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Monseñor Barrio: «Existe una ecuación entre Europa, cristianismo y civilización»

22 febrero 2010 / Mundicamino

El arzobispo de Santiago afirma que la unidad europea sólo podrá ser duradera si se asienta sobre los valores humanos y cristianos que integran su alma común.

«Hay una ecuación entre Europa y civilización, entre cristianismo y civilización, que es precisamente la gran aportación hecha por el Camino de Santiago y las peregrinaciones jacobeas». Eso afirmó ayer en el Club FARO monseñor Julián Barrio, arzobispo de Santiago de Compostela, en su charla sobre «La peregrinación a Santiago en el siglo XXI».

Presentado por Alberto Cuevas, jefe de Prensa del Obispado, uno de las vertientes nucleares de su charla fueron las distintas aportaciones posibles para Europa de este Año Santo y de la idea de peregrinaje y la primera a la que se refirió fue la antropología cristiana. «El Camino de Santiago –afirmó–, ha sido desde sus inicios el acontecimiento más importante en la configuración de la Europa medieval como Cristiandad occidental. También Juan Pablo II subrayó la contribución de la peregrinación jacobea a la unidad e integridad de Europa cuya conciencia según el mismo Goethe ha nacido peregrinando».

Alma e identidad

Lo que afirmó monseñor Barrio fue que, ciertamente, no se trata de crear una Europa paralela ala existente, sino de mostrar a esta Europa que su alma y su identidad están profundamente enraizadas en el cristianismo. La unidad de Europa será duradera si está asentada sobre los valores humanos y cristianos que integran su alma común, como son la dignidad de la persona humana, el profundo sentimiento de justicia y libertad, la laboriosidad, el espíritu de iniciativa, el amor a la familia, el respeto a la vida, la tolerancia y el deseo de cooperación y de paz, es decir, ¡la nueva Europa del Espíritu!».

La segunda aportación sería la unidad. «La peregrinación jacobea –dijo– descubre que el cristianismo por ser apertura a lo universal, ha configurado una Europa abierta y capaz por ello de integrar nuevos elementos. Pero esto no podrá hacerse sin respeto a la identidad cultural de Europa. Es necesario decirlo, sabiendo de dónde venimos para caminar hacia el futuro con esperanza».

La tercera aportación sería, según sus palabras, un proyecto ético-moral. «La experiencia religiosa de la peregrinación jacobea ofrece unos principios como fundamento de una ordenación futura de Europa en la que estén presentes, no sólo los intereses económicos, jurídicos y políticos, sino también los ideales éticos y la apertura a la trascendencia. Ideales éticos como que el hombre es realidad sagrada e inviolable».

En esta charla, cargada de contenidos, monseñor Barrio habló de un peregrinaje que debe realizarse para redescubrir un horizonte moral que implicaría exigencias diversas. «Es necesaria una pedagogía del reconocimiento y aceptación del prójimo diferente; el diálogo sobre lo que tenemos en común, como más esencial y prioritario frente a lo que nos divide; la relectura y re-escritura en común de las propias historias, religiones y costumbres, que hemos utilizado unos contra otros, desfigurándolas, elevando sus fracasos internos, reconocidos por sus miembros como culpas, a los elementos esenciales de esa religión o sistema; la superación de acciones, instituciones y actitudes, que engendran odio, discriminación; una educación para la aceptación de la diferencia a la vez que para el cultivo de la propia identidad».

Para el arzobispo de Santiago prescindir de la visión de Dios como fin del ser humano equivaldría a fragmentar la antropología cristiana en lo que tiene demás original. «Somos hambrientos de futuro –dijo– y se nos revela la existencia como un éxodo. De aquí nace una rica espiritualidad de la peregrinación sustentada en una concepción de la Iglesia como pueblo de Dios en marcha, Iglesia peregrina. Esto ha hecho que la Iglesia haya superado sectarismos y puritanismos en tiempos de cisma y de herejías. De hecho la historia de la Iglesia es el diario viviente de una peregrinación que nunca acaba. Esa es una lección de siempre».