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El camino de Santiago en scooter, ¡el gran reto de TGB!

21 febrero 2011 / Mundicamino

Seis TGB Express 125, 870 kilómetros por caminos de piedras y una aventura por la gran epopeya europea desde antes de la edad media en que los aventureros iban en busca del final del mundo conocido.

El piloto riojano Jose Mª Peña ha disputado en dos ocasiones la que podríamos calificar como “La última gran aventura”, el rally Dakar, pero cuando la cuadrilla se reunía a tomar café siempre acababan planeando nuevos viajes y aventuras. La ruta 66 o la Panamericana eran algunas de las propuestas para sus próximos destinos hasta que cayeron en la cuenta de que la ruta de aventuras más antigua conocida pasa por la puerta de nuestra casa, el Camino de Santiago.

Necesitábamos plantearnos un desafío, añadirle dificultades a nuestra ruta y se nos ocurrió que la moto menos adecuada para ir por los caminos sería una scooter. Presentamos la idea a TGB España, y les encantó la idea. La marca nos confío 6 scooters de su modelo Express, un modelo que suele ser una herramienta de trabajo para repartidores, servicios de mantenimiento o cadenas de alimentación a domicilio.

EMPIEZA EL RETO

Nos encaminamos a Roncesvalles para iniciar nuestro particular Camino de Santiago, llegando a nuestro punto de partida antes del amanecer. Hasta la víspera las temperaturas en la península habían sido excepcionalmente cálidas, pero esa mañana los termómetros se situaban en los cinco grados negativos. Pero el cielo estaba magnífico. Al final del día los cuentakilómetros nos indicaban que habíamos recorrido 146 duros kilómetros.

A la mañana siguiente, Jose Mª nos hizo madrugar, ya que el programa comprendía realizar la etapa maratón, nuestro objetivo era llegar a Sahagún, pero dado que todo transcurrió sin mayores problemas conseguimos llegar a León, completando así 305 kms. Al entrar en tierras burgalesas, en el ascenso al puerto de La Pedraja, comienzan las complicaciones. El agua caída días atrás deja grandes charcos plagados de roderas, y que a pesar de ser mediodía, permanecen congelados.

Por Atapuerca, los caminos continúan en la edad de piedra, incluso peor. Las lajas y el hielo no son buenos compañeros para los neumáticos de nuestras Express. Cruzamos Burgos para encaminarnos a Castrojeriz, una localidad que nos dejó importantes recuerdos; antes de alcanzarla un tramo de barro hizo que se embozaran los pasos de rueda de nuestras scooter y más tarde en un rápido ascenso con la tierra muy suelta se produjeron dos salidas de pista, afortunadamente sin consecuencias para máquinas ni pilotos.

Salimos de León con los termómetros aterrándonos con unos negativos 9 grados, pero el sol tampoco quería perderse este nuevo tramo. Cursos de agua que normalmente se vadearían, en esta mañana resultaban imposibles, estaban completamente helados. En Astorga da comienzo una de las zonas más bonitas del camino con enclaves tan significativos como la Cruz de Hierro, El Acebo y un vertiginoso descenso hasta Molinaseca, para adentrarnos en El Bierzo y llegar a su capital Ponferrada.

SOBREPASANDO LAS DIFICULTADES

La siguiente dificultad nos la encontramos para ascender hasta el primer enclave gallego, O Cebreiro, con su conjunto histórico artístico. Un poco más adelante el hielo sigue haciendo de las suyas y algunas rampas en subida también ponen a prueba nuestro estado físico y los embragues de las Express, pues tenemos que subir las motos a mano. Más adelante, una caída al entrar en una zona de barro nos obliga a hacer un relevo entre los peregrinos, y de nuevo nos enfrentamos a caminos en mal estado con mucho hielo, que retrasan nuestro avance.

Al anochecer conseguimos alcanzar Portomarín, para disfrutar de un merecido descanso tras 222 kilómetros. La cercanía a Santiago espolea nuestros ánimos y antes de amanecer ya estamos preparados para partir hacia una etapa sumamente divertida que suma caminos revirados, sendas entre bosques de eucaliptos y zonas rápidas para llegar al Monto do Gozo, desde donde ya divisamos nuestro primer objetivo, Santiago de Compostela. La visita a nuestro patrón es obligada y con el permiso de la policía local accedemos con nuestras TGB a la plaza del Obradoiro.

Decidimos continuar esta ruta que tenía su meta en Finisterre, el final del mundo conocido antiguo. Un recorrido por carretera con el consiguiente divertimento que supone circular en grupo y con monturas de idénticas prestaciones, y que nos deparó la única incidencia técnica de todo el viaje, un pinchazo en el neumático trasero de una de las motos. Resulta paradójico que tras 800 kilómetros por caminos, sea el asfalto que deteriore un neumático diseñado expresamente para él.