Apostol

A Santiago por duodécima vez

10 mayo 2010 / Mundicamino

De Valencia a Santiago en catorce días, algo sencillo para este ciclista que sueña con el viaje de su vida: de Jerusalén a Galicia.

Domingo Varela inició ayer su duodécimo Camino de Santiago, que se dice pronto. A las ocho y media de la mañana estaba con su bicicleta en la plaza de la Virgen donde un grupo de amigos y compañeros de trabajo, fieles seguidores de sus andanzas, le despedían con un cafetito en su nueva aventura ciclista.

Fue hace ya tres lustros cuando a Domingo le entró la ‘bolada’ de ir al Camino. Fue aquel primer Xacobeo en 1993 con repercusión mediática que se convirtió en todo un boom social. Estaba con un grupo de amigos en un bar y dijeron por qué no hacerlo. No se había subido a una bicicleta nunca para practicar el deporte, pero de Ponferrada a Santiago le fue suficiente para tener agujetas y para que le entrase el gusanillo del pasear católico.

Desde entonces ya no ha parado, ni de ir al Camino ni de salir en bicicleta los fines de semana con la peña ciclista. Sus piernas, a los 62 años, muestran la musculatura de los que la pedalada la tienen tan asimilada como el masticar.

Ayer iniciaba un nuevo encuentro con el Apóstol. Quince días para llegar a Santiago: «Este año me lo voy a tomar con mucha tranquilidad. No tengo demasiada prisa y llegaré a Santiago el 24 de mayo, el día de mi cumpleaños». Se va solo y no espera encontrarse a mucha gente que, como él, tengan previsto hacer el recorrido santo por Albacete, Toledo, Zamora… Ya lo sabe, desde la Asociación que da las credenciales para el camino le han dicho que hay poca gente en la ruta que él inició ayer en la Catedral, un día antes de que esa plaza, ayer plácida, se convierta en un tumulto de fervor mariano.

Doce Caminos de Santiago dan para mucho. Tanto que ya no le quedan rutas por descubrir, las ha hecho todas, al menos las oficiales. Ha salido de Sevilla, Faro (Portugal), Roncesvalles, Inverness (Escocia), Roma y San Petersburgo. Su última gran aventura en el Camino con más de 40 días pedaleando desde Rusia a España pasando por Finlandia. Una odisea. O como la del año pasado cuando se tiró seis semanas de Estambul a Valencia. ¿Por qué no a Santiago?: «Quería terminar en casa, darme ese placer de acabar arropado por los míos, mi familia y mis amigos».

Fue una gran aventura en la que estrenó la que ayer iba a ser su compañera de viaje, una bicicleta plegable. Choca ver a un tipo que va a hacer más de mil kilómetros con este vehículo, pero defiende a su nueva compañera: «Es muy buena bicicleta, tiene unos desarrollos muy parecidos a las otras y lo mejor es que por las noches la puedo plegar y me la llevo a la habitación o la dejo junto a mí».

Sólo una pequeña pega: es de acero y pesa algo más que las demás. «En principio lo del peso no es problema, pero cuando llevas ya muchos kilómetros empiezas a notarlo en las piernas». Por eso el control de lo que se lleva es riguroso. «Aquí tengo todo lo que necesito. Esta vez no llevo tienda de campaña, no la necesito. Normalmente no me quedo corto de nada, botiquín, recambios, ropa, radio y hasta un libro y los mapas que siempre me acompañan.» En la mochila también lleva algo que no pesa físicamente pero que le ronda por la cabeza: «Tengo que hacer el Camino desde Jerusalén a Santiago. Ese es el sueño». Aunque antes de volar a Israel deberá convencer a su mujer.