Apostol

Una acogida cristiana en el Camino del Sur

07 diciembre 2010 / Mundicamino

Juan Máximo y su esposa regentan el albergue de peregrinos ‘Alba Soraya’, donde se practica un recibimiento humilde, al estilo tradicional de los primeros hospitales de peregrinos

Hay albergues famosos por su emplazamiento, arquitectura, instalaciones, meritorias rehabilitaciones y servicios, que en ocasiones alcanzan cotas antaño inimaginables. Son pocos, sin embargo, los albergues en los que se respira auténtico calor humano, en el mejor estilo de acogida cristiana tradicional que se ha venido practicando secularmente en el Camino. Uno de ellos es el Albergue Alba Soraya en La Calzada de Béjar (Salamanca), situado en el límite sur de la provincia de Salamanca y en pleno ecuador de la Ruta Jacobea del Sur o Camino Mozárabe, donde Juan Máximo Blázquez y su esposa prestan un servicio hospitalario, desde su inauguración, a los peregrinos que en él se alojan. Tan familiar es el espíritu que reina en este albergue privado que fue bautizado con el nombre de las dos hijas del matrimonio.

Juan Máximo no solo recuerda a tiempos romanos con su segundo nombre o con el emplazamiento de su albergue a orillas del Camino Mozárabe, sino que también recrea la acogida humilde pero entrañable, al estilo tradicional, de los primeros hospitales de peregrinos.

Por supuesto que rezar no es obligatorio en este albergue, aunque Juan Máximo suele repetir que ‘la cena es obligatoria y la oración voluntaria’.

El matrimonio que regenta el albergue afirma que han sido miles los peregrinos que han pasado por sus instalaciones desde la inauguración del albergue. “Si antes había un ochenta por ciento de peregrinos y un veinte de turistas, ahora es al revés, y los más siempre acaban contagiando a los menos”, afirma. “Aquí también llegan pandillas, sobre todo de españoles, que prefieren otro tipo de diversión. Es lo mismo que si vas al monasterio de Silos a escuchar canto gregoriano y allí en la iglesia te pones los cascos con música de U2”.

“He tenido muchas experiencias con peregrinos y a todos los llegas a comprender. Los hay que dicen ser ateos, los que afirman que no entrarán en la catedral de Santiago de Compostela al concluir la ruta. Los hay que en un principio se habían planteado el camino como una actividad meramente deportiva, turística y circunstancial. También los hay que lo hacen por un fuerte sentido religioso, y muchos que llegan desde otros países para vivir la experiencia. También los hay que han conocido en el Camino a sus parejas y que vuelven años después para recordar el encuentro”.

Para todos ellos fluye un caudaloso torrente de consejos, y recomendaciones. “Después de tantos años, algo sabemos ya del Camino”. Aunque paradójicamente ni Juan Máximo ni su esposa son peregrinos, ni han recorrido el Camino. “Sin andar ni un solo kilómetro es como si hubiéramos hecho la ruta mil veces, debido a tantas historias que hemos oído contar”. Y son tan altas las expectativas que tienen con respecto al recorrido que les da “miedo hacerlo” por “no ser capaces de estar a la altura de los sentimientos” que les cuentan que se alcanzan recorriéndolo.

El Camino del Sur se ha ido dotando de un alma que no tienen los demás recorridos a través de los siglos. En el trayecto desde Sevilla hasta Santiago de Compostela flota el alma de los millones de peregrinos que lo han recorrido. Como decía Unamuno, “somos tres”: lo que en realidad somos, lo que queremos ser y lo que los demás ven en nosotros, y al final los tres, que suelen llevarse mal, se reconcilian paso a paso en el Camino.

Con respecto al Año Jacobeo, Juan Máximo explica que el número de peregrinos se ha incrementado notablemente aunque su discurrir es constante independientemente de la indulgencia plena. “Yo espero que sigan pasando peregrinos. Por eso hice el albergue, para que tuviesen un sitio donde quedarse. A mí siempre me ha gustado hablar con los peregrinos, es lo más interesante porque es muy cultural, ves de todo”.