Apostol

Un anticipo a la libertad

21 abril 2010 / Mundicamino

Doce reclusos de la cárcel de Dueñas (Palencia) culminan hoy en Burgos un tramo del Camino de Santiago que, aseguran, les ha dado “aliento” para continuar privados de libertad y “tiempo para reflexionar”sobre errores pasados y sueños por cumplir

“Había escuchado hablar del Camino de Santiago en Estados Unidos y en México, de donde soy, y pensé que podía ser una experiencia magnífica, pero nunca que fuera a hacerlo en estas condiciones”. Aldo, 29 años, se refiere a su situación como interno en el centro penitenciario de Dueñas (Palencia), de donde partió hace una semana junto a otros once compañeros para recorrer el tramo entre Navarrete (Logroño) y Burgos.

Acompañados por un equipo de siete personas, entre funcionarios y voluntarios que colaboran con la institución penitenciaria, participan en el programa ‘Caminos de libertad’ puesto en marcha el pasado año por la Dirección General de Instituciones Penitenciarias y por el que reclusos de diez cárceles españolas recorren la ruta jacobea por relevos. Ellos finalizan hoy en la capital del Arlanzón y ceden el testigo a otros internos de Logroño.

Aldo lleva cinco años preso y asegura que ha sido una “oportunidad magnífica” de salir de la cárcel durante unos días para acercarse a un universo “increíble” que le ha permitido “pensar, reflexionar sobre las cosas buenas y malas” que ha hecho en su corta vida, además de “olvidarse” del encierro. “Es una experiencia mágica. Se hace un poquito duro en las subidas, pero hay que echarle corazón, sentimiento, y como a mí no me ha gustado perder ni al parchís, trato de echarle ganas”, asegura.

Como el resto de sus compañeros, se sabe afortunado: “De las 1.700 personas que vivimos en la ‘universidad de La Morajeja’ –como llaman coloquialmente a la cárcel de Dueñas-, hemos salido doce agraciados con esta oportunidad”. A Aldo solo le quedan unos meses para obtener el tercer grado penitenciario y regresar a su país. Algún día volverá “solo para hacerlo completo, desde Francia a Santiago de Compostela”.

Tan contento está con la experiencia que anima a otros a vivirla.“Me han encantado los pueblos, las gentes con las que nos encontramos, que nos atienden sin importarles quiénes somos o de dónde somos, nos dan la mano, y nos ayudan a tratar de que este Camino se nos haga más agradable”, reflexiona.

También Claudio está a punto de saldar cuentas con la sociedad. Lo hará en tres meses y quince días, después de una condena de casi cuatro años “por un tema de drogas”, una causa bastante habitual en este grupo, en el que no todos quieren hablar con un periodista y mucho menos dejarse fotografiar.

A las puertas del fin, este guatemalteco de 25 años se muestra exultante porque se ha demostrado a sí mismo que podía aguantar los cien kilómetros que han peinado sus suelas. Dice que este anticipo a su libertad también le ha servido para “reflexionar mucho sobre la vida”, seguramente “porque se ve tanta belleza que uno se inspira”. Como Aldo, también espera repetir, aunque le gustaría hacerlo con su pareja. “Pero hay que tener recursos y tiempo”, precisa.

Otro de sus ‘compañeros de viaje’, David (33 años), afirma que regresará a Dueñas, donde aún le quedan 15 meses por cumplir por un delito contra la salud pública, “con un aliento y unas ganas de seguir…”. Describe estos días como una “de las mejores experiencias” de su vida. En su país, Venezuela, no existen caminos de peregrinación, “a lo más romerías” por lo que la ruta jacobea le era completamente ajena. Ahora ha descubierto “que todos los días aprendes algo, que es un enriquecimiento cultural muy grande, donde conoces a gente de distintos países del mundo”. “Cometí el error más grande mi vida, pero me voy con una buena sensación. He hecho la promesa de volver y completarlo”, asegura.

Tan “gratificante” y “espectacular” ha sido, que defiende la continuidad del programa ‘Caminos de libertad’ para ediciones posteriores, igual que Gabi, la única mujer de este heterogéneo grupo. Colombiana de 35 años, a Gabi le quedan 18 meses para salir de Dueñas y cree que, aunque en su caso no ha tenido “ningún problema”, “debería trabajarse más en la integración y adaptación del grupo”, para que no existiese “diferencia” entre los internos y los funcionarios.

En este viaje está acompañada por su marido, también preso. “He aprendido a valorar mucho cosas de los dos como pareja, detalles que ya se me hacían normales y muy cotidianos”, explica. Sobre el Camino, le ha parecido “una pasada”, tanto por el paisaje como por el paisanaje. “La gente de los pueblos es fantástica, hablas con ella, compartes muchas cosas”.

Gabi, junto con Claudio, ponen voz e imagen a este ‘camino de libertad’ para mostrárselo a sus compañeros cuando regresen. “Participamos en un taller de televisión y allí hacemos programas de música, entrevistas, y por supuesto queríamos que nuestros compañeros viesen lo que hemos vivido y lo que hemos hecho”, declara.

Previo al desarrollo de este viaje, los participantes llevaron a cabo una serie de salidas como entrenamiento previo para poder realizar su tramo del Camino de Santiago en las mejores condiciones físicas. Asimismo, tres meses antes estudiaron sus aspectos históricos y culturales, y recibieron la visita de diferentes expertos que les ofrecieron su visión de la ruta jacobea. Gracias este entrenamiento, los males del caminante apenas han hecho mella en el grupo. “Las ampollas nos han salido antes, mientras entrenábamos. Hacíamos unos 30 kilómetros, más de los que hemos hecho aquí en cada etapa, quizá para ver si de verdad aguantábamos”, bromea David.

Requisitos

Para participar en esta actividad, todos los internos deben haber cumplido la cuarta parte de su pena, encontrarse en segundo o tercer grado, y haber acreditado buena conducta. Es el propio centro quien propone a los candidatos, siendo la Dirección General de Instituciones Penitenciarias quien resuelve cada solicitud.

Desde el otro lado, el equipo que les acompaña se encuentra igualmente satisfecho, porque los internos “han asumido el rol de peregrinos”, impregnándose del “espíritu del Camino”. Respecto a la reacción de la gente al conocer la condición del grupo, aseguran que no han ido “pregonándolo”, principalmente por “preservar un poco la intimidad de los reclusos”, y porque no sabían, precisamente, el efecto que iba a causar. Sin embargo, “con los que lo han descubierto” no han tenido “ningún problema”. “Luego, incluso estaban encantados”, añaden.

La actitud de los internos, “voluntariosos y colaboradores con los hospitaleros”, ha facilitado las cosas: “Creemos que se les cambia la imagen que la mayoría tiene sobre los internos, que son en definitiva, personas como cualquier otra que han metido la pata de una forma más o menos profunda”.