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El Camino de Santiago del Norte debe aprender de los errores del Francés

05 agosto 2011 / Mundicamino

La ruta xacobea por la costa «tiene un gran futuro», afirma el escritor Antón Pombo.

Subdirector de la revista ‘Peregrina’, el periodista gallego aconseja a los peregrinos «dejarse llevar» por el Camino.

El Camino de Santiago del Norte, que atraviesa la costa guipuzcoana, está en continuo crecimiento, aunque todavía se mantiene lejos de la masificación que caracteriza a la ruta francesa (desde Roncesvalles a Santiago atravesando la meseta), que acoge en torno al 70% del total de peregrinos que se sumergen en las rutas Xacobeas. Para el periodista especializado Antón Anxo Pombo la ruta, que generalmente se inicia en Irun, tiene «un gran futuro por delante», pero no está exenta de los peligros que asolan a un Camino cada vez más popular. «Debería aprender de los errores del Camino Francés y crear una marca propia promoviendo un Camino de calidad», asevera Pombo, actual subdirector de la revista Peregrina.

Su primer contacto con el Camino de Santiago fue en 1984, cuando con 19 años completó la ruta desde Donibane Garazi hasta la capital compostelana en bicicleta. Por aquel entonces, «no había camino ni señales» y los pocos peregrinos que se aventuraban en esta ruta lo hacían, habitualmente, por la carretera. Al llegar a Galicia conoció a Elías Valiña, o también llamado cura de O Cebreiro (Lugo), «una figura clave del resurgir del Camino de Santiago, principal promotor de la recuperación del Camino francés». Hizo «con cuatro locos» lo que Pombo denomina «la revolución de la flecha amarilla», en clara referencia a la forma de las marcas que señalizan todas las sendas que llevan a Santiago.

Desde entonces, la ruta Xacobea se ha popularizado hasta el punto de que en el año 2010 la Oficina de Peregrinaciones de Santiago contabilizó el paso de 270.961 peregrinos. Precisamente, Pombo trató ayer los rasgos, características y motivaciones del peregrino contemporáneo en la conferencia que impartió en el marco de los Cursos de Verano de la UPV/EHU. «El peregrino actual es un reflejo de la sociedad moderna, pero a diferencia del turista o el viajero cultural, la mayoría busca algo más que el consumo de cultura, gastronomía o naturaleza. Hay un punto más. Muchos hacen el Camino porque tienen una serie de problemas o, simplemente, por dar una razón o un sentido a su vida», destaca. Para Pombo, autor de varias obras y guías en torno al Camino de Santiago, la ruta Xacobea «es perfecta para cualquier persona, de una u otra cultura, agnóstica o atea». El escritor y periodista gallego defiende el aspecto de ruta «preparada para la reflexión» del Camino, «con unas claves que puede interpretar cualquiera».

Ese «largo recorrido para la reflexión» es lo que diferencia al Camino de Santiago de cualquier otra ruta y quizá lo que explica que el «95% de los peregrinos se sientan satisfechos o muy satisfechos» al concluir su peregrinación. También «nos iguala» a los peregrinos de la Edad Media. Hubo un momento, detalla este experto en el Camino de Santiago, que dejó de importar el Camino en sí mismo porque ya se podía llegar a Santiago por medios más eficaces y rápido. Sin embargo, «se rompió» con ello «para volver al estilo lento, porque en la lentitud está el encanto, en el esfuerzo personal». «La estructura mental del ser humano no ha evolucionado tan rápido. Quizá ahora sea un ambiente más secularizado, pero hay un peso enorme de la espiritualidad ambigua, marcada por la fuerza de los siglos», sentencia Pombo.

En su opinión, el Camino de Santiago exige una «ruptura» con el ritmo de vida actual, si no se quiere realizar como un mero acto de consumo. «La auténtica peregrinación, por decirlo de algún modo, tiene que ser un Camino lento de largo recorrido. Hay que usar los albergues, dedicarle tiempo y no llevar un plan rígido. Hacer, en definitiva, una concesión a la aventura y dejarse llevar por el Camino», recalca el subdirector de la revista Peregrina.

Por eso, considera una «equivocación» que las administraciones hayan querido identificar el Camino de Santiago con «el turismo». «Cuando alguien que no conoce el fenómeno entra en él como elefante en una cacharrería, lo destruye», ejemplifica. En su opinión sería mejor que se promueva el turismo cultural «por la carretera», dejando a un lado la ruta.

Respuestas También critica a la Iglesia «porque ha abandonado al peregrino». Entre otras cosas, cuestiona que la entrega de la Compostelana se plantee como un premio a los que han recorrido los últimos cien kilómetros, porque, de esa forma, la última parte del Camino «se ha convertido en una romería, caracterizada por la fiesta y la masificación, y en la que se genera una competitividad por llegar a los albergues que no existe en el resto del Camino». Eso explica, según mantiene Pombo, «una especie de selección de los peregrinos». «Los españoles e italianos vienen más en verano y hacen un recorrido corto, mientras que los extranjeros, prefieren el largo recorrido y las estaciones intermedias, huyendo de la masificación del Camino Francés», concreta. Tanto es así, que aunque esta ruta sigue siendo la que más gente acapara, poco a poco pierde peso, proporcionalmente hablando, frente a otras rutas, sobre todo respecto al Camino portugués y el del Norte. Aún con todo, el Camino de Santiago es una ruta que «engancha», lo que lleva a muchos peregrinos a repetir año tras año. «Ha sabido adaptarse a los tiempos y esa es su gran virtud, que sigue ofreciendo respuestas válidas a la gente a través de un viaje interior», señala.

De hecho, Pombo es optimista frente a aquellos que vaticinan que la masificación de rutas como el Camino Francés puedan acabar con lo que hoy conocemos como Camino de Santiago. «Algunos pensamos que se va autoregular, que llegará un momento en que el propio Camino expulsará a la gente que sobre, aunque, por ahora, hay espacio para todos».