Cerro Muriano
Cerro Muriano, en la época de Tiberio (Emperador de Roma del 14dC. a 37 d.C.), debió de convertirse en una de las poblaciones o distritos mineros más relevantes de la Baética.
Según indica Plinio (científico 23-79 d.C.), la explotación del mineral en esta región recibia el nombre de Aes Marianum.
El nombre de la población puede proceder etimológicamente de varias palabras: Cerro de la Muerte del Latín morituri por el elevado número de mineros que morían al estar la mayoría de ellas inundadas. Otro orígen podría ser el de «mur muris» (roedor) por el elevado número de dichos animales.
Conforme a las excavaciones arqueológicas debieron sistematizarse hacia el primer tercio del siglo I d.C. durante el gobierno de Tiberio, aunque la estratigrafia del Cerro de la Coja pone de manifiesto la presencia romana desde principios del siglo I.
Cerro Muriano, ya despertó el interés de investigadores y científicos en el último tercio del siglo XIX, momento en el que la Córdoba Copper Company Ltd. comienza la explotación.
Durante la II República, el entonces Ministro de Defensa Azaña adquirió para el Estado los terrenos que actualmente ocupa la Base Militar de la BRIM X. Dicha base ha sido muy conocida por generaciones de españoles que realizaban el servicio militar allí.
Desde el año 1929, tras la decisión de la Córdoba Copper Company Ltd., de abandonar la explotación minera en la zona, provocada por la caída del precio del cobre en la Bolsa de Londres tuvo su máxima expresión con el cierre del Pozo de San Rafael. Cerro Muriano perdió su principal recurso económico.
Estación de Obejo
Parece que la actual localidad de Obejo se corresponde con la que al-Udri y otros autores mencionan como Ubal, en el camino de Córdoba a Toledo. Su castillo debió existir ya en época califal, según evidencian los testimonios arqueológicos a él asociados; debía tratarse de un asentamiento humano de cierta importancia que serviría para el control militar de la ruta que discurría por Mogávar y Pedroche hasta La Alcudia.
La inexistencia de fuentes escritas con anterioridad a la Reconquista hace que el origen de Obejo sea dificíl de determinar.
Se ha verificado hallazgos de tumbas de origen incierto en varios sitios próximos al núcleo de población actual, por sus características y según los expertos, podrían tratarse de restos ibéricos, aunque también se han encontrado monedas árabes y romanas.
Parece probable que sus fundadores quisieran ocultarse al escoger un lugar tan apartado de todo comercio y comunicación para salvaguardar la riqueza minera de la zona ya que se han descubierto numerosos restos de galerías de yacimientos de cobre, plata, oro y plomo.
Los musulmanes dejaron tres castillos, vigilantes del antiguo camino de Códoba a Toledo: Castillo de Ubal, Castillo de Lara y Castillo de Peñaflor.
En 1.237, Obejo fue conquistado por Fernando III. La población se dedicaba a la ganadería, apicultura, carboneo y algunas explotaciones de vid y de olivo.
En la Edad Moderna, Obejo mantiene contacto con Las Siete Villas de los Pedroches, que disfrutan del aprovechamiento común de parte de su término municipal.
En los siglos XIX y XX, el pueblo de Obejo sigue explotando sus inmensos baldíos además de tener alguna industria derivada de la agricultura, destacando numerosos molinos harineros y aceiteros. Ya en el último medio siglo, tiene un importante florecimiento del sector servicios.
El Vacar
Actualmente sólo contamos con la presencia de una etapa de la prehistoria, el Calcolítico, al que pertenece el magnífico yacimiento situado en el Cerro del Castillo, que ha aportado numerosos fragmentos de cerámica y abundantes hachas pulimentadas. Este yacimiento domina una amplia panorámica del alto Valle del Guadiato, vía natural de comunicación y cuenta con buenas tierras de labora al pie del cerro, que se cultivarían durante el Calcolítico. Además, son abundantes las zonas de monte, donde pastaría el ganado doméstico de los habitantes del Cerro del Castillo. De otro lado, la zona es excelente para practicar la caza, que seguía siendo uno de los recursos más importantes en los que se basaba la alimentación.
El fenómeno megalítico se nos manifiesta ampliamente en diferentes puntos del término de Espiel. Hay noticias acerca de la existencia de un dolmen al suroeste de la Huerta del Caño, al pie del Cerro del Castillo. Estas sepulturas megalíticas son especialmente abundantes en la zona de la Aguja, próxima ya al límite con Hornachuelos. También hay dólmenes cerca del Peñón del Lazarillo.
No son raros los restos romanos, y así, se encontró un ara en las inmediaciones del grupo minero de La Concepción. En Nava de Vaca apareció un tesorillo con denarios romanos republicanos e imperiales hasta Trajano y Nerva. En la zona de la ermita Ntra. Sra. de Estrella, se encuentran restos que autores locales atribuyen a una mansión romana, como en el Castillo de El Vacar.
Villaharta
Poblada desde la Edad Antigua por razones económicas– sus minas- durante el dominio romano era atravesada por la vía romana conocida como Vía Casóbriga. Los romanos sintieron vivo interés por los centros termales las aguas ricas en hierro. La dominación musulmana no dejó huella en la zona, que conocería sus mejores momento a finales de la Edad Media.
Los primeros documentos que prueban la existencia de esta localidad datan del año 1478 . Los Reyes Católicos donaron terrenos para fundar un mayorazgo que, con los siglos, formaría el término municipal de Villaharta. El mayorazgo no se contituiría hasta 1630.
En la actualidad esta localidad vive fundamentalmente de la actividad agrícola, cuyo fundamento es el olivo.