Apostol

De las espigas a las vides

24 septiembre 2010 / Mundicamino

La entrada del Camino en El Bierzo (León) supone un cambio radical del paisaje y ofrece a los peregrinos la posibilidad de degustar vinos elaborados con uva mencía, una variedad única

Decía Plinio el Viejo en el siglo I que, “gracias al vino, el hombre es el único animal que bebe sin tener sed”. Las citas de este escritor, científico y militar romano certifican la existencia de viñedos en la actual comarca leonesa del Bierzo hace 2.000 años. La evolución posterior de la producción de vino en la zona estuvo muy vinculada al auge del Camino de Santiago, que en la actualidad discurre durante una treintena de kilómetros rodeado de vides.

Las bodegas han sustituido a los monasterios medievales como elaboradoras de vino, pero fuera de los cascos urbanos el paisaje de principios del siglo XXI probablemente es muy similar al que se encontraban hace siete u ocho siglos los peregrinos que recorrían media Europa para mostrar su devoción al Apóstol Santiago.

Tras andar durante 300 kilómetros por un terreno prácticamente llano, en el que los campos de cereales acaparan todo el protagonismo, y coronar el Monte Irago con su mítica Cruz de Ferro, el caminante se topa con unas vistas completamente diferentes nada más entrar en la ‘hoya berciana’, un valle situado a una baja altitud y rodeado por montañas que cuenta con su propio micro-clima mediterráneo.

Las temperaturas, más suaves que las de las zonas limítrofes, crean el entorno ideal para el cultivo de las vides, que en esta época del año, a pocos días de comenzar la vendimia, alcanzan su máximo esplendor. Los racimos de uvas mencías, la variedad principal de la Denominación de Origen El Bierzo, única en el mundo, cuelgan de los sarmientos a la espera de su recolección.

Desde Molinaseca hasta Villafranca del Bierzo, los viñedos ocupan la mayor parte de los parajes naturales por los que van avanzando los peregrinos, aunque el paso por Ponferrada y por los cascos urbanos de Compostilla, Columbrianos, Fuentes Nuevas y Camponaraya interrumpen durante algunos kilómetros el contacto con la naturaleza.

Avanzando por continuos y suaves toboganes, y alternando los tramos por asfalto con los caminos de tierra, es posible apreciar la riqueza de una comarca única en Castilla y León en la que, junto a los vinos suaves y de color cereza intenso, se cultivan castañas, manzanas reinetas, peras conferencia y cerezas, y se elaboran otras delicias gastronómicas como el botillo, los pimientos asados y la cecina.

Junto a la ruta principal, existe además una variante por un pequeño tramo de seis kilómetros entre Pieros y Villafranca del Bierzo que transcurre por Valtuille de Arriba y que, aunque alarga un kilómetro la etapa, permite andar por una senda de tierra ubicada en medio de los viñedos en la que sólo se oyen los sonidos de la naturaleza y desde donde pueden verse unas espectaculares vistas.

Un vino y una tapa

Además de disfrutar de los paisajes, los peregrinos pueden degustar los vinos únicos del Bierzo en las numerosas bodegas que jalonan la ruta jacobea, algunas de las cuales han habilitado zonas específicas para ellos. Es el caso de Viñas del Bierzo, una de las más antiguas de la DO con casi medio siglo de historia y que fue la primera cooperativa que se creó.

Sus instalaciones se encuentran situadas a la salida de Camponaraya, junto al Camino. Durante muchos años, contaron con un pequeño espacio en el que los peregrinos podían descansar y asearse. El auge del itinerario jacobeo llevó a sus gestores a dar un paso más y el pasado mes de abril pusieron en marcha una ‘Pilgrim Stop’, una zona abierta durante todo el día y preparada para los caminantes, en la que les ofrecen un vino y un pincho por un euro. Además, organizan visitas guiadas.

Desde la bodega explican que el objetivo de esta iniciativa es promocionar sus caldos aprovechando que en el Camino de Santiago hay personas de todo el mundo, la mayoría de las cuales no habían oído hablar antes de los vinos del Bierzo ni de la uva mencía, y se muestran “muy satisfechos” con la acogida que han tenido hasta la fecha.

Por su parte, los dueños de Prada a tope, la marca que ha popularizado los productos bercianos en el resto de España, llevan dos décadas invitando a los peregrinos en Cacabelos a un vino de la comarca y a un trozo de empanada de patata, cebolla y chichas, típica de la localidad. En la tienda de La Moncloa de San Lázaro, el hermoso edificio de piedra ubicado también en pleno trazado jacobeo, las bandejas para los caminantes están siempre preparadas.

Ada Prada Amigo explica que La Moncloa de San Lázaro está construida sobre un hospital para peregrinos del siglo XVII, donde daban un caldo a los romeros y les curaban los pies, y que su familia decidió darle una continuación a esa tradición hospitalaria. “Muchos peregrinos lo saben y por eso paran, y para otros es una sorpresa. A todos les encanta y se muestran muy agradecidos, nos dicen que van a pedir por nosotros a Santiago”, apostilla.