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De vigías en aguas de Somalia a peregrinos con rumbo a Santiago

15 abril 2011 / Mundicamino

Tripulantes de la fragata «Victoria» hacen el Camino por puro placer,

Es abril. Primeros de abril. Pero parece agosto. A las doce de la mañana el sol pega duro, incluso en Ligonde, una aldea del Camino entre Portomarín y Palas de Rei. Ahí, en una pequeña terraza colocada a la sombra de unos carballos, descansan Diego Naranjo, Byron Carrión, Jorge Navarrete, Ignacio Vicente, Ignacio López y Xavier Sánchez. Son parte de la tripulación de la fragata Victoria, la embarcación que estuvo en aguas del Índico vigilando a los piratas somalíes.

«Hemos venido unos cincuenta del barco. Empezamos en Sarria», dicen, mientras acaban de degustar una taza de caldo. Querían haber hecho el Camino durante el año santo, pero no pudieron porque estaban lejos, en alta mar. Ahora, han aprovechado que el buque está en obras para ponerse las botas y empezar a caminar. De vigías en aguas africanas se han convertido en peregrinos con rumbo a Santiago.

Como son muchos, unos cincuenta, han solicitado que les abran pabellones municipales para dormir. No han tenido problema. Incluso en algunos pueblos, como en Portomarín, han podido pillar litera en el albergue público.

Aunque hay afluencia en el Camino, tampoco hay la aglomeración de otras épocas. Y ni de lejos las avalanchas del verano del año pasado, cuando los caminantes hacían largas colas para acabar disputándose una cama. Aunque todavía no es Semana Santa, fecha en la que la mayor parte de los albergues privados abren sus puertas, una buena parte ya lo han hecho. Es algo que se aprecia, sobre todo, a partir de Sarria, el punto en el que la ruta francesa a Compostela empieza a llenarse de turistas que avanzan mezclándose con otro tipo de peregrinos que buscan austeridad o con algunos que han convertido el Camino en un refugio recurrente al que regresan cada cierto tiempo.

No todo es caminar

Los chicos de la fragata Victoria han venido para disfrutar. Cada uno avanza a su ritmo. Aprovechan la presencia de algún bar para hacer una parada en la ruta y tomar un aperitivo. No todo ha de ser caminar y caminar. Mientras unos aguardan con el caldo, otros avanzan desde lejos. Mezclados con ellos van llegando también otros peregrinos.

Son caminantes como el coreano Min Kyoung Chul que, tenía el listón tan alto antes de llegar que, las primeras etapas del Camino desde Roncesvalles lo decepcionaron un poco. Porque en Corea del Sur, uno de los Estados del continente asiático con mayor porcentaje de católicos, el Camino a Santiago es muy popular.

Y en la ruta se encontró con Antonio Pintor, que es de Marbella, y que también empezó en ese punto. Ambos coinciden en que desde Sarria hay mucha más afluencia en la ruta y cada vez son más los caminantes con los que van cruzándose. Algunos van por descansar. Otros para encontrarse.