Apostol

Las iglesias le enseñan la puerta a los peregrinos del Camino

12 julio 2016 / Mundicamino

Solo en Santa María das Areas se puede entrar de forma regular.

El 44 % de los peregrinos que hacen el Camino dicen hacerlo por cuestiones religiosas, se sobreentiende que católicas, y el 49,5 señala razones espirituales, según los datos de este mismo año ofrecidos por la propia Iglesia en los que, eso sí, los motivos de fe van a la baja en cada ejercicio.

Sin embargo, en la Costa da Morte parece que ni la curia ni nadie ha sabido o querido atar cabos y pensar que, si de un modo u otro, los peregrinos creyentes querrán ver las iglesias, algunas de ellas obras de cantería realmente singulares sin las que difícilmente se explica una parte importante de la historia de la comarca. Y es que la docena larga de templos por la que pasan los caminantes en su periplo hacia Fisterra y Muxía reciben este torrente de visitantes y a sus motivaciones, inquietudes e historias personales con las puertas cerradas.

Salvo extrema casualidad, la de que coincida con alguna celebración o que al cura se le haya olvidado algo dentro y tenga que ir a buscarlo, lo más seguro es que cualquier peregrino al que le llamen la atención estas construcciones, ya sea por fe o por simple curiosidad intelectual, se tenga que conformar con ver los muros exteriores, las portadas y los campanarios o, como mucho, ponerse a la sombra.

Olveiroa, As Neves, San Pedro Mártir, Brens, Santa María de Cee, San Marcos de Corcubión, Sardiñeiro, Moraime,… solo por citar algunos casos que quedan en la misma ruta o con desplazamientos mínimos para acercarse hasta ellas no ofrecen, en contra de lo que ocurre en gran parte de la ruta hasta llegar a Galicia, ni siquiera la posibilidad de mirar a través de un enrejado que es lo que hay dentro. En muchas ocasiones se trata de tallas, pinturas, obra escultórica en piedra y demás piezas artísticas que, a buen seguro, a la gran mayoría de los caminantes les gustaría al menos echar un vistazo. De hecho es de lo primero que preguntan después de interesarse por qué son y para qué sirven los hórreos.

Sin embargo, solo en Santa María das Areas de Fisterra, que todavía arrastra aunque bastante diluida una dura polémica por el pintado interior de arcos y bóvedas se puede acceder de manera regular, al igual que a San Martiño de Ozón, donde la cooperativa que gestiona el antiguo monasterio incluso acoge peregrinos. Pobre balance parece entre tanta riqueza desaprovechada.