Apostol

Toda la vida es un camino

17 agosto 2010 / Mundicamino

Un peregrino hace desde Puertollano la ruta jacobea sin dinero y sin pertenencias.

«Con el dinero y el poder no se consigue nada. Quienes creen disponer de eso son los más pobres de este mundo. Esos son los males del hombre moderno, esclavo de un placer desordenado. Es la fe la que mueve montañas. Para los que tenemos fe, ningún Camino se nos hace largo». Juan Carlos Martín Fernández, «español como un botijo», adelantó que no tenía inconveniente alguno en charlar un rato. «Aquí hay respuestas para todo». Y la del comienzo es una de ellas.

Este peregrino, real y verdadero, salió de Puertollano, «unos 40 kilómetros más abajo de Ciudad Real» y, a su paso por O Cebreiro, llevaba ya 28 días caminados. «He andado por toda la geografía española, pero nunca había llegado al Camino de Santiago. Es la primera vez. ¿Por qué? Estoy acostumbrado. Toda la vida es un camino. Se aprenden cosas caminando y viviendo». Él se decanta por la existencia «sencilla y natural».

«No llevo nada conmigo, tampoco dinero. Lo que pueda precisar, el Camino me lo va dando. No piso los albergues, hago la cama como las liebres, en el campo, donde se termine la jornada. Mis restaurantes son los frutos de los árboles que voy encontrando, igual que los pajaritos». La ropa que trae, «incluso los zapatos», también los ha ido recogiendo a lo largo del trayecto. La que él traía, la ha tirado.

No lleva un tiempo estipulado para andar su Camino. Quizás llegue a Fisterra. Nunca va solo, «el Señor va conmigo a todas partes» y adonde llegue, lleva consigo «la fe y la palabra de Dios». En una caja de material poco pesado, que le sirve para ser visible cuando camina «porque no tengo chalecos de esos reflectantes», ha pintado el rostro sagrado (en O Cebreiro, se habló mucho de los parecidos de ambos) y también varias citas de los evangelios. «Dios vive», se lee en uno de los laterales.

Llevar carga material sería «estorbo y esclavitud». Es suficiente con portar alma de cristiano y llevar siempre presente, «como deberíamos hacer todos los que peregrinamos», la fe en Jesús. Martín Fernández enseña «una cultura de vida y no de muerte». Camina todos los días, exceptos los domingos. Físicamente va bien y moralmente también. «De verdad que no necesito nada, solo saber dónde hay una fuente», dijo en O Cebreiro. Y, como él mismo había explicado, el Camino se la ofreció. Estaba justo al lado.