Apostol

Camino Mozárabe

Etapa

13

Cultura

Alcaudete

Ocupado desde el Paleolítico Superior, como queda demostrado por los numerosos restos arqueológicos, sus orígenes urbanos datan de época romana. Por fuentes epigráficas se adscribe a Sosotigi, municipio flavio.
Su abundancia de agua y manantiales llevaron a los árabes a ponerla el nombre de al-Qabdaq, ciudad de los manantiales. En ella edificaron una impresionante e inaccesible fortaleza. Su principal funciones era la protección de una rica medina comerciante;su localización en una importante red viaria la hizo objeto de la codicia tanto cristiana como musulmana.
Fue conquistada por vez primera a los musulmanes en el año 1085, durante el reinado del monarca castellano Alfonso VI. Posteriormente cambió de dueño en numerosas ocasiones.
A finales del s. XIV, con la dinastía Trastámara en el trono, la villa dejó de ser propiedad real y fue vendida como señorío a la casa de Montemayor, una de las ramas familiares de los Fernández de Córdoba. Tras la toma de Granada, Alcaudete experimenta su época de mayor esplendor de la mano de la concesión del título nobiliario de conde al sexto señor de esta villa. Las magníficas cosechas de cereal y el ser paso obligado entre Granada y Castilla la convierten en una importante población. El siglo XVII, llegará con su corte de decadencia, sus señores abandonarán su residencia fija en la Villa.
El siglo XIX traerá la agitación social y política de su población que se sublevará contra los franceses; más tarde participarán en las luchas entre entre carlistas e isabelinos; Los Procesos Desamortizadores dejarán honda huella en Alcaudete.

Cortijo de la Paloma

Los Cortijos en Andalucia son una constante.

Laguna del Salobral

Es la mayor de las lagunas de aguas estacionales del sur de la Provincia de Córdoba. Tiene forma arriñonada y una superficie de 46,6 Has.
En lo que a flora se refiere cabe destacar: Carrizales, espadañas o enea, juncos y tarajes (estas en lo que se refiere a plantas de superficie).
Fauna: Existen gran cantidad de anfibios y de lagartos, si bien hasta el momento no han sido lo suficientemente estudiados: galápagos, leprosos, sapillos pintojos, sapos corredores, culebra viperina, etc.
La avifauna, es probablemente la comunidad que ha merecido hasta el momento la atención más continuada y profunda: cabe destacar, ante todo, la presencia de la malvasía, que hace pocos años estaba al borde de la extinción, y que con un plan de recuperación, parece que ha salido de ese estado casi de desaparición; patos colorados, porrones moñudos, pollas de agua, flamencos comunes, ánades reales, ánade silbón, abocetas, etc.
En lo referente a mamíferos: conejos, liebres, jinetas, turones, comadrejas, erizos, ratas de agua, etc.
Un lugar privilegiado para la observación de aves. El Parlamento de Andalucía la declaró Reserva Natural por la Ley 11/84 de 19 de Octubre.

Baena

Son numerosos los testimonios arqueológicos que ponen de manifiesto el asentamiento humano en la zona desde tiempos prehistóricos, destacando los yacimientos procedentes de la Edad de los Metales, además del legado cultural dejado por los íberos, con numerosos hallazgos religioso-funerarios, entre los que se encuentra la llamada leona de Baena conservada en el Museo Arqueológico Nacional. Esta escultura fue hallada en el cerro del Minguillar, donde se cree que se hallaba Iponuba, ciudad ibérica citada por Plinio.
Su denominación actual procede de los musulmanes, que la llamaron Bayyana. Posiblemente su ubicación actual también se deba a ellos; Baena cambia su emplazamiento en un intento de hacer de ella una ciudad fuerte contra el enemigo y dotándola de la Almedina, en cuyo seno construyen el castillo, la mezquita (la último parte de ésta se cree que podría ser el primer cuerpo de la Iglesia de Santa Mª la Mayor) y a su alrededor una población formada por mandos del ejército y la nobleza lugareña. Durante el siglo IX fue tomada por el rebelde muladí Umar ben Hafsun, mientras que el el siglo siguiente albergó la alcazaba donde residían los gobernadores de la cora de Cabra.
El siglo XVI se caracteriza por un fuerte crecimiento demográfico, seguido, como en muchas localidades españolas, de una profunda crisis en el siglo XVII e indicios de recuperación en la centuria siguiente, en la que la agricultura va a jugar un papel importante en la economía de la ciudad, aunque caracterizada por un mal repartimiento de la tierra, dominada por el latifundismo y un gran número de campesinos sin tierra. La abolición de los señoríos en el siglo XIX supuso una esperanza en cuanto a la redistribución de la tierra, que resultó defraudada, como en muchos lugares de España, puesto que las tierras puestas en venta fueron a caer en manos de los más ricos.