Apostol

Camino Mozárabe

Etapa

22

Cultura

Campanario

Fue poblada desde el período Calcolítico, según se desprende de los restos hallados en las excavaciones arqueológicas; de todos estos vestigios, el más importante es el llamado Edificio de La Mata, uno de los elementos más representativos de la protohistoria extremeña. Interesantísima es asímismo una placa de pizarra hallada en la finca “El Herrador”, perteneciente a una época similar y con caracteres orientales. Esta placa muestra caracteres típicos de la escritura griega y valores del tartésico, según la tipología establecida el historiador por Gómez Moreno.
La dominación romana fue un período histórico muy importante para Campanario y ha dejado numerosas huellas.
Tras la caída del Imperio Romano hay referencias a la existencia de algunas alquerías musulmanas. Tras la reconquista cristiana de estos territorios, la repoblación de toda la comarca de La Serena comenzó con la donación de la plaza de Magacela a la Orden de Alcántara en 1234, tras ser conquistado su castillo y tomada la villa por el Maestre D. Arias Pérez en 1232.
Su época de mayor esplendor será el Renacimiento. En esta época pasa de aldea a Villa; es notable el crecimiento demográfico y el económico. Esta pujanza y bienestar se traduce en la edificación de numerosos monumentos.
Los siglos XVII y XVIII, más comunmente conocidos como Barroco, dotan a la Villa de un creciente poder religioso que se traduce en la construcción de varios conventos y ermitas.
El siglo XIX trae a Campanario un notable crecimiento demográfico, urbano y social, que llega a su apogeo en el siglo XX.

Magacela

Parece que su nombre tiene relación con el nombre romano de Magna Cella, que significa gran despensa. Se piensa que este apodo se le daría por las abundantes cosechas de cereal. Las mismas razones se aplican para explicar el vocablo árabe con que se le designaba, Unm Gazala, que significa Casa Madre.
Más seguridad, por la documentación hallada, se tiene para identificar Magacela con la antigua colonia romana de Contosolia. A lo alrgo de la historia fue una población muy importante debido a su excepcional situación geográfica, que la convirtió en un enclave defensivo de primer orden.
Sufrió la ocupación árabe en el siglo XIII hasta que el monarca castellano Fernando III el Santo la reconquistó y la donó a la Orden de Alcántara a cambio de Trujillo. Esta Orden estableció en este lugar su Casa Prioral, que se convirtió en cabeza de toda la comarca de La Serena. A finales del XV el Priorato fue trasladado a Villanueva, lo que inició el proceso de decadencia de esta localidad.

La Haba

Sobre la procedencia de su nombre existen varias versiones, las dos más extendidas son, una que su nombre viene de que las rocas que se extraían de sus canteras, en el tiempo en que éstas existieron en la localidad, presentan grandes cristales de feldespato y cuarzo, llamados “dientes de caballo” o “habas”; la otra versión, también muy popular es que su nombre procede de la célebre leguminosa, que se criaba con abundancia en estas tierras.
La zona se encontraba poblada en la época romana, como atestiguan la existencia en la ermita de un ara romana utilizada como pila de agua bendita, el puente romano sobre el río Ortigas y las numerosas tumbas excavadas en la roca que proliferan en las inmediaciones de dicha ermita.
Documentado encontramos que este territorio fue conquistado a los musulmanes en tiempo de Fernando III, y pasa a la Orden de Alcántara. El maestre Gonzalo Pérez Gallego le otorga carta de población en el siglo XIV, regulando las condiciones de entrega de tierras y las normas jurídicas por las que había de regirse la comunidad.
Toda la comarca de La Serena perteneció a la Orden de Alcántara, donde destacaba el priorato de Magacela en, prácticamente, todo el partido. Aunque, debido a su accesibilidad, hacía las veces de capital de partido Villanueva de la Serena, de la que fue aldea La Haba, hasta 1554, que el rey Carlos I de España y V de Alemania, le da su autonomía y el título de villa, previo pago de 1.346.500 maravedises.
Este documento no queda ratificado, al abdicar dicho rey en 1555 y no estar esto documentado. Será en 1666 cuando se solicita la confirmación y la Reina Gobernadora Doña Mariana de Austria, madre y tutora de Carlos II, que entonces contaba 5 años, así lo previene y dicta el acuerdo el 7 de mayo de dicho año.
Otros testimonios que hacen patente la existencia en ese lugar de asentamientos remotos en la zona, son, además de la reliquia romana mencionada anteriormente, numerosas tumbas antropomorfas excavadas en la roca que proliferan en las inmediaciones, que se creen son restos ibéricos.

