Apostol

Benedicto XVI, en su misa: ‘Europa ha de abrirse a Dios’

07 noviembre 2010 / Mundicamino

-El Pontífice hace un llamamiento a Europa en general y a España en particular

-‘Es necesario que Dios vuelva a resonar gozosamente bajo los cielos de Europa’

Benedicto XVI ha hecho un fuerte llamamiento a Europa en general y a España en particular a recuperar sus raíces cristianas durante la misa que este sábado ha oficiado en la Plaza del Obradoiro, en Santiago de Compostela.

La plaza ha recibido a Benedicto XVI en pie y con las campanas de la Catedral repicando. El Papa ha repartido bendiciones entre los que ocupaban las primeras filas para escuchar su misa, el momento cumbre de su paso por la capital gallega. Los escasos 200 metros que separan el Palacio Arzobispal de Santiago del Obradoiro los ha recorrido a bordo del ‘papamóvil’, un trayecto que ha interrumpido para besar a un bebé que sus guardias de seguridad le han acercado al interior del vehículo, rompiendo el protocolo.

Durante su homilía, desde un altar diseñado por Iago Seara para la ocasión en blanco inmaculado, el Papa no ha dudado en calificar de «tragedia» el que en Europa, sobre todo durante el siglo XIX, «se afirmase y divulgase la convicción de que Dios es el antagonista del hombre y el enemigo de la libertad». Y ha proclamado que «es necesario que Dios vuelva a resonar gozosamente bajo los cielos de Europa». «Europa ha de abrirse a Dios, salir a su encuentro sin miedo», ha añadido.

Las 7.000 sillas se agotaron en dos horas

Se calcula que unas 7.000 personas personas han asistido a esta celebración -las sillas colocadas se han ocupado en apenas dos horas-, y que fue seguida por otros miles en las diferentes pantallas gigantes instaladas por la ciudad. Entre el público, plagado de adolescentes,

Según ha destacado el Papa en su sermón, que culminó en gallego, «la Europa de la ciencia y de las tecnologías, la Europa de la civilización y de la cultura, tiene que ser a la vez la Europa abierta a la trascendencia».

Benedicto XVI ha hecho asimismo un llamamiento especial a los líderes políticos para que incorporen a Dios, asegurando que «Jesús se dirige también a los jefes de los pueblos» y denunciando que «donde no hay entrega por los demás surgen formas de prepotencia y explotación que no dejan espacio para una autentica promoción humana integral».

La misa ha sido concelebrada con 120 obispos, detrás de los cuales colgaba la cruz hueca de granito gallego que esculpió el artista Manolo Paz. Entre las autoridades, han asistido los Príncipes de Asturias y miembros del Gobierno central y de la Xunta. Estaban el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo; el ministro de Fomento, José Blanco, y el presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, con su esposa, Elvira Fernández.

En el inicio de la misa, el arzobispo de Santiago, Julián Barrio, ha pronunciado unas palabras de agradecimiento y se ha referido a las peregrinaciones por el Año Santo Xacobeo y a los miles de peregrinos.

Reunión con Rajoy

La Televisión de Galicia tuvo la deferencia de seguir en tiempo real no sólo el encuentro del Papa con el presidente del PP, Mariano Rajoy, que duró apenas dos minutos, sino también la espera durante la cual estuvo conversando con el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Bertone. De manos del Pontífice recibió el líder de la oposición una moneda de plata.

El resto de autoridades políticas pasaron prácticamente inadvertidas a las cámaras autonómicas. En todo caso, un par de pasadas de las cámaras permitieron divisar al presidente de la Xunta, Núñez Feijóo, junto al ministro de Fomento José Blanco; a su lado, el embajador en el Vaticano Francisco Vázquez, Mariano Rajoy y su mujer, Elvira Fernández, y la presidenta del Parlamento de Galicia, Pilar Rojo.

Entre el público estaban también otros representantes del PP, como Jaime Mayor Oreja o Manuel Fraga, que salió casi en último lugar y en silla de ruedas animado por los que gritaban «¡Viva don Manuel!». Empujando iba Rafael Louzán, líder del PP en Pontevedra.

El fervor de la juventud

Las ocho horas de espera que las 7.000 personas guardaron en el Obradoiro no menoscabaron los ánimos, en especial, entre los jóvenes. La entrada en la plaza de los primeros obispos y cardenales, e incluso la presencia de los medios de comunicación o la Guardia Civil, despertaron el entusiasmo de los asistentes. Subidos a las sillas y enarbolando banderas -sobre todo de España-, el fervor se desbordó con la entrada de los Príncipes en la plaza. El presidente de la Conferencia Episcopal, Rouco Varela, recibió una de las mayores ovaciones.

Los aplausos y cánticos de los adolescentes («¡Este Papa cómo mola, se merece una ola!») compitieron con gargantes anónimas que de un lado a otro de la explanada animaban a corear ‘vivas’ al Pontífice. Incluso a ello se animaron los marines de la Escuela Naval, que cerraron el acto al ritmo de la Salve Marinera.

Medidas de seguridad excepcionales

Ratzinger abandonó la antesala de la Catedral en un Mercedes tocado por siete guardaespaldas y otros tres agentes a la zaga. Antes los habían hecho a pie los Príncipes, seguidos de autoridades como Núñez Feijóo o José Blanco, y el propio secretario de Estado, el cardenal Bertone.

El centro histórico, en todo caso, estaba totalmente blindado por los 6.000 agentes de seguridad que custodiaron, desde el alto del Pazo de Raxoi, la eucaristía. Perros entrenados, guardias de paisano y de uniforme, fuerzas de elite y todo un abanico de cuerpos de seguridad que mantuvieron un estricto control en los accesos al entorno de la Catedral que, durante unas horas, se convirtió en territorio vaticano.

Una vigilancia que se extendió del subsuelo, con el control del alcantarillados y los túneles, al aire -varios helicópteros sobrevaloraron la explanada durante todo el día-.