quien cuenta su historia, para buscar la magia. La suya propia a través de la que desprende O Cebreiro.
Y vaya si la encontraron, porque sin darse cuenta de la compañía inesperada, le gritaron a las montañas aquello de «¿Quieres casarte conmigo?». Obviamente, la respuesta de ambos -se la dieron mutuamente- fue un sí. No era una broma de enamorados, era una petición real y de futuro. Compartida, seria y formal. Ella es de Lugo y él de Canarias.
Se conocieron en Madrid y eligieron para prometerse amor este lugar a pie del Camino de Santiago. De manera espontánea e improvisada, como todo lo bueno. «Porque este sitio tiene su encanto en verde o en blanco», apuntaba Ana, quien en realidad solo iba con la idea de «enseñarle a él nuestra tierra». No descartan casarse en la iglesia de esta puerta de entrada a Galicia, y lo que sí tienen bastante claro es que para el año próximo recorrerán unidos el Camino de Santiago. Si puede ser, desde Francia. «Igual para entonces hay otra petición», bromeaban. Uy, eso serían palabras mayores. Y aún más altas.