Don Benito

Se desconoce la fecha de fundación de Don Benito, ya que no se dispone de datos fiables hasta la segunda mitad del siglo XV. A pesar de las dificultades por la falta de vestigios y datos concretos, los historiadores piensan que sería un lugar favorable para el asentamiento de romanos, visigodos y árabes.
Hasta los siglos XV y XVI, Don Benito era tan sólo una aldea, a partir de estos momentos comienza a crecer demográficamente y ello conlleva la expansión de las construcciones urbanas, creándose un nuevo núcleo lejos del primitivo emplazamiento en el Cerro de San Sebastián.
Durante estos siglos la actividad económica fundamental de Don Bneito es la agricultura, a la que se sumará la actividad ganadera con la creación de la Mesta y la aparición de una nueva estructura de la propiedad : el latifundio.
Las primeras Ordenanzas Municipales le fueron concedidas el 7 de marzo de 1550, por el emperador Carlos I.
Tras el crecimiento demográfico de los siglos XV y XVI, el siglo XVII trae a la zona una considerable crisis económica provocada por el círculo vicioso producido por las epidemias de peste, las lluvias torrenciales, las plagas de langosta y las sequías.
El siglo XVIII consigue la recuperación demográfica y económica de esta ciudad y se convierte en el núcleo urbano más importante de Extremadura.
El primer tercio del siglo XIX le convierte en Cabeza de Partido Judicial; en 1846 se convierte en Cabeza de Distrito Electoral, y en 1856 la reina Isabel II le concede el título de Ciudad.

Medellín

Medellín es una de las poblaciones extremeñas con mayor renombre y arraigo histórico.
Los orígenes de la villa se remontan a época romana. Parece que fue fundada por el cónsul Quintus Caecilius Metellus Pius unos 79 años antes de Cristo. En honor a su fundador recibirá su primera denominación Metellinum.
Existen diversos restos de esta época, que demuestran la vitalidad romana de la zona. Restos de un puente romano, que más tarde sería sustituido por uno medieval, Villas romanas, o restos del foro aun por excavar en la falda del Castillo.
De especial interés es el Teatro romano, actualmente en excavación y dimensiones parecidas al de Mérida, y que en un primer momento ha desvelado una gran cantidad de restos, especulándose con que podría llegar a un grado de conservación similar al de Mérida. Al gran número de columnas y capiteles aparecidos, que conservan restos del estucado original, se suman varios restos de esculturas de gran calidad.
En 1243 Medellín fue ocupado a los musulmanes por el Maestre santiaguista Pedro Yáñez, quedando incluido en la jurisdicción de esta Orden. A mediados del siglo XIV la Villa aparece ya como cabeza de un importante Señorío en el que se incluían Don Benito, Guareña y otra decena de poblaciones; y a mediados del XV fue erigido en Condado en favor de Rodrigo de Portocarrero, casado con Doña Beatriz Pacheco, hija del Marqués de Villena, la cual asumió el poder a la muerte de su marido, tras encarcelar a su propio hijo, que era el heredero legítimo. De esta época data su participación como partidaria de la Beltraneja contra Isabel de Castilla, su derrota en la batalla de la Albuera de Mérida, y los posteriores arrasamientos y vicisitudes de la Villa. A partir del siglo XVI el núcleo inició un periodo de recuperación y engrandecimiento al que corresponde la mayor parte de las realizaciones que hoy conocemos. En la Guerra de la Independencia la población fue escenario de otra importante batalla, en la que los franceses culminaron la victoria ya alcanzada en Almaraz contra los españoles, aniquilando al general Cuesta.