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Historias que salpicaron el Camino de Santiago durante siglos, reunidas en un libro

07 enero 2011 / Mundicamino

Historias que han salpicado el Camino de Santiago a lo largo de los siglos, como la del escribano francés Nicolás Flamel, que en la senda encontró quien le interpretara un libro de alquimia de los que teorizaban sobre la composición del elixir de la eterna juventud, son contadas en una nueva publicación.

«Huellas agustinianas en el Camino de Santiago (y otros temas Jacobeos)», del escritor y periodista Félix Pacho, relata a través de una serie de ensayos una parte de la historia del Camino y ahonda en aspectos como el valioso patrimonio artístico y cultural sito a sus orillas.

Profundiza además en su importancia en la vertebración de Europa, en la riqueza gastronómica de los lugares que atraviesa o en la labor realizada por las dos órdenes religiosas predominantes en la ruta, como son la de los agustinos y la de los benedictinos.

Tras intentar en varios lugares de Europa que alguien interpretara el libro sobre alquimia «Abraham el judío» que había llegado a sus manos, el burgués y escribano parisino Nicolás Flamel recorrió el Camino de Santiago en busca de una explicación del contenido de esta publicación.

A las puertas de León, un médico judío le resolvió parte del contenido de la obra, que pertenecía a una disciplina esotérica que buscaba la conversión en oro de metales vulgares y la composición del elixir de la eterna juventud.

La historia entre estos hombres y la completa resolución del contenido de la obra se truncaron como consecuencia de la muerte del médico cuando decidió enfilar la ruta hacia París junto Flamel, ha explicado Pacho a Efe.

Publicado por Editorial Agustiniana, este volumen de 533 páginas recoge también un ensayo en la que el propio autor describe una peregrinación que inició en París desde la Torre de Santiago hasta pasar por la Puerta de Orleans, lugar desde donde los peregrinos partían hacia España.

El libro también destaca la herencia de grandes movimientos arquitectónicos que se exhiben a lo largo del Camino, como el mozárabe a través del monasterio de San Miguel de Escalada (León) y la iglesia de Santiago de Peñalba (León) o el románico en la iglesia de San Martín de Frómista (Palencia), en el monasterio de San Juan de la Peña (Huesca) o en la basílica de San Isidoro, en la capital leonesa.

Otros estilos presentes son el gótico, en templos como la Catedral de Burgos o la de León, el plateresco en el Convento de San Marcos (León) o el propio arte moderno en el Palacio de Botines (León) y el Palacio de Gaudí (Astorga, León).

Entre las curiosidades relacionadas con el arte que incluye la publicación se encuentra la del escudo en piedra ubicado en el Palacio de los Guzmanes, hoy sede de la Diputación de León, en el que aparece San Agustín lavando los pies a un Jesucristo peregrino ataviado con morral y concha característico de los caminantes que discurren por la senda.

«Es una cosa la mar de chocante, lo primero porque Cristo peregrine a la tumba de su apóstol y, luego, porque sea San Agustín quien le esté lavando los pies», ha subrayado Pacho, quien ha apuntado que esta pieza fue trasladada a este edificio durante la desamortización de bienes de la Iglesia del siglo XIX desde un convento de monjas de clausura de la capital leonesa.

El título de la obra se debe al primer ensayo, dedicado a explicar la labor y el papel jugado por los agustinos a lo largo de esta ruta, caracterizados por aspectos como su hospitalidad en mesones, albergues, refugios, conventos u hospitales.

Presentes en famosos conventos en capitales como Burgos y Santiago de Compostela, los agustinos compartieron protagonismo con la otra gran orden religiosa con manifestaciones importantes en el Camino, como fue la de los benedictinos.

El papel de esta senda en la vertebración de Europa y una serie de apuntes sobre la amplia bibliografía existente sobre ella son otros de los temas que trata «Huellas agustinianas en el Camino de Santiago (y otros temas Jacobeos)».