Apostol

Camino del Norte

Etapa

11

Cultura

Ruta principal

Laredo

La que es considerada como la capital de la costa Esmeralda fue posiblemente un asentamiento prehistórico, que con el paso del tiempo fue creciendo hasta constituir un villorrio medieval en torno a la iglesia de San Martín, del cual poseemos noticias ya en el siglo XI. En este mismo siglo el rey Alfonso VIII le dota de Fueros y con ello se crea una importante cofradía de pescadores, que dotaría de tal prosperidad e importancia a la villa, que justifica que en ella se instale de modo permanente un representante del rey. Hospitalaria, próspera y fiel a sus reyes, acogería en diversas ocasiones a Isabel la Católica y sus hijas, a Carlos V y a Felipe II.
Pero no todo fue prosperidad continuada y felicidad para Laredo, ya que esta villa tuvo que sufrir numerosas desgracias. En 1588 fue asolada por la peste que trajeron los tripulantes de la malhadada
Armada Invencible.
No era la primera vez que la sufría ya que también se vio azotada por el terrible mal en otras dos ocasiones anteriores, lo que la hizo especialmente mortífera fue que no había tenido tiempo suficiente para recuperarse. Aún habría de enfrentarse con una nueva desgracia cuando la flota del arzobispo de Burdeos lleva a cabo en la población un terrible saqueo en el año 1638.

Colindres

Los primeros vestigios de Colindres se remontan al Neolítico con los dólmenes hallados en la zona. Más tarde, en el año 26 a.C., se asentaron los romanos presumiblemente en Angustina, desde donde se contempla el “Collado Lindo”, explicación popular al nombre de Colindres.
Como los concejos circundantes, debió de formarse en torno a un pequeño monasterio, el de San Jorge y San Juan, del que se conservan noticias escritas del siglo XI, fecha en la que se donó al Monasterio de Santa María del Puerto (Santoña).
En la vida del municipio también tuvieron gran importancia los astilleros de Falgote (1475) que pasaron a ser Reales el 10 de abril de 1618 mediante un acuerdo entre Felipe III y las Cuatro Villas de la Costa del Mar de Cantabria. De los mencionados astilleros de Falgote salió “La Pinta” y es muy probable que también la “Santa María”. De aquí se llevaron al puerto de Palos, por lo que es bastante seguro que algún marinero colindrés acompañara a Colón en el descubrimiento de América.

Treto

En esta población se encuentran dos puentes que permiten salvar por carretera la desembocadura del río Asón. El más antiguo es también el más interesante. Es un puente de hierro realizado por la empresa Eiffel, en el año 1901, que en su origen era giratorio para permitir el tránsito de las embarcaciones a través de la ría. Mucho más moderno es el segundo, el puente de la Autovía del Cantábrico. Concluido en 1993, tiene una plataforma de 420 m sostenida por tirantes sujetos a tres mástiles de 40 m.

Cicero

La marisma de la Saca, situada al comienzo de la carretera que une Cicero con Santoña, posee un singular paisaje caracterizado por la abundancia de árboles secos con los troncos saliendo del agua. Las ramas son el lugar elegido por varias decenas de Garcetas Comunes para descansar, de forma que este enclave se ha convertido en su principal dormitorio dentro de la Reserva.
En esta localidad destaca la iglesia de San Pelayo, del siglo XVII, planta de cruz latina, bóveda de crucería y torre a los pies, repitiendo el esquema creado para iglesias pequeñas por el arquitecto Juan de Rasines.<b< El retablo, de gran calidad, es obra de Rodrigo de Los Corrales y en él destacan dos excelentes esculturas del maestro Juan de Palacio Arredondo.
En Cicero podemos encontrar interesantes casonas de los siglos XVII y XVIII. Frente a la iglesia parroquial de San Pelayo se encuentra una casa del siglo XVIII de planta rectangular, muros de sillarejo y sillar en esquinas y ventanas, con un gran arco rebajado de ingreso, dos alturas separadas por platabanda. En la planta superior se encuentra el escudo con las armas de Oloño, armas que se repiten en otras casas del municipio.

