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Voilà, un albergue como mi casa

12 junio 2011 / Mundicamino

Los extranjeros son los que más utilizan las instalaciones y destacan la limpieza, el trato y la atención que reciben durante su estancia.

El equipamiento poleso cumple su primer año con la visita de 796 peregrinos de todo el mundo.

El seis de junio de 2010, el albergue de peregrinos de la Pola acogió a su primer visitante, el valenciano Ramón Minguet. Un año después, por el equipamiento han pasado ya 796 personas, 602 durante los seis meses del pasado año y 194 en lo que llevamos de 2011. La estadística no puede ser mejor. «Estamos encantados con la acogida del albergue y con cómo se está consolidando», aseguró Juan Rodríguez, presidente de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Siero, Noreña y Sariego, el colectivo que se encarga de la gestión de las instalaciones.

El pasado año, hicieron más uso del albergue los extranjeros que los españoles, 353 y 249, respectivamente. Los franceses, con 154 peregrinos, fueron los de mayor afluencia, seguidos de los alemanes, con 38; Italia, con 22; Bélgica, con 20; Canadá, con 16; Austria, con 15; Inglaterra, con 14, y Estados Unidos, con 12. El resto lo completaron peregrinos de todos los continentes, procedentes de países como Corea, Hungría, Irlanda, Brasil, República Checa, Nueva Zelanda, Suiza, Holanda, Polonia, Dinamarca, Australia, Portugal, Eslovenia, Noruega, Rumanía, México, China, Japón, Estonia y Filipinas.

Y durante 2011, las cifras tampoco están siendo malas, pese a que no es año Xacobeo como el pasado. Por el momento, se han alojado en el albergue 194 personas, 55 de ellas españolas. El resto, proceden de Francia, Alemania, Holanda, Bélgica, Rumanía, Italia, Irlanda, Canadá, Brasil, República Checa, Finlandia, Suiza, Portugal, Japón, Inglaterra, Dinamarca, Estados Unidos y Austria.

Con dieciocho camas y hasta habitación especial de tres plazas para minusválidos, aunque de momento no haya llegado ninguno, el albergue de la Pola está considerado «como el mejor del Norte de España». Da fe de ello la extensa cantidad de mensajes que sus usuarios dejan para el recuerdo en el libro de visitas. «Calidad y calor», dice uno. «Voilà, un albergue como mi casa», escribió un francés tras su paso por el equipamiento. «Vine buscando un albergue y me encontré con un hotel de cinco estrellas», apuntó un tinerfeño.

Para Rodríguez, el éxito del albergue está «en la limpieza, las instalaciones, la atención y la información que ofrecemos. No en todos los sitios te dan planos y callejeros para que sepas por donde moverte; son pequeños detalles que lo hacen más grande», señaló. Tanto gusta, que muchos peregrinos que lo utilizan durante el viaje a Santiago de Compostela, repiten a la vuelta.

El éxito también radica en el boca a boca entre los peregrinos, ya que, de momento, las instalaciones solo figuran en una guía y en algunos sitios de internet. Algo que sabe muy bien Enrique Meoro. El presidente de la asociación Amigos del Roble, realizó el mes pasado el Camino de Santiago en agradecimiento a la puesta en marcha del albergue. «En cuanto dices que eres de Pola de Siero te contestan: ¡menudo albergue!; ya se conoce popularmente como el parador por su ubicación y su comodidad», aseguró.

Un año ha dado para mucho y anécdotas, Juan Rodríguez tiene un ciento. Como aquellos peregrinos que vienen algo lesionados, les gusta la instalación y exageran su estado para poder pernoctar un día más. O como los dos jóvenes alemanes que se encuentran deambulando por el mundo mientras aprenden el oficio de carpintero y recalaron en la Pola el pasado mes de marzo. «Gente peculiar viene cada poco; la semana pasada se alojó un alemán de 78 años que salió de Colonia y lleva ya varios meses de peregrinación», recordó Rodríguez.

Como deseo de cumpleaños y de cara a la formación de una nueva corporación en el Ayuntamiento de Siero, el presidente de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago pidió una cosa: «que se comprometa a mantenerlo, que por algo está en boca de miles de peregrinos». También recordó la necesidad de instalar señales indicadoras tanto del albergue como del Camino. «Hay muchos ciclistas que se pierden», apuntó Rodríguez, quien añadió que otra buena idea pasaría porque la hostelería ofreciera a los peregrinos un menú para cenar. «Suele ser la comida más fuerte que hacen, sobre todo si son extranjeros», apuntó.