Apostol

«Era un gran amigo, una excelente persona, siempre dispuesto a ayudar»

27 abril 2010 / Mundicamino

«Manuel era el peregrino por antonomasia». Esa es, según sus amigos, la mejor manera de definir a Manuel Giménez Moreno. Hay más. Muchas más: un gran amigo, una excelente persona, alguien dispuesto a ayudar siempre… Pero el Camino de Santiago era su vida. Vivía por y para la ruta Jacobea. Pero un ruta especial: la del Camino de Madrid.

A sus 77 años Manuel disfrutaba con sus botas de monte puestas, un bote de pintura amarilla y una brocha. Él era el particular GPS de cientos de peregrinos que optan por uno de los caminos santos más desconocidos: el que sale de Madrid y entronca en Sahagún con la más tradicional ruta francesa.

Las flechas amarillas que marcan la ruta hacia la Plaza del Obradoiro que tantas veces recibió a Manuel estaban ayer de luto. El Camino de Madrid y la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de la capital lo estarán, también, durante mucho tiempo: el primero acaba de perder al hombre que más le quería; la segunda llora al que, probablemente, sea su miembro más querido.

Pero también llorará la virgen del Valvanera. La patrona de La Rioja le recibía cada año con los brazos abiertos después de una caminata en la que, como siempre, le acompañaba su inseparable silbato marinero.

Y es que ese era, junto a sus amigos Félix y José Luis, el tercer compañero inseparable de paseos y caminatas. «Cuando nos perdíamos alguno, enseguida oíamos el silbato de Manuel; cuando alguien se encontraba en apuros, rápidamente avisaba y acudía en su ayuda. Él lo era todo. Por eso le quiere tanto la gente», resumen sus amigos.

El año Jacobeo, el más importante de la ruta hacia Santiago, ha perdido a uno de sus hijos más queridos. ¿Quién pintará ahora las flechas amarillas del Camino de Madrid?