Tras realizar seis veces la Ruta Jacobea, Pere Elías decidió dedicarle una habanera. Ahora espera que un coro la haga viajar por el Camino.
Cuando tenía 9 años, y nada más morir su padre, tomó como costumbre recorrer veinte kilómetros a pie para poder contemplar el mar y las barcas de Salou. Las sensaciones que le provocaron aquella travesura que cometía a escondidas de su madre volvió a revivirlas a los 64 años, cuando por primera vez decidió recorrer el Camino de Santiago desde Saint Jean Pied de Port a Finisterre y Muxía. Aficionado a escribir poesía y letras de canciones, su reencuentro con la infancia le animó a ponerle música a esa experiencia.
Así es como nació La habanera del Camino, la primera canción de este género dedicada a la Ruta Jacobea y que firma Pere Elías Montornés, un veterano peregrino de Reus que ya ha pasado por la Calle Mayor de Europa en seis ocasiones. Con este tema que pertenece a las músicas denominadas ‘de ida y vuelta’, el caminante catalán solo pretende animar con una canción una práctica que le ha enganchado desde todos los puntos de vista: espiritual, arquitectónico, paisajístico y de gentes.
«No sé si le pega o no le pega una habanera, un tema cubano vinculado al mar. Pero es lo que me salió al pensar en mi infancia y aquel recorrido a pie», explica el peregrino que ya ha traducido el tema al portugués, euskera, inglés, alemán, neerlandés, sueco, gallego, provenzal y bable. Después de que ayer hiciera parada en Burgos y antes de emprender camino a Hontanas, Pere Elías nos comentaba que solo espera que algún coro o banda de música se interese por la canción para que La habanera del Camino viaje por la Ruta Jacobea y por todo el mundo.
Habanera del Camino
Por un camino placentero
yo caminaba a Compostela,
el cielo me daba fuerza
y coraje de carabela.
El viento me espoleaba
entre robles y abedules,
y por fin arribé a puerto
tras partir de tierra adentro.
Grandes olas se estrellaban
contras las rocas del faro,
y las mujeres mariscaban
aprovechando la bajamar.
Un trayecto prodigioso
hasta el cabo Finisterre,
que hizo sentirme gozoso
por sierras y mesetas.
A la orilla del Atlántico
yo recordé con nostalgia,
que de niño me escapaba
hacia el mar Mediterráneo.
Aquel recuerdo de infancia
por fortuna recuperé,
en el Camino de Santiago
cuando al Atlántico llegué.