Apostol

Paso a paso en busca del milagro

04 mayo 2011 / Mundicamino

El peregrino José María Arroyo pide atención sobre la esclerosis múltiple.

El peregrino de la Esclerosis Múltiple, José María Arroyo Sánchez, termina hoy su última etapa del Camino de Santiago por tierras sanabresas, una etapa que le llevará desde Padornelo hasta la provincia de Orense. La jornada de ayer comenzó pasadas la siete de la mañana en Mombuey hasta su meta del día, cruzando el puerto del Padornelo, donde se disponía a cenar con sus amigos de la tienda, Jesús Fínez y Socorro Silva, y a dormir en el hotel del puerto donde su amigo Pedro Arias.

En Mombuey, en el momento de partir, recibió con agradecimiento «una bolsa de magdalenas de la señora Petra, de la panadería, que me dio dos besos porque se acuerda mucho de mí. También me ayuda mucho la familia Rapino». Es la sexta vez que hace el camino Mozárabe, lo conoce en profundidad y va dejando amigos e historias kilómetro a kilómetro. Este tramo del camino es de lo más bonito por las personas «en Sanabria la gente es muy hospitalaria» dice este caminante de Talavera. A pie encuentras de todo. Su trabajo de los próximos 33 días es completar los 1.800 kilómetros que se sumarán a los 37.000 que ya lleva en su mochila.

«No hables de mí habla de la enfermedad» pide el peregrino que desde el año 2003 recorre el camino para llamar la atención sobre la enfermedad que se le diagnosticó a su hija. Las noticias de estos días no han sido muy buenas, su hija ha tenido que ser ingresada por una complicación con las sondas que tiene puestas. «No cojo dinero de nadie, yo no me lucro con la enfermedad. Yo solo quiero que se investigue». No comparte el proceder de las diversas asociaciones de Esclerosis Múltiple que hay en el país, va por libre y con el único propósito de hacer pública su denuncia. «Voy solo», y rectifica, «con Dios que no es poco. Yo era creyente pero poco practicante». Su compañía es la Virgen del Prado.

En el camino se ha encontrado con cinco peregrinos españoles, aunque este año cree que hay más que otras veces. Va a su ritmo, aunque hay otros compañeros que quieren hacer el camino junto a él por su altruismo «pero es difícil porque voy a mi ritmo». Se levanta pronto sobre las cinco de la mañana, algo que le causa contratiempos de los albergues. En el Camino se dan encuentros casuales. El de estos días es el de José María Arroyo con una persona que trabaja en una multinacional farmacéutica en Barcelona, el burgalés Bernardino Martínez. Bernardino viene desde Sevilla. Poco antes de jubilarse estaban preparando en la empresa en la que trabajaba un convenio precisamente para impulsar las investigaciones sobre esta enfermedad. «Cuando a alguien le detectan una esclerosis ya no hacen nada, es como el niño que tiene síndrome de Dwon, que no se puede hacer nada porque no se cura». Confía que para el 2015 se cumplan las previsiones de los científicos de encontrar algún avance para frenar la enfermedad. «Yo no pido para mí nada. No quiero. Juego a la lotería y nunca he pedido que me toque, siempre pido para los demás para que se puedan curar. Solo pido que se investigue».

En su casa se queda su hija sorteando la enfermedad pero en el camino hay enfermos en la misma situación y a veces en situaciones extremas. José María Arroyo asiente cuando se le pregunta si las personas que viven en pequeños pueblos lo sufren peor ante estas enfermedades. «Están desamparados». Aprovecha el camino para visitar a algunos enfermos. Precisamente cuando traspase Santiago tiene la obligación de visitar a José Manuel, un hombre que pesa más de 100 kilos y padece la enfermedad, y al que cuidan sus padres octogenarios. Es un caso dramático porque no tenía ninguna ayuda. José María Arroyo escribió una carta a la Xunta de Galicia denunciando este abandono. Ahora la familia «tienen una ayuda y cobran una pequeña paguita». En A Gudiña hay otra mujer con la enfermedad, aunque en este caso, el entorno es más favorable su marido la ayuda. «Ves tanta injusticia. Yo solo pido un milagro» dice el peregrino de la Esclerosis.