Apostol

Camino de lluvia y frio

23 diciembre 2017 / Mundicamino

El mal tiempo no arredra a los pocos peregrinos invernales, que disfrutan de la soledad y de la camaradería.

Hay sitio de sobra en Santa María de la Redonda. Pese a ello, Karen Piñeros y Magalí Aguilera conversan sentadas sobre el mismo colchón en esta habitación del albergue municipal de peregrinos de Logroño.

Hubieran podido escoger casi cualquier otra litera, ya que en esta tarde de diciembre sólo cinco peregrinos han buscado alojamiento en el hospedaje de la capital riojana. En la jornada anterior llegaron quince, en otra siete, un día sólo un caminante… El número varía cada tarde, aunque en invierno siempre dista mucho de completar las 68 plazas del albergue municipal de Logroño.

El pasado noviembre sellaron su credencial en esta instalación de la capital de La Rioja un total de 342 peregrinos, frente a los 1.911 que lo hicieron en mayo, los 1.788 que pasaron en junio, los 1.793 de agosto o los 1.873 que durmieron en septiembre, los meses con mayor afluencia de caminantes. «Diciembre, enero y febrero son los más flojos. En cambio, de abril a junio y entre septiembre y la primera quincena de octubre recibimos al mayor número. En julio y agosto a veces se llena el albergue y otras no, porque hace mucho calor y no viene tanta gente al Camino de Santiago», indica el hospitalero Alberto Aldazábal.

Más orientales

Aldazábal destaca que durante la época estival la proporción de españoles crece, ya que coinciden las vacaciones. En primavera y verano también abundan los italianos, franceses y alemanes, las nacionalidades con mayor presencia en la ruta jacobea. Cuando el frío arrecia proliferan los orientales, sobre todo los surcoreanos. «Acuden más en invierno porque los vuelos les salen más baratos y porque a los jóvenes les reconocen en la Universidad las actividades de superación personal», argumenta.