Villalón de Campos
Aún no está claro de dónde procede el topónimo de Villalón de Campos. Tal fuera habitado en época romana, aunque no es hasta la Edad Media cuando se le conoce por su carácter marcadamente mercantil y ferial, y por su famoso Fuero de Villalón. Así, Fernando III el Santo concede a la villa poder celebrar feria todos los sábados del año.
En el siglo XV, durante el reinado de Juan II, pasó a ser señorío del conde de Benavente y, en 1486, los Reyes Católicos le autorizaron a celebrar las primeras ferias anuales como venían haciendo Medina de Rioseco y Medina del Campo. Este privilegio enfureció a sus rivales, hecho que llevó a los monarcas a derogarlo; sin embargo la influencia del todopoderoso Conde de Benavente, que favoreció la instalación de los mercaderes más influyentes y poderosos en su señorío, dejó en tablas la situación, que se resolvería durante el reinado de Dña. Juana y su esposo, en 1506, al fallar a favor de Villalón. Hay que señalar que no todas la ferias fueron afortunadas, ya que la desarrollada en 1521 fue desastrosa y llevó a la ruina a muchos de los vecinos. Sin embargo, estos castellanos, acostumbrados a luchar contra todo tipo de dificultades, habían superado este percance como atestigua un documento del año 1523 en el que vemos al Concejo establecer nuevos impuestos para acometer unas importantes reformas urbanísticas.
A principios del siglo XVI, en época de Carlos V, el Concejo levantó el rollo en la Plaza Mayor, símbolo de la riqueza alcanzada por la villa.
Su importancia como núcleo mercantil durará un siglo más, hasta que a principios del XVII, la suspensión de pagos del Estado acabe con las ferias.
Fontihoyuelo
Santervás de Campos
Es a principios del siglo IX cuando comienza el repoblamiento con mozárabes y gentes venidas de la montaña.
Los datos documentales sobre Santervás comienzan con el documento de donación que la Infanta Dona Sancha hace del priorato y de la villa a la abadía de Sahagún en la fecha de 1130.
En un documento en el que se relacionan una serie de lugares, ya en el siglo XI, aparece citada como «Villa Citti» ; posiblemente ya existiría a finales del X o inicios del XI. Aparece como «alberguería» u hospital, a comienzos del siglo XII, pero pasando ya a nombrarse con un término parecido al de Sant Herbas. Este hecho supondría la existencia del albergue como comunidad de monjes, funcionando, además, como parroquia en honor de los santos Gervasio y Protasio. El emplazamiento ocupado por este albergue se conoce con exactitud por la documentación de la época y de siglos posteriores.
Muy importante para la localidad fue la donación hecha por Doña Santa a la abadía de Sahagún, del priorato de Santervás y su hacienda. Además su hermano, el emperador Alfonso VII, cede a Sahagún su usufructo sin propiedad.
Arenillas de Valderaduey
El primer dato que se tiene de este pueblo es el que habla del origen del nombre y lo hace derivar de Arniellas (así se llamaba ya en el año 1318). Este dato se encuentra en varios documentos del Museo de Sahagún donde hay un mapa que señala el lugar con dicho nombre, y de Valderaduey, por encontrarse a orillas del río así llamado (antiguamente Araduey), término de procedencia íbera y utilizada para designar vegas o valles anchoa.
Los documentos que citan a Arenillas, hablan siempre de ella como de Villa, lo cual indica el destacado rango que tuvo desde antiguo.
Los archivos eclesiales de León dan abundancia de datos sobre esta villa, durante los siglos XV, XVI Y XVII.
Grajal de Campos
La historia de Grajal de Campos es principalmente medieval, ya que en ella se han vivido importantes batallas. Las primeras documentadas fueron de Alfonso I y Alfonso III contra los musulmanes, ya en etapa reconquistadora. Al igual que otras ciudades castellano leonesas, sufrió las incursiones de Almanzor y sus tropas. En 1194 pasó a depender de la Corona de Castilla. En los alrededores de Grajal venció Alfonso III a su hermano, Bermudo el Ciego, ayudado por los musulmanes, y en estas mismas tierras, murió el conde Raimundo, padre de Alfonso VII.
Sahagún
Un remanso de paz invade el espíritu del peregrino al pasar por la ermita de la Virgen del Puente poco antes de entrar en Sahagún. Se sabe que en este lugar existió un hospital.
La villa de Sahagún cuna de reyes, santos y sabios, ya gozó de gran actividad en la época romana por su excelente emplazamiento en plena Vía Trajana entre la Legio VII e Italia, Vía que conducía a Astorga, Zaragoza y Tarragona.
Su nacimiento acaeció a la sombra de un Monasterio Medieval en honor de los Santos Facundo y Primitivo (de ahí el nombre de La Villa Sanctus Facundus), hace más de nueve siglos. En los siglos II y III tuvo lugar el martirio de dichos santos, quienes murieron decapitados y arrojados al río Cea, en cuya orilla fueron sepultados por grupos de cristianos.
Sahagún nace y crece al calor del monasterio Benedictino de San Benito consagrado a los Santos Facundo y Primitivo, mártires de la época romana, según cuenta la tradición. Fue destruido y reconstruido en varias ocasiones, pero es Alfonso III el Magno, el que le da el primer gran impulso al recoger en él a los monjes, que procedentes de Córdoba vienen huyendo de la invasión árabe. Alcanza su máximo esplendor bajo el reinado de Alfonso VI, al concederle privilegios y favores.
Durante este periodo fijaron su residencia en esta villa: Sabios, ricos, artesanos, burgueses y artistas procedentes de la España musulmana, de ahí que se prodigara tanto el arte mudéjar. Se mezclaron culturas y lenguas, conviviendo moros, judíos, francos y castellanos.
No obstante las muchas luchas del pueblo contra el feudalismo hizo que nuevamente fuera destruido y reconstruido, siendo, finalmente, la desamortización de Mendizábal y nuevos incendios en el siglo XIX lo que acabó con el poderío de aquella Abadía Benedictina.
Un ramillete de joyas arquitectónicas salpica toda la villa: las iglesias de San Tirso (siglo XII) y San Lorenzo (siglo XIII ambas de estilo románico-mudéjar; las de estilo neoclásico de La Trinidad (siglo XVI) y de San Juan de Sahagún (siglo XVII), junto con el santuario de la Virgen Peregrina (antiguo convento franciscano) y el museo de las Madres Benedictinas; forma un conjunto que se llegó a conocer como la capital del románico pobre, por el uso de ladrillo y de barro en vez de piedra.
Se cruza la ciudad y a la salida, un sólido puente (Puente de Canto) sobre el río Cea, construido en 1085 por orden de Alfonso VI, lleva hacia una chopera a la derecha, donde la historia sitúa la batalla entre Carlomagno y el rey moro Aigolando (muchos miles de muertos y la leyenda de las lanzas de los cristianos que florecieron al ser clavadas en el prado).