Gama

Se conserva en este municipio un patrimonio arquitectónico de notable interés. Así, por ejemplo, destaca la existencia en la localidad de Gama del Palacio-Capilla de Rugama, del siglo XVIII, declarado Bien de Interés Cultural en 1983, el Palacio de los Cerecedo, de siglo XVIII, en la localidad de Adal, el Palacio de la Colina en Gama (también del XVIII), y las diferentes iglesias de San Cipriano en Adal-Treto, San Pelayo en Cicero, San Andrés en Ambrosero, San Esteban en Moncalián y la de Santa María en Barcena, esta última del siglo XVII con varios retablos de los siglos XVII y XVIII de extraordinario interés. El del siglo XVIII es obra de Raimundo Vélez realizada el año 1744 con original maestría.

Escalante

En ella se encuentra la ermita de San Román, joya del románico montañés, cuyo exterior humilde no deja adivinar la extraordinaria riqueza de su interior, sobre todo, sus maravillosas esculturas de la Virgen sedente con el Niño y la estatua de San Román. Dignos de admiración son los fustes y capiteles de las columnas del arco triunfal y las dos cariátides del presbiterio. También es admirable el convento de Santa Clara, del siglo XVII, que guarda una curiosa imagen mariana de gran devoción popular en toda la zona, La Virgen de la Cama, o más propiamente la Dormición de la Virgen, es decir, el tránsito de la Virgen de esta vida al Cielo.

Argoños

La primera referencia a Argoños data del año 942, en relación a un ramal que enlazaba con la vía Agrippa, camino costero de época romana.
Desde el siglo XI el lugar de Argoños estuvo vinculado al monasterio de Santa María de Puerto de Santoña. En 1156 este cenobio pasó a depender del monasterio riojano de Santa María la Real de Nájera, por decisión de Alfonso VII, y con él todas sus propiedades.
Con la formación de los ayuntamientos constitucionales en 1822, Argoños, con sus tres barrios de Ancillo, Cereceda y Santiuste, quedó transformado en municipio.</b<
La primera mitad del siglo XX fue para la población de Argoños una época de notable crecimiento, que se vió interrumpido en las dos décadas posteriores. Veinte años más tarde, entre 1981 y 2001, el crecimiento demográfico en Argoños fue espectacular. Tal es así, que en el año 2003 la localidad tenía 1132 habitantes.
Las principales razones de este comportamiento demográfico residen en el descenso de la natalidad, compensada por el descenso de la mortalidad y la aportación poblacional procedente de los movimientos migratorios, en especial por gentes venidas del País Vasco.

Noja

Las primeras noticias de la existencia de esta villa datan de los siglos VIII y IX, durante la invasión árabe, momento en el que los eclesiásticos construían pequeños templos rurales para aglutinar a los campesinos, que construían sus cabañas al amparo de sus muros.
Noja se levantó en torno al monasterio de San Pedro de Nogga.
Durante el periodo medieval Noja asiste a los frecuentes enfrentamientos nobiliarios en pro o en contra del poder real, hasta la llegada de los Reyes Católicos que consiguieron fortalecer el poder de La Corona frente a los intereses nobiliarios.
En el año 1644, Noja solicita al monarca Felipe IV el título de villa y éste le concede el privilegio.
En época Moderna, uno de los hechos de mayor trascendencia para Noja fue el otorgamiento, en el año 1644, del Privilegio de Vara o de Villazgo de manos de Felipe IV. En virtud del mismo, la ahora villa quedaba eximida de la jurisdicción de la Junta de Siete Villas y recibía la potestad de nombrar sus propios alcaldes.

Ruta alternativa

Laredo

La que es considerada como la capital de la costa Esmeralda fue posiblemente un asentamiento prehistórico, que con el paso del tiempo fue creciendo hasta constituir un villorrio medieval en torno a la iglesia de San Martín, del cual poseemos noticias ya en el siglo XI. En este mismo siglo el rey Alfonso VIII le dota de Fueros y con ello se crea una importante cofradía de pescadores, que dotaría de tal prosperidad e importancia a la villa, que justifica que en ella se instale de modo permanente un representante del rey. Hospitalaria, próspera y fiel a sus reyes, acogería en diversas ocasiones a Isabel la Católica y sus hijas, a Carlos V y a Felipe II.
Pero no todo fue prosperidad continuada y felicidad para Laredo, ya que esta villa tuvo que sufrir numerosas desgracias. En 1588 fue asolada por la peste que trajeron los tripulantes de la malhadada
Armada Invencible.
No era la primera vez que la sufría ya que también se vio azotada por el terrible mal en otras dos ocasiones anteriores, lo que la hizo especialmente mortífera fue que no había tenido tiempo suficiente para recuperarse. Aún habría de enfrentarse con una nueva desgracia cuando la flota del arzobispo de Burdeos lleva a cabo en la población un terrible saqueo en el año 1638.

Santoña

Santoña surgió en torno a Santa María de Puerto, poderoso monasterio que llegó a controlar buena parte de las instituciones religiosas de la zona, del cual ha sobrevivido su hermosa iglesia, un tesoro que liga elementos románicos, tardogóticos y clasicistas. En el año 1579 firmó carta de hermandad con la Merindad de Trasmiera, comarca a la cual sigue estrechamente vinculada.

A mediados del siglo XIX, al calor de la conversión de la villa en plaza fuerte de segundo orden, surgió la población compacta y ortogonal que puede verse en la actualidad. A finales de aquella centuria empezó a cobrar importancia la pesca y se fundaron las primeras empresas conserveras. En la actualidad, Santoña es uno de los principales puertos pesqueros de la cornisa cantábrica y su industria de transformación de productos de la mar es una de las más importantes y prestigiosas de España.

Desde el punto de vista patrimonial, atesora notables ejemplos de arquitectura civil, como la casa de Maeda, conocida popularmente como casa del Marqués de Chiloeches; la casa del capitán Antonio Ortiz del Hoyo; el palacio y el instituto mandados edificar por el Marqués de Manzanedo, así como uno de los conjuntos de infraestructuras militares más singulares de la costa cantábrica, con estructuras levantadas entre los siglos XVIII y XIX, de las cuales destacan los fuertes de San Martín y San Carlos.

Argoños

La primera referencia a Argoños data del año 942, en relación a un ramal que enlazaba con la vía Agrippa, camino costero de época romana.
Desde el siglo XI el lugar de Argoños estuvo vinculado al monasterio de Santa María de Puerto de Santoña. En 1156 este cenobio pasó a depender del monasterio riojano de Santa María la Real de Nájera, por decisión de Alfonso VII, y con él todas sus propiedades.
Con la formación de los ayuntamientos constitucionales en 1822, Argoños, con sus tres barrios de Ancillo, Cereceda y Santiuste, quedó transformado en municipio.</b<
La primera mitad del siglo XX fue para la población de Argoños una época de notable crecimiento, que se vió interrumpido en las dos décadas posteriores. Veinte años más tarde, entre 1981 y 2001, el crecimiento demográfico en Argoños fue espectacular. Tal es así, que en el año 2003 la localidad tenía 1132 habitantes.
Las principales razones de este comportamiento demográfico residen en el descenso de la natalidad, compensada por el descenso de la mortalidad y la aportación poblacional procedente de los movimientos migratorios, en especial por gentes venidas del País Vasco.

Noja

Las primeras noticias de la existencia de esta villa datan de los siglos VIII y IX, durante la invasión árabe, momento en el que los eclesiásticos construían pequeños templos rurales para aglutinar a los campesinos, que construían sus cabañas al amparo de sus muros.
Noja se levantó en torno al monasterio de San Pedro de Nogga.
Durante el periodo medieval Noja asiste a los frecuentes enfrentamientos nobiliarios en pro o en contra del poder real, hasta la llegada de los Reyes Católicos que consiguieron fortalecer el poder de La Corona frente a los intereses nobiliarios.
En el año 1644, Noja solicita al monarca Felipe IV el título de villa y éste le concede el privilegio.
En época Moderna, uno de los hechos de mayor trascendencia para Noja fue el otorgamiento, en el año 1644, del Privilegio de Vara o de Villazgo de manos de Felipe IV. En virtud del mismo, la ahora villa quedaba eximida de la jurisdicción de la Junta de Siete Villas y recibía la potestad de nombrar sus propios alcaldes.