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Los Arcos: arqueros y arcos arquitectónicos

19 enero 2011 / Mundicamino

Hay en Navarra algunos pueblos con nombre caprichoso, o curioso, al que nos hemos acostumbrado sin pensar nunca en cuál puede ser el origen de su nombre. Hoy nos acercamos, en Tierra Estella, a la localidad de Los Arcos.

Antes de que Los Arcos tuviese un circuito de velocidad…; antes, bastante antes, la villa de Los Arcos estaba, y está, integrada en otro circuito que desde hace mil años viene siendo el Camino de Europa por excelencia. Hablo del Camino de Santiago, ruta jacobea mayor hacia la tumba del apóstol, cerca del Finis Terrae. Y Patrimonio de la Humanidad.

Al margen de esta ubicación geográfica que se ha traducido en presencia permanente de peregrinos durante muchos siglos -y así se mantiene hoy- la villa de Los Arcos ha pasado por todo tipo de vicisitudes que hoy le permiten exhibir una historia rica, tal vez no envidiable en algunos de sus capítulos, pero que en cualquier caso debe ser conocida y asumida con orgullo: gozó de fuero propio, tuvo un recinto amurallado muy similar al Cerco de Artajona, no le faltó asiento en Cortes, perteneció durante tres siglos al Reino de Castilla (desde 1461 hasta 1753), le fue concedido el privilegio de mercado franco, sufrió la ocupación francesa durante la Guerra de la Independencia y vivieron importantes episodios dentro de las Guerras Carlistas. Y, seguramente, quien dentro de dos siglos vuelva a hacer un repaso general a la historia de esta villa podrá decir que a principios del siglo XXI se le dotó de un circuito de velocidad único en Navarra, tan único que se le conoció como Circuito de Navarra.

Arqueros habilidosos Los Arcos… ¿De dónde le vendrá el nombre? Es digno de tener en cuenta que en esta localidad hay algunos detalles arquitectónicos que son verdaderos símbolos. Me refiero a los arcos del claustro de Santa María o a los propios arcos de los soportales de la plaza Mayor.

Santiago Lesmes, en su libro Navarra, un Reino de historias, con gran acierto e intuición histórica, a la hora de buscar una explicación a este caprichoso nombre se nos remonta al año 1067, a la denominada Batalla de los Tres Sanchos. Se dice que en aquella contienda destacaron por su habilidad los arqueros de esta localidad de origen romano, que por aquellos tiempos se le conocía como Curnonium o Cornonia.

El primero de aquellos Sanchos, el de Peñalen, quiso premiar el buen papel, la eficacia y la habilidad de los arqueros de Cornonia en aquella batalla de Valdegón; y para ello autorizó a que en el escudo de la localidad figurasen dos arcos con sus correspondientes flechas. Evidentemente tan prestigioso «trofeo» hizo que se les diesen la suficiente importancia a esos atributos heráldicos como para que Cornonia pasase a ser conocida como Cornonia de Los Arcos, que es como vemos ya el nombre de esta localidad en un documento del año 1113. El paso del tiempo hizo lo demás. Desapareció el nombre romano, y la villa, al menos desde el siglo XII, se quedó con la denominación de Los Arcos. Habían triunfado los atributos heráldicos.

Arcos arquitectónicos Caprichosamente, ese momento del siglo XII, en el que esta localidad pierde el nombre de Cornonia en beneficio del uso exclusivo de Los Arcos, viene a coincidir con el inicio de la construcción de la parroquia de Santa María. A pesar de las importantes transformaciones que ha sufrido este templo medieval, hoy día bastaría con entrar dentro de este templo o visitar su claustro, o contemplar su portada, para darse cuenta de que hay un elemento arquitectónico que se repite una y otra vez, y además con arte y elegancia: los arcos.

Por si esto no fuera suficiente, bastaría con salir de la iglesia y mirar hacia la derecha para descubrir una esbelta arquería, o soportales, bajo casa blasonada. Y mención especial merece la Puerta de Castilla, algo así como un arco del triunfo que, erigido en el siglo XVII y retocado en tiempos de Felipe V, viene a recordarnos aquella época en la que la localidad de Los Arcos fue anexionada al Reino de Castilla (desde 1461 hasta 1753), y lo hace exhibiendo un escudo de la monarquía española flanqueado por sendos escudos de Los Arcos. No deja de ser una parte de su historia y representada una vez más por un arco.

Por lo demás, de Los Arcos podríamos hablar largo y tendido, y lo haremos, pues es un pueblo que invita a ello gracias a toda esa historia que tiene detrás. Hemos hablado de la mitad superior de su escudo, de los arcos, pero nos queda la mitad inferior, la del castillo, y con él todo el recinto amurallado que esta villa tuvo, que fue verdaderamente espectacular. Pero hoy, para abrir boca, nos quedamos con esta pincelada que nos lleva a prestar atención a un nombre, a un escudo y a unos elementos arquitectónicos que, siendo abundantes, no hacen sino redundar en el nombre de la localidad.

Está claro que nuestra querida piel de toro, de toro Carriquiri en este caso, rezuma historia por todos sus poros. Y este poro de Los Arcos nos la muestra, sintetizada, en su nombre.