Apostol

De peregrino a Turigrino

30 noviembre 2010 / Mundicamino

Una vez más, con retraso —¿con prudencia?— la Real Academia de la Lengua Española admite nuevos términos. Mejor dicho: no términos nuevos, sino todavía no admitidos cuando su vigencia era ya un hecho. Los unos, cosa de tiempo ha, como este de «muslamen», populismo muy castellano, de reciente cuño, como lo de «cultureta», catalanismo, que no catalanada, que se originó en Barcelona allá por los 60 ó 7o del siglo pasado. Por una parte, mucho retraso; por otra, no tanto; y por una tercera, qué diligencia: la de aceptar «bróker», por ejemplo. Bien. Así es prudentemente cansina la Academia que, hay que recordarlo, tiene autoridad normativa, pero no impositiva. El «populus», el hablante y el «escribiente», seguirá procediendo como le dé la gana, y a la más o menos larga casi siempre ganará la partida.

Pero ahora lo que más me interesa comentar es lo de un neologismo muy reciente y que tiene que ver nada menos que con El Año Santo Jacobeo. Evidentemente, en esta ocasión el Camino de Santiago es frecuentado como con toda seguridad nunca lo fue. Siempre ruta internacional, sobre todo europea. Ahora, peregrinos de diversas partes de la Tierra. Por lo tanto, plurilingüe. ¿Que el plurilingüismo ha ocasionado la creación de un neologismo? Es de suponer por más que su causa radique en algo no solamente español. ¿Que se debe a la típica e histórica y muy literaria picaresca hispánica? No sólo a ella. Pícaros los hay en todas partes, y no podían faltar en el Camino. Con todo, el neologismo en cuestión tiene hispánica filología, y también picaresca internacional.

Resulta, pues, que los peregrinos a Santiago pueden obtener un documento —la «compostela»—, que les facilita, hasta cierto punto, comida y albergue gratis o con descuento notable. Quién no lo aprovecharía, máxime en tiempos de crisis no sólo española. Y también resulta que —españoles o extranjeros— no todos los que van a Compostela van por razones religiosas. También se acude por turismo, de calidad cultural, pero turismo ajeno a lo que significa el Camino. Quien entrega la «compostela» no pregunta acerca de la motivación del caminante, y da lo que se le pide. Pero, por lo visto, se ha llegado a detectar muy bien que junto con el peregrino auténtico marcha quien ha dado lugar al neologismo en cuestión: «turigrino», él o ella, claro.

Y ya que el Camino no se recorre sólo de Año Jubilar en Año Jubilar, es de suponer que lo de «turigrino» se irá incrustando en el hecho de la peregrinación, lo que es decir en la lengua castellana. Y no sólo en ella: fácilmente, en el catalán y en las demás lenguas románicas. También puede que, como préstamo, en otras. ¿Cuándo lo admitirá la Academia? No se sabe. Lo que sí se sabe es que no podrá oponerse a él. Término que tiene su gracia no ajena a la nuestra mejor literatura picaresca.