Apostol

Camino del Norte

Etapa

2

Cultura

San Sebastián/Donostia

Conocida en la antigüedad como Oiarso o Easo, sus primeros habitantes fueron pescadores, pero fueron los peregrinos que iban hacia Santiago los que la bautizaron con su nombre actual en honor de San Sebastián, mártir de Roma y patrono de los viajeros. Asentada sobre una bahía con forma de concha y en las dos márgenes de la desembocadura del río Urumea, está rodeada además por tres montes el Urgull, el Ulía y el Igueldo.
De su trayectoria histórica, sabemos que el primero en hablar de la ciudad es el rey Sancho Garcés III, el Mayor, quien en el año 1014, firma un diploma en el que San Sebastián aparece como una donación a la abadía de Leyre. Pero será en 1180 cuando el rey Sancho VI, el Sabio, le conceda Carta Puebla y Fueros (el Fuero de Estella) y con ellos llegaron el comercio y el desarrollo económico de la mano de los gascones.
Durante un tiempo volverá a caer en la oscuridad y será ya en pleno Renacimiento, en el año 1450 con el rey Juan II, cuando comience a construirse el puerto. A partir de este momento la importancia y los títulos van llegando poco a poco.
En 1522 Carlos V le concede el título de Noble y Leal Villa que se vería incrementado con otro apelativo más tras la firma de la Paz de los Pirineos en la Isla de los Faisanes en el año 1662 bajo el reinado de Felipe IV.
Volvemos a tener noticias de esta ciudad en 1813, al final de la Guerra de la Independencia, tristes noticias en esta ocasión, ya que fue incendiada por las tropas inglesas del Duque de Wellington tras la expulsión de los franceses. En recuerdo de aquella tragedia queda una calle en la ciudad llamada 31 de agosto.
Las guerras carlistas también dejaron destrucción y tristeza en la ciudad. San Sebastián renacería finalmente con el derribo de sus murallas y conocería su mayor esplendor durante el siglo XIX, a raíz de la moda de baños de mar impulsada por la Regente Mª. Cristina de Habsburgo-Lorena. Así, al casco viejo escondido al pie del fuerte y contra el puerto, se le añadió un barrio nuevo a lo largo de la playa de la Concha.
Monumentalmente, recomendamos la visita al célebre Museo de San Telmo ubicado en un antiguo convento que conserva un bello claustro herreriano.
Construida en el siglo XVIII sobre unas ruinas románicas, se encuentra la Basílica de Santa María, donde conservan a la patrona de la ciudad, La Virgen del Coro. Cerca de ella puede contemplarse el edificio más antiguo de la ciudad, una construcción de estilo gótico del siglo XV, que fue templo y fortaleza, la iglesia de San Vicente.
Dentro de la arquitectura civil, no conviene pasar por alto el edificio del Ayuntamiento, uno de los más hermosos de España, rodeado de tamarindos, el árbol donostiarra por excelencia.
A pesar de todo, los mejores exponentes artísticos se deben a finales del siglo XIX y principios del XX, momento en el que se desarrolla una arquitectura ecléctica entre clásica y regionalista, que combina a veces con elementos del Modernismo, como pueden apreciarse en el Teatro Victoria Eugenia, el hotel María Cristina, los puentes sobre el Urumea, y el palacio y parque de Miramar. Sin embargo, de todo su patrimonio artístico, el edificio más conocido es además el más reciente, el Kursaal, obra del arquitecto Rafael Moneo y dedicado a Palacio de Congresos y Auditorio.

Igueldo

La aldea de Igueldo, actualmente un barrio de la ciudad de San Sebastián, fue incluida en el término Jurisdiccional de la referida capital por la Carta Puebla otorgada por el Rey Sancho VI, el Sabio de Navarra, hacia el año 1180.
A pesar de esta dependencia formal, la aldea siempre tuvo Concejo propio y la propiedad y el disfrute de sus montes y términos amojonados.
En la primera mitad del siglo XIX-1845-durante el reinado de Isabel II, se le concedió Ayuntamiento con alcalde, teniente de alcalde y cuatro regidores, pero perdió esta concesión unos años más tarde.

Orio

Orio, su elegancia señorial y aristocrática es lo primero que nos impacta aún a lo lejos. Muchas de sus casas blasonadas y su iglesia de San Nicolás del siglo XVI nos hablan de su larga trayectoria histórica.
Hoy día Orio es un pueblo pesquero en una ría y debe su fama internacional a su trainera.
Como no podía ser por menos, la patrona de la ciudad también es marinera: La Virgen del Socorro, que según cuentan los pescadores, fue rescatada del mar. Para evitarla nuevos peligros la tienen amorosamente guardada en la Ermita de San Juan.

Zarautz

Sobre sus orígenes es poco lo que se sabe con certeza, pero su asentamiento, sobre una fértil vega a orillas del mar, nos lleva a suponer con cierta seguridad que su fundación y habitación continuada serían tempranas. Las primeras noticias históricas datan de la Edad Media, más concretamente del año 1237, cuando el rey Fernando III el Santo le concede el Fuero de San Sebastián y en su escudo comienza a figurar una ballena, indicio seguro de su importancia como pueblo marinero. Un documento del año 1878 nos da noticia de su participación en la pesca de la ballena.
No obstante, a finales del siglo XIX, Zarautz destacaba en un aspecto bien distinto, su inclusión en la vida galante, desde su elección por la reina Isabel II como residencia oficial de veraneo. Esta regia predilección hizo famosa a su playa, una de las más bellas del Cantábrico, inmortalizada por las acuarelas de Iñaki García Ergúin.
Pero Zarautz es mucho más que una ciudad playera. Sus monumentos, tanto religiosos como civiles bien merecen una visita por sí mismos. Entre ellos destaca la iglesia de Santa María la Real, gótica y con una original torre adosada que lleva a pensar en su origen como fortaleza para defender a la población de los continuos ataques de los banderizos que asolaron durante largo tiempo los contornos. Junto a ella el palacio del Marqués de Narros y las torres de Lucea y Motza.
Igualmente obligada es la visita al Ayuntamiento, situado en el Palacio de Portu. Y también al Palacio de Makazaga en plena Plaza Mayor.
Célebres hijos de Zarautz son el escultor Jorge Oteiza y el maestro compositor Francisco Escudero.