Apostol

Peregrinas a pedal desde Roma hasta Santiago

12 julio 2011 / Mundicamino

Ligeras de equipaje y cargadas de ilusión, Asun Sánchez y María José Molina partieron el pasado martes de Roma con destino a Santiago de Compostela, en una peregrinación en la que, sobre dos ruedas, esperan tener tiempo para reflexionar y aprender de los recodos y las piedras del trayecto.

Decía Machado, y tras él Serrat, que el camino se hace al andar. En un sentido metafórico, y a veces también en el real, quizás ambos tenían razón. Pero, cuando se trata de recorrer el trayecto que llega hasta la catedral de Santiago de Compostela, el recorrido se puede hacer montado en bicicleta. Y, si este viaje se realiza desde Roma, la larga y exigente peregrinación se puede convertir en una oportunidad para experimentar la esencia del entorno, de la compañía y de la soledad.

Con estas y otras perspectivas en el horizonte, las ilicitanas Asun Sánchez y María José Molina salieron el pasado martes desde Roma, donde el día antes habían llegado en tren desde Pisa y, previamente, desde el aeropuerto de El Altet. A partir de ese día, las dos peregrinas se subieron en sus bicicletas, que habían embarcado desmontadas, e iniciaron un camino que, a través de bosques, valles, costas y montañas, tras más de 2.400 kilómetros, desembocará en la tumba del apóstol. En esta travesía, las viajeras atravesarán ciudades italianas como Siena o Génova, en la denominada Vía Francígena, y poblaciones francesas como San Remo o Mónaco, a través de la Vía Tolosana, antes de iniciar el Camino Francés en España.

Asun Sánchez, que ya ha recorrido hasta seis rutas distintas desde 2005, una de ellas desde Elche y en solitario, asegura que, hasta el momento, la experiencia está siendo muy gratificante. «Salvo el primer día, que tuvimos que dormir en el suelo, cada noche estamos disfrutando de la hospitalidad de los monasterios que visitamos y de la de algunos particulares», relata cuando llevan ya más de 200 kilómetros a sus espaldas. Además, según cuenta, aunque viajan por caminos poco transitados y algunos tramos tienen que llevar la bici a cuestas, se paran a hablar con los peregrinos caminantes con los se encuentran y descansan sus músculos cansados en los descensos de las colinas.

Para María José Molina, otra veterana en estas travesías, hacerlo sobre ruedas también es una novedad. En su opinión, este medio de transporte, además de poder recorrer mayores distancias, permite tener más tiempo para reflexionar y acordarse de la gente cercana. Pero, sobre todo, como reconocen las dos, viajar a pie o a pedal hasta Santiago es siempre como recorrer «una parte del camino de la vida